Aguinaldo perfecto

Gregorio Ortega Molina / La Costumbre Del Poder

Es imposible determinar cuántas de las anécdotas conocidas como hechos históricos fueron sucesos reales, o si fueron alimentadas por el resentimiento o la sabiduría del pueblo. “Que les den pasteles, para que se callen”, ponen en voz de María Antonieta cuando los hambrientos pedían de comer a las puertas de Versalles. Lo cierto es que la Revolución Francesa estalló y fue retroalimentada por el festín de sangre que goteaba de la cuchilla en la guillotina.

Hoy, sin el menor recato ante lo que padecen esos millones de mexicanos clasificados por el INEGI en situación de pobreza alimentaria y pobreza extrema, algunos insensatos servidores públicos están dispuestos a recibir entre 160 mil y 400 mil pesos de aguinaldo, cifras que nada tienen que ver con el agradecimiento que pudieran merecer si hubiesen hecho algo en beneficio de la nación, porque además de lo que ya se apañan, muchos de ellos reciben ese bono de riesgo, por aquello de que puedan ser secuestrados o muertos por los sicarios o los barones de la droga.

¿Cuál es el bono de riesgo con el que se ampara un padre de familia que sale de su casa y no regresa, o que siempre está en posibilidad de perder su trabajo, porque el impoluto Javier Lozano Alarcón dejó la ley laboral en manos del out sourcing?

A unos cuantos días de la Navidad los mexicanos se enteran que los funcionarios del gobierno del cambio se llevan aguinaldos perfectos, sin contar las prestaciones de jueces, magistrados y ministros del Poder Judicial de la Federación, y la manera de despacharse con la cuchara grande en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y en el IFE, lo que no debiera venir a cuento si lo merecieran y no hubiese tanta pobreza en el país, si la renovación del contrato de esperanza no estuviese pendiente de que se rompa el hilo de la violencia.

Se dan el aguinaldo perfecto porque éste alimenta la creación de la tormenta social perfecta; si el proceso sucesorio se ve manchado con violencia y sangre, sólo se deberá a la irresponsabilidad de quienes hoy tienen a su cargo las elecciones en el Poder Ejecutivo, pues mientras no se federalicen las funciones de la Secretaría de Hacienda, el poder presidencial continuará enorme, pero restringido, porque nada podrá hacer convenciendo, sino cooptando, procediendo como prometió nunca, jamás hacerlo: alimentando la corrupción.

Hay desengaño, frustración, ofrecieron tanto y dieron tan poco los del gobierno del cambio, el de las manos limpias y el empleo, que a la sociedad únicamente le corresponde estar atenta, con el propósito de intentar discernir por dónde iniciará el descontento social manifestado en violencia, en desobediencia civil, en desconocimiento de un gobierno que ha sido denunciado en la Corte Penal Internacional.

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