Sin seguridad ni derechos

Gregorio Ortega Molina / La Costumbre Del Poder

Sólo cuando Human Rights Watch llega hasta Los Pinos para decirles la verdad, los gobernantes ponen el grito en el cielo, se desgarran las vestiduras, reafirman públicamente su convicción de que van por el camino correcto, y se cierran a cualquier crítica proveniente de la sociedad o de organizaciones mexicanas de derechos humanos, más atentas a los de las víctimas que a los de los delincuentes, quienes, a fin de cuentas, tienen cómplices en los sistemas municipales, estatales y federal de seguridad.

Pero el problema tiene una solución sencilla, pues se trata de un conflicto de intereses entre Estados Unidos y México, es asunto de diplomacia, de relaciones bilaterales en las que los gobernantes mexicanos se han achicado, y los “gringos” aprovecharon para meterse hasta el garaje, la recámara, el refrigerador, y todavía pretender quedarse con la señora y la familia, pues así lo han reconocido diversas agencias de esa nación, como de idéntica manera han procurado ocultarlo acá.

Por ejemplo, ¿dónde está hoy Édgar Valdez Villarreal “La Barbie”? La DEA anunció recientemente que ha mantenido hombres infiltrados en los cárteles mexicanos, el más conspicuo es Valdez Villarreal, entregó a Arturo Beltrán Leyva. Otros operan y delinquen en nuestro territorio, mientras Patricia Espinosa sostiene estar enterada y tenerlos bajo control; si así es, no puede ser menos que cómplice de los crímenes que cometen esos agentes de la DEA para hacer creíble su cobertura.

El tráfico de armas organizado y dirigido por agencias estadounidenses a México, está hecho con el propósito de debilitar a la nación, armar a su testigo protegido y operador en territorio mexicano, Joaquín “El Chapo” Guzmán, encargado de llevar a lavar el dinero negro producto del narcotráfico y sus ramificaciones a Estados Unidos, para servir a los intereses geopolíticos y de seguridad nacional de sus patrones, de allí que la familia de ese personaje viva con toda tranquilidad en Los Ángeles y él sea considerado entre los 500 más ricos y poderosos del mundo.

No se trata de una conspiración contra México, sólo es praxis política de los fuertes y hábiles contra los débiles y menos audaces para poner un hasta aquí a las pretensiones de la globalización. Esta nación no estará en paz en tanto no convenga a los intereses de Estados Unidos, o mientras no llegue a la silla del águila un mexicano consciente de su compromiso constitucional, lo que va en juego y tiene entre manos al asumirlo, porque la riqueza natural es mayor de lo que informan y la mano de obra más barata de lo que reconocen, pero el territorio nacional es la última frontera entre el Imperio y el resto del mundo, de la escoria, como ellos consideran a los que no son wasp, y aún así desechan su “basura blanca”.

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