Javier Arcadia Galaviz / Cuestión de Debate
En la actualidad muy pocos creen en los políticos, en razón de que el común denominador indica que la mayoría de estos personajes están desprestigiados por tener la fama de conducirse con falsedad, ser corruptos y haber demostrado que en el fondo no les interesa servir a la sociedad que formalmente representan, sino servirse de ella, como tampoco, en los hechos, han acreditado estar dispuestos a sacrificarse en aras de cumplir con el principio fundamental de la ciencia política que es el de procurar siempre el bien común. En esto, desde luego que existen las honrosas excepciones.
Sin embargo, a pesar de la denigración que hoy padece el político, lo cierto es que cuando se asume como gobernante, sea cual sea su trayectoria, se le tiene amplio respeto por ser la máxima autoridad, la que se convierte en garante del orden y de la seguridad pública. Es en quien la sociedad deposita toda su confianza y de quien se piensa que velará por el interés general, aunado a que se le considera investido de valores tales como, la virtud, la ética, la moral, la honestidad, la justicia, la rectitud, la solidaridad, entre muchos otros.
Pero sin ir más lejos en estas cuestiones muchas veces utópicas, alusivas al buen gobernante, volvamos nuestra realidad, la que hoy nos indica que ciertamente el pueblo es sabio al tener razón en desconfiar y no creer en los políticos, y que tales principios y valores éticos por mínimos que estos sean, son propios de tratarse únicamente desde el plano teórico dentro del conocimiento de la ciencia política, ya que estos personajes sin el menor recato suelen hacerlos a un lado, porque seguro les estorban en sus intereses e intensiones personales.
Al menos esto sucedió en el caso del Estado de Coahuila, donde no existió principio alguno que se convirtiera en una especie de freno a los excesos que ahí se cometieron por el gobierno en turno de Humberto Moreira, por lo que, referirse a este tipo de valores en lo que hace a esta entidad, los mismos resultan ser inútiles como si fueran un catálogo de vaciladas, o si se quiere de expresiones idealistas y románticas, que solo encuentran cabida en los libros y en las aulas. Ello no significa exageración alguna, ya que así lo muestra con todo su rigor y esplendor el conocido y escandaloso Moreirazo.
Sí, a este estado su gobernador con licencia y actual flamante presidente nacional del PRI, Humberto Moreira, lo dejó hundido hasta el cuello con una deuda de 34000 mil millones de pesos, cuando se aseguraba que tal deuda era de tan solo 7000 millones. Pero déjese de aquel monto exorbitante, aquí lo que llama la atención es la forma en que se maquinó toda una estrategia fraudulenta para engañar no nada más al pueblo coahuilense, que debieron haber pensado que era ingenuo, sino a otras autoridades del orden federal que tienen que ver con la fiscalización del gasto público, así como también se engañó a la banca privada que en este asunto fungió como acreedora, y en general a todos los mexicanos, que quizá creyeron que somos idiotas o que de plano todo este caso único, llamado el “moreirazo”, al tiempo se nos olvidaría.
En efecto, resulta increíble que colaboradores cercanos de alta responsabilidad del entonces Gobernador de Coahuila, Huberto Moreira, hayan tramado la falsificación de decretos y demás documentos oficiales, así como la utilización de sellos estatales, para que las instituciones crediticias les autorizaran los préstamos millonarios solicitados a cargo de la deuda pública de esa entidad federativa.
Es decir, para salirse con la suya y engañar a todo mundo, urdieron acciones temerarias, muy propias de la delincuencia organizada.
Pero por mucho que el gobernador con licencia, Huberto Moreira lo niegue y sostenga que no se enteró de tales hechos fraudulentos, eso, seguro que ni sus nietos se lo van a creer, porque no es posible que no se haya dado cuenta de lo que hacían sus subalternos y menos aún cuando se trataba de endeudar al Estado de Coahuila hasta niveles injustificables. A esto se le llama cinismo y descaro, con lo que arteramente se ofende a todo ciudadano coahuilense y de pasada a los habitantes de este país.
Con todo ello queda claro que este es el nuevo PRI, que preside Humberto Moreira, totalmente al desnudo, y que como en el pasado se mueve en medio de los actos de corrupción que generan sus propios militantes, quienes hacen cuentas alegres al asegurar que su partido en el 2012 regresará a habitar la residencia oficial de los pinos.
Por el momento lo único cierto es que quien ayer en su calidad de presidente del PRI deslumbró a Enrique Peña Nieto por su agilidad mental y sus habilidades políticas, hoy se le ha convertido en el presidente priista incómodo, que le pesa como plomo, y que aunque su periodo como dirigente termina en el 2015, hay muchos que aseguran que en pocos días su cabeza rodará, porque ven a Humberto Moreira, líder nacional del PRI, sostenido en ese cargo tan solo con alfileres. Lo veremos.
Pálida tinta: Sí en el PRD han decidido llevar a cabo la elección de sus consejeros nacionales en el mes de diciembre, en los estados que les faltan, que son Oaxaca y Chiapas, lo cual implica que desacatarán una resolución del Tribunal Electoral del Poder Judicial Federal, ya que el próximo día 15 de noviembre les vence el término que este Tribunal les estableció para ese fin, situación innecesariamente complicada, toda vez que en lugar de que procedan en evidente rebeldía por el incumplimiento mismo, mejor deberían de solicitar a ese órgano jurisdiccional una prudente prórroga para dar el cumplimiento debido a la mencionada resolución, esgrimiendo los argumentos que estimen pertinentes, vaya, si quieren hasta la falacia de Jesús Zambrano, cuando a ese respecto ha expresado en distintas ocasiones que “no están obligados a lo imposible”.
En la actualidad muy pocos creen en los políticos, en razón de que el común denominador indica que la mayoría de estos personajes están desprestigiados por tener la fama de conducirse con falsedad, ser corruptos y haber demostrado que en el fondo no les interesa servir a la sociedad que formalmente representan, sino servirse de ella, como tampoco, en los hechos, han acreditado estar dispuestos a sacrificarse en aras de cumplir con el principio fundamental de la ciencia política que es el de procurar siempre el bien común. En esto, desde luego que existen las honrosas excepciones.
Sin embargo, a pesar de la denigración que hoy padece el político, lo cierto es que cuando se asume como gobernante, sea cual sea su trayectoria, se le tiene amplio respeto por ser la máxima autoridad, la que se convierte en garante del orden y de la seguridad pública. Es en quien la sociedad deposita toda su confianza y de quien se piensa que velará por el interés general, aunado a que se le considera investido de valores tales como, la virtud, la ética, la moral, la honestidad, la justicia, la rectitud, la solidaridad, entre muchos otros.
Pero sin ir más lejos en estas cuestiones muchas veces utópicas, alusivas al buen gobernante, volvamos nuestra realidad, la que hoy nos indica que ciertamente el pueblo es sabio al tener razón en desconfiar y no creer en los políticos, y que tales principios y valores éticos por mínimos que estos sean, son propios de tratarse únicamente desde el plano teórico dentro del conocimiento de la ciencia política, ya que estos personajes sin el menor recato suelen hacerlos a un lado, porque seguro les estorban en sus intereses e intensiones personales.
Al menos esto sucedió en el caso del Estado de Coahuila, donde no existió principio alguno que se convirtiera en una especie de freno a los excesos que ahí se cometieron por el gobierno en turno de Humberto Moreira, por lo que, referirse a este tipo de valores en lo que hace a esta entidad, los mismos resultan ser inútiles como si fueran un catálogo de vaciladas, o si se quiere de expresiones idealistas y románticas, que solo encuentran cabida en los libros y en las aulas. Ello no significa exageración alguna, ya que así lo muestra con todo su rigor y esplendor el conocido y escandaloso Moreirazo.
Sí, a este estado su gobernador con licencia y actual flamante presidente nacional del PRI, Humberto Moreira, lo dejó hundido hasta el cuello con una deuda de 34000 mil millones de pesos, cuando se aseguraba que tal deuda era de tan solo 7000 millones. Pero déjese de aquel monto exorbitante, aquí lo que llama la atención es la forma en que se maquinó toda una estrategia fraudulenta para engañar no nada más al pueblo coahuilense, que debieron haber pensado que era ingenuo, sino a otras autoridades del orden federal que tienen que ver con la fiscalización del gasto público, así como también se engañó a la banca privada que en este asunto fungió como acreedora, y en general a todos los mexicanos, que quizá creyeron que somos idiotas o que de plano todo este caso único, llamado el “moreirazo”, al tiempo se nos olvidaría.
En efecto, resulta increíble que colaboradores cercanos de alta responsabilidad del entonces Gobernador de Coahuila, Huberto Moreira, hayan tramado la falsificación de decretos y demás documentos oficiales, así como la utilización de sellos estatales, para que las instituciones crediticias les autorizaran los préstamos millonarios solicitados a cargo de la deuda pública de esa entidad federativa.
Es decir, para salirse con la suya y engañar a todo mundo, urdieron acciones temerarias, muy propias de la delincuencia organizada.
Pero por mucho que el gobernador con licencia, Huberto Moreira lo niegue y sostenga que no se enteró de tales hechos fraudulentos, eso, seguro que ni sus nietos se lo van a creer, porque no es posible que no se haya dado cuenta de lo que hacían sus subalternos y menos aún cuando se trataba de endeudar al Estado de Coahuila hasta niveles injustificables. A esto se le llama cinismo y descaro, con lo que arteramente se ofende a todo ciudadano coahuilense y de pasada a los habitantes de este país.
Con todo ello queda claro que este es el nuevo PRI, que preside Humberto Moreira, totalmente al desnudo, y que como en el pasado se mueve en medio de los actos de corrupción que generan sus propios militantes, quienes hacen cuentas alegres al asegurar que su partido en el 2012 regresará a habitar la residencia oficial de los pinos.
Por el momento lo único cierto es que quien ayer en su calidad de presidente del PRI deslumbró a Enrique Peña Nieto por su agilidad mental y sus habilidades políticas, hoy se le ha convertido en el presidente priista incómodo, que le pesa como plomo, y que aunque su periodo como dirigente termina en el 2015, hay muchos que aseguran que en pocos días su cabeza rodará, porque ven a Humberto Moreira, líder nacional del PRI, sostenido en ese cargo tan solo con alfileres. Lo veremos.
Pálida tinta: Sí en el PRD han decidido llevar a cabo la elección de sus consejeros nacionales en el mes de diciembre, en los estados que les faltan, que son Oaxaca y Chiapas, lo cual implica que desacatarán una resolución del Tribunal Electoral del Poder Judicial Federal, ya que el próximo día 15 de noviembre les vence el término que este Tribunal les estableció para ese fin, situación innecesariamente complicada, toda vez que en lugar de que procedan en evidente rebeldía por el incumplimiento mismo, mejor deberían de solicitar a ese órgano jurisdiccional una prudente prórroga para dar el cumplimiento debido a la mencionada resolución, esgrimiendo los argumentos que estimen pertinentes, vaya, si quieren hasta la falacia de Jesús Zambrano, cuando a ese respecto ha expresado en distintas ocasiones que “no están obligados a lo imposible”.
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