Jacobo Zabludovsky / Bucareli
Ayer se inauguró la temporada de toros en la Plaza México, la más grande del mundo. Nunca como hoy lo que unos llaman espectáculo y otros califican de crimen ha estado en el ojo de todos los huracanes. Mientras Cataluña, región con una de las más fuertes tradiciones taurinas de España, cierra su plaza monumental, los partidarios y enemigos del negocio arte o costumbre, exponen sus razones y defienden sus puntos de vista.
Aficionado a los toros desde niño, manifiesto mi respeto irrestricto al derecho de los anti taurinos a exponer sus razones. Conozco sus argumentos y no tengo empacho en difundirlos. Admito la crueldad aducida como factor en contra, pero no es objeto de este artículo participar en la discusión. Fuente de pasiones encontradas, llama la atención el empeño y la seriedad con que se fundamentan las posturas.
Eduardo Andrade, político, jurista y taurófilo, me hizo llegar una argumentación en que se mezclan esas tres características y sugieren un novedoso plan de defensa de la “fiesta” taurina. Resumo el largo estudio, convocatoria a la defensa de la tauromaquia, dirigida a todas las organizaciones “jurídicamente formalizadas o no, para que realicen las siguientes acciones: Elaborar un padrón de las mismas en toda la república que incluya a las peñas taurinas; asociaciones de matadores, subalternos, criadores de toros bravos, periodistas taurinos y cualesquiera otras relacionadas con la fiesta de los toros.
Publicar un desplegado suscrito por dichas agrupaciones y personas públicamente conocidas en el que soliciten a la Asamblea Legislativa del D. F. que las escuche antes de proceder de manera inconsulta a violentar sus derechos culturales protegidos por la constitución, pretendiendo suprimir una manifestación cultural centenaria, con arraigo en diversos países de habla hispana, mediante una disposición discriminatoria e intolerante, en una ciudad que se precia precisamente de tolerante y respetuosa de las minorías y de sus preferencias.
Aquellas que se encuentren legalmente constituidas y tengan personalidad jurídica, incluidas las empresas dedicadas al espectáculo taurino, preparar conjuntamente y presentar demandas de amparo contra la ley, tanto en defensa de su propio interés como en representación del interés legítimo de cientos de miles de aficionados a la tauromaquia cuyos derechos culturales se verían violentados por dicha ley.
Crear una página web o aprovechar algunas de las ya existentes como la de la plaza de toros México, en que se concentren todas las adhesiones en defensa de la tauromaquia y en contra de su prohibición en la Ciudad de México o en cualquier otra parte de la República.
Mediante las redes sociales convocar a los aficionados taurinos a enviar y reproducir mensajes dirigidos a pedir que se respeten sus derechos y preferencias. Entendemos que mucha gente no comprenda la naturaleza estética del arte taurino, y que le moleste lo que desde su punto de vista representa una cruelsdad, aunque el acto de matar animales para ser comidos (que es el destino del toro muerto en la plaza) no sea objeto de cuestionamientos: Hacer contacto con reconocidos abogados aficionados a los toros para que coadyuven al análisis jurídico, a la redacción de los amparos y al cabildeo necesario para hacer triunfar a la defensa jurídica de la fiesta. Es importante que auxilien en el análisis de los tratados internacionales en materia de defensa de las manifestaciones culturales.
Que la empresa de la plaza México presente para su firma un documento en que cada uno de los titulares de derechos de apartado le otorgue poder para interponer una demanda de amparo o suscriba tal demanda por su propio derecho, o ambas cosas. Solicitar una firma similar a todos los compradores de boletos para las corridas. Esto permitiría presentar miles de amparos ante los juzgados de distrito y en ellos se pediría la suspensión de la medida.
Analizar la posibilidad de cuestionar la competencia de la ALDF para legislar en una materia que no implica la simple regulación de un espectáculo público, sino la afectación de un derecho cultural reconocido por la Constitución.
Entablar contacto con los diputados de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal que simpaticen con nuestra causa a fin de que, si constituyen una tercera parte de la misma, promuevan una acción de inconstitucionalidad de la Ley en caso de que se apruebe.
Solicitar a todos los aficionados aporten ideas para incorporar otras acciones y medidas a las actividades de defensa de la tauromaquia en la Ciudad de México y en todo el país”.
Acéptese este escrito como aportación a la controversia. Música y muerte. Sol y sombra.
Ayer se inauguró la temporada de toros en la Plaza México, la más grande del mundo. Nunca como hoy lo que unos llaman espectáculo y otros califican de crimen ha estado en el ojo de todos los huracanes. Mientras Cataluña, región con una de las más fuertes tradiciones taurinas de España, cierra su plaza monumental, los partidarios y enemigos del negocio arte o costumbre, exponen sus razones y defienden sus puntos de vista.
Aficionado a los toros desde niño, manifiesto mi respeto irrestricto al derecho de los anti taurinos a exponer sus razones. Conozco sus argumentos y no tengo empacho en difundirlos. Admito la crueldad aducida como factor en contra, pero no es objeto de este artículo participar en la discusión. Fuente de pasiones encontradas, llama la atención el empeño y la seriedad con que se fundamentan las posturas.
Eduardo Andrade, político, jurista y taurófilo, me hizo llegar una argumentación en que se mezclan esas tres características y sugieren un novedoso plan de defensa de la “fiesta” taurina. Resumo el largo estudio, convocatoria a la defensa de la tauromaquia, dirigida a todas las organizaciones “jurídicamente formalizadas o no, para que realicen las siguientes acciones: Elaborar un padrón de las mismas en toda la república que incluya a las peñas taurinas; asociaciones de matadores, subalternos, criadores de toros bravos, periodistas taurinos y cualesquiera otras relacionadas con la fiesta de los toros.
Publicar un desplegado suscrito por dichas agrupaciones y personas públicamente conocidas en el que soliciten a la Asamblea Legislativa del D. F. que las escuche antes de proceder de manera inconsulta a violentar sus derechos culturales protegidos por la constitución, pretendiendo suprimir una manifestación cultural centenaria, con arraigo en diversos países de habla hispana, mediante una disposición discriminatoria e intolerante, en una ciudad que se precia precisamente de tolerante y respetuosa de las minorías y de sus preferencias.
Aquellas que se encuentren legalmente constituidas y tengan personalidad jurídica, incluidas las empresas dedicadas al espectáculo taurino, preparar conjuntamente y presentar demandas de amparo contra la ley, tanto en defensa de su propio interés como en representación del interés legítimo de cientos de miles de aficionados a la tauromaquia cuyos derechos culturales se verían violentados por dicha ley.
Crear una página web o aprovechar algunas de las ya existentes como la de la plaza de toros México, en que se concentren todas las adhesiones en defensa de la tauromaquia y en contra de su prohibición en la Ciudad de México o en cualquier otra parte de la República.
Mediante las redes sociales convocar a los aficionados taurinos a enviar y reproducir mensajes dirigidos a pedir que se respeten sus derechos y preferencias. Entendemos que mucha gente no comprenda la naturaleza estética del arte taurino, y que le moleste lo que desde su punto de vista representa una cruelsdad, aunque el acto de matar animales para ser comidos (que es el destino del toro muerto en la plaza) no sea objeto de cuestionamientos: Hacer contacto con reconocidos abogados aficionados a los toros para que coadyuven al análisis jurídico, a la redacción de los amparos y al cabildeo necesario para hacer triunfar a la defensa jurídica de la fiesta. Es importante que auxilien en el análisis de los tratados internacionales en materia de defensa de las manifestaciones culturales.
Que la empresa de la plaza México presente para su firma un documento en que cada uno de los titulares de derechos de apartado le otorgue poder para interponer una demanda de amparo o suscriba tal demanda por su propio derecho, o ambas cosas. Solicitar una firma similar a todos los compradores de boletos para las corridas. Esto permitiría presentar miles de amparos ante los juzgados de distrito y en ellos se pediría la suspensión de la medida.
Analizar la posibilidad de cuestionar la competencia de la ALDF para legislar en una materia que no implica la simple regulación de un espectáculo público, sino la afectación de un derecho cultural reconocido por la Constitución.
Entablar contacto con los diputados de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal que simpaticen con nuestra causa a fin de que, si constituyen una tercera parte de la misma, promuevan una acción de inconstitucionalidad de la Ley en caso de que se apruebe.
Solicitar a todos los aficionados aporten ideas para incorporar otras acciones y medidas a las actividades de defensa de la tauromaquia en la Ciudad de México y en todo el país”.
Acéptese este escrito como aportación a la controversia. Música y muerte. Sol y sombra.
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