Andy Novell F.
Han pasado cinco años desde que tomó las riendas del país Felipe Calderón, hace unos días dio un discurso emotivo, su tema principal fue la seguridad y la lucha que se tiene contra las diversas células del crimen organizado. Las cifras no se hicieron esperar y la Defensa Nacional la dio a conocer.
De diciembre del 2006 a diciembre del 2011 se han decomisado más de 102 mil 964 armas de grueso calibre y los estados donde se han realizado más decomisos son Tamaulipas, Sonora, Nuevo León, Coahuila y Baja California, casualmente plazas que domina el cártel de Los Zetas.
Para nadie es un secreto que el propio gobierno de Estados Unidos con sus agentes han introducido al país decenas de cargamentos de armas de grueso calibre, entre los que destacan el 223, rifles AR-15, Calibre 7.62, AK-47, ametralladoras SAW con capacidad de 700 tiros, bazucas sudafricanas, lanza granadas, lanza cohetes y ametralladoras
antiaéreas que pueden destruir un tanque blindado.
Ya están los decomisos de armas y los muertos que siempre han dejado este tipo de batallas por el poder; lo que podemos reconocer del presidente es que a pesar de que su estrategia no ha sido la mejor y mucho menos la más apta para combatir al crimen organizado, por lo menos exhibió la podredumbre que se tenía dentro de las corporaciones
policiacas.
Esas corporaciones que nacieron y fueron apapachadas en sexenios pasados al amparo del proteccionismo de las autoridades municipales y estatales, claro también federales de aquellos tiempos cuando descaradamente los elementos de la Federal de Caminos manejaban los decomisos de droga a su antojo; es decir, ellos permitían que los
narcos transportaran la droga por las autopistas protegidas por esos elementos.
Ahora se reconozca o no, las corporaciones al menos federales han sufrido un cambio radical en su estructura y profesionalismo, incluso en la manera de entrenamiento y enfrentamiento con las organizaciones delictivas.
En algunos estados se han realizado depuraciones en su interior, la mayoría más a fuerza que por iniciativa propia; eso es lo que también han dejado cinco años del gobierno de Calderón, cinco años que lo que más se exhibe son las muertes de miles de personas, lo reiteramos una vez más “de integrantes del crimen organizado”.
Tal vez el balance al final de este sexenio sea uno de los más desoladores que hemos tenido en décadas, lo digo desoladores porque es al que más atención se le ha puesto debido al avance de la tecnología; desde que tengo uso de razón ningún mexicano había juzgado a ningún presidente cuando estaba en el poder, siempre lo hacían años después
del término de su mandato.
Ahora se han cumplido cinco años de un gobierno de claroscuros, de miles de muertos y cientos de enfrentamientos entre células antagónicas del crimen organizado e incluso contra fuerzas federales, cinco años en que los mexicanos seguimos evaluando y pensando quién será el próximo que nos vendrá a gobernar.
Han pasado cinco años desde que tomó las riendas del país Felipe Calderón, hace unos días dio un discurso emotivo, su tema principal fue la seguridad y la lucha que se tiene contra las diversas células del crimen organizado. Las cifras no se hicieron esperar y la Defensa Nacional la dio a conocer.
De diciembre del 2006 a diciembre del 2011 se han decomisado más de 102 mil 964 armas de grueso calibre y los estados donde se han realizado más decomisos son Tamaulipas, Sonora, Nuevo León, Coahuila y Baja California, casualmente plazas que domina el cártel de Los Zetas.
Para nadie es un secreto que el propio gobierno de Estados Unidos con sus agentes han introducido al país decenas de cargamentos de armas de grueso calibre, entre los que destacan el 223, rifles AR-15, Calibre 7.62, AK-47, ametralladoras SAW con capacidad de 700 tiros, bazucas sudafricanas, lanza granadas, lanza cohetes y ametralladoras
antiaéreas que pueden destruir un tanque blindado.
Ya están los decomisos de armas y los muertos que siempre han dejado este tipo de batallas por el poder; lo que podemos reconocer del presidente es que a pesar de que su estrategia no ha sido la mejor y mucho menos la más apta para combatir al crimen organizado, por lo menos exhibió la podredumbre que se tenía dentro de las corporaciones
policiacas.
Esas corporaciones que nacieron y fueron apapachadas en sexenios pasados al amparo del proteccionismo de las autoridades municipales y estatales, claro también federales de aquellos tiempos cuando descaradamente los elementos de la Federal de Caminos manejaban los decomisos de droga a su antojo; es decir, ellos permitían que los
narcos transportaran la droga por las autopistas protegidas por esos elementos.
Ahora se reconozca o no, las corporaciones al menos federales han sufrido un cambio radical en su estructura y profesionalismo, incluso en la manera de entrenamiento y enfrentamiento con las organizaciones delictivas.
En algunos estados se han realizado depuraciones en su interior, la mayoría más a fuerza que por iniciativa propia; eso es lo que también han dejado cinco años del gobierno de Calderón, cinco años que lo que más se exhibe son las muertes de miles de personas, lo reiteramos una vez más “de integrantes del crimen organizado”.
Tal vez el balance al final de este sexenio sea uno de los más desoladores que hemos tenido en décadas, lo digo desoladores porque es al que más atención se le ha puesto debido al avance de la tecnología; desde que tengo uso de razón ningún mexicano había juzgado a ningún presidente cuando estaba en el poder, siempre lo hacían años después
del término de su mandato.
Ahora se han cumplido cinco años de un gobierno de claroscuros, de miles de muertos y cientos de enfrentamientos entre células antagónicas del crimen organizado e incluso contra fuerzas federales, cinco años en que los mexicanos seguimos evaluando y pensando quién será el próximo que nos vendrá a gobernar.
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