Samuel Ortiz Velásquez
En días pasados nos enteramos de dos noticias aparentemente contradictorias ocurridas durante el primer quinquenio de la administración de Felipe Calderón: la "recuperación" del crecimiento económico y la mayor desigualdad. La primera noticia fue anunciada a los cuatro vientos por el propio Calderón, la segunda fue incluso minimizada.
El 22 de noviembre INEGI informó del sorprendente repunte de la economía mexicana durante el tercer trimestre de 2011 de 4.5 por ciento, en palabras de Felipe Calderón, ni los "más picudos" se esperaban este inesperado repunte ¿Qué tipo de crecimiento es? ¿Es sostenible en el largo plazo? a) La recuperación del crecimiento luego de la histórica caída de 2009, es decir, la mayor inestabilidad en los ritmos de crecimiento de la economía, ha sido una constante durante los gobiernos que siguieron a la crisis de la deuda externa de 1982; b) Con la recuperación de 2010-2011, apenas y se remontan los niveles de actividad económica anteriores a la crisis de 2009; c) Aceptando que la economía crecerá este año a una tasa anual de 3.8 por ciento (Banxico), la economía habría crecido en lo que va del sexenio actual a una tasa media anual de 0.8 por ciento, solo comparable a la conseguida en igual periodo por el gobierno de Miguel De la Madrid (1983-1987) en el contexto de la "Década perdida para el desarrollo". Todo lo cual, nos lleva a concluir que más que real, lo de Calderón es retórica que busca (con la colaboración de los medios masivos de información) confundir a los mexicanos para ocultar lo evidente: nos encontramos en la antesala de lo que será un sexenio perdido para el desarrollo (ver gráfica 1).
La información proporcionada unos días después por la CEPAL y la OCDE confirman nuestra aseveración. En efecto, el 29 de noviembre en el informe Panorama Social de América latina 2011, la CEPAL informaba que de todos los países de la región, solo México y Honduras habían elevado sus niveles de pobreza e indigencia entre 2008 y 2010. Con ello, en 2010 casi 62 millones de mexicanos se encuentran en situación de pobreza o indigencia. Luego, el 5 de diciembre la OCDE informó que México presenta el segundo lugar de desigualdad de los ingresos de la población activa de todos los países miembros. Con datos de 2005, México es tres veces más desigual con relación al grupo de países que conforman dicho organismo. Aunque desde mediados de los noventa se observa una mejora en la distribución del ingreso en México (Calderón dixit), lo cierto es que entre 2006-2008 la desigualdad repunta.
En suma, Felipe Calderón será recordado como el presidente del estancamiento económico, la desigualdad, y el de los 60 mil mexicanos muertos, producto de su fallida guerra contra el narco. En el contexto actual, el año próximo será crucial en el rumbo que tomará el país, pues los mexicanos elegiremos no solo un nuevo presidente, mas importante aun es que se confrontarán dos proyectos de país altamente contrastantes. El de Peña Nieto que representa los intereses de un grupo reducido de personas que se han beneficiado del estancamiento económico y que en consecuencia están en favor de la continuidad. El otro, de López Obrador que representa el descontento de buena parte de los mexicanos en vista de los magros resultados en materia de desarrollo económico, que han dejado 30 años de políticas de corte "neoliberal" y que por ello, se manifiestan en favor de un cambio de rumbo, que privilegie el mercado interno y una redistribución más equitativa del ingreso.
En días pasados nos enteramos de dos noticias aparentemente contradictorias ocurridas durante el primer quinquenio de la administración de Felipe Calderón: la "recuperación" del crecimiento económico y la mayor desigualdad. La primera noticia fue anunciada a los cuatro vientos por el propio Calderón, la segunda fue incluso minimizada.
El 22 de noviembre INEGI informó del sorprendente repunte de la economía mexicana durante el tercer trimestre de 2011 de 4.5 por ciento, en palabras de Felipe Calderón, ni los "más picudos" se esperaban este inesperado repunte ¿Qué tipo de crecimiento es? ¿Es sostenible en el largo plazo? a) La recuperación del crecimiento luego de la histórica caída de 2009, es decir, la mayor inestabilidad en los ritmos de crecimiento de la economía, ha sido una constante durante los gobiernos que siguieron a la crisis de la deuda externa de 1982; b) Con la recuperación de 2010-2011, apenas y se remontan los niveles de actividad económica anteriores a la crisis de 2009; c) Aceptando que la economía crecerá este año a una tasa anual de 3.8 por ciento (Banxico), la economía habría crecido en lo que va del sexenio actual a una tasa media anual de 0.8 por ciento, solo comparable a la conseguida en igual periodo por el gobierno de Miguel De la Madrid (1983-1987) en el contexto de la "Década perdida para el desarrollo". Todo lo cual, nos lleva a concluir que más que real, lo de Calderón es retórica que busca (con la colaboración de los medios masivos de información) confundir a los mexicanos para ocultar lo evidente: nos encontramos en la antesala de lo que será un sexenio perdido para el desarrollo (ver gráfica 1).
La información proporcionada unos días después por la CEPAL y la OCDE confirman nuestra aseveración. En efecto, el 29 de noviembre en el informe Panorama Social de América latina 2011, la CEPAL informaba que de todos los países de la región, solo México y Honduras habían elevado sus niveles de pobreza e indigencia entre 2008 y 2010. Con ello, en 2010 casi 62 millones de mexicanos se encuentran en situación de pobreza o indigencia. Luego, el 5 de diciembre la OCDE informó que México presenta el segundo lugar de desigualdad de los ingresos de la población activa de todos los países miembros. Con datos de 2005, México es tres veces más desigual con relación al grupo de países que conforman dicho organismo. Aunque desde mediados de los noventa se observa una mejora en la distribución del ingreso en México (Calderón dixit), lo cierto es que entre 2006-2008 la desigualdad repunta.
En suma, Felipe Calderón será recordado como el presidente del estancamiento económico, la desigualdad, y el de los 60 mil mexicanos muertos, producto de su fallida guerra contra el narco. En el contexto actual, el año próximo será crucial en el rumbo que tomará el país, pues los mexicanos elegiremos no solo un nuevo presidente, mas importante aun es que se confrontarán dos proyectos de país altamente contrastantes. El de Peña Nieto que representa los intereses de un grupo reducido de personas que se han beneficiado del estancamiento económico y que en consecuencia están en favor de la continuidad. El otro, de López Obrador que representa el descontento de buena parte de los mexicanos en vista de los magros resultados en materia de desarrollo económico, que han dejado 30 años de políticas de corte "neoliberal" y que por ello, se manifiestan en favor de un cambio de rumbo, que privilegie el mercado interno y una redistribución más equitativa del ingreso.
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