¡Que pase el desgraciado!

Francisco Rodríguez / Índice Político

Siempre que me atraganto, sucede. Llegan las pesadillas, los sueños entremezclados. Ahora no fueron los tacos ingeridos antes de ir a la cama, sino la comida dominical. ¡Una bomba! Caldo gallego, con enormes y deliciosas fabes, más una generosa porción de lechón al estilo de Cándido, el de Segovia, con rebanadas de tomate impregnadas de ajo y aceite de oliva. Y de postre, un strudel de ate con queso. Un poco más y me indigesto, ¡palabra de tragón!

Cené leve, eso sí: un café. Pero me atiborré de información. La de “la señorita Laura”, las diatribas a su staff, y el calificativo “putita” a una de las invitadas a su horrendo show…

Y luego, la de los amagos del ocupante de Los Pinos a quienes le hemos demandado –yo firmé de los primeros, y me atengo a las consecuencias– ante la Corte Penal Internacional. ¡Otra bomba!

Fue inevitable, entonces, que sobrevinieran las pesadillas, los sueños entremezclados.

Y es que por ahí de las dos de la madrugada me desperté sudando y sobresaltado.

Acababa de delirar. Había soñado que Felipe Calderón estaba sentado en el banquillo de los acusados, pero no en La Haya, sino en un estudio de televisión, y que comparecía no ante los 18 jueces que integran a la International Criminal Court, sino frente a la ex peruana y ahora mexicana señora Bozzo.

Mi subconsciente ya había proyectado, por supuesto, el grito destemplado que es el sello de tan cuestionada conductora:

– “¡Que pase el desgraciado!”

Y, claro, había visto al personaje “chaparrito, peloncito, de lentes” –como lo describió uno de sus ex correligionarios– ingresar al plateau arrastrando los pies para posteriormente arrastrar las palabras.

– A sus órrrrdenes, señorita Laura.

Acto seguido, Laura Cecilia Bozzo Rotondo, que así completito se llama “la señorita”, comenzaba su perorata, un tanto cuanto moralina, sobre cómo era posible que, incongruente, Calderón se dijera democrático y actuara con actitudes totalmente totalitarias.

– Mire, le leo –Bozzo tomaba un papel ajado, con el sello del escudo nacional mexicano–, para que entienda de lo que le estoy hablando: “Es absurdo siquiera tratar de equiparar lo que un gobierno democrático hace para preservar la ley y defender a las familias de los criminales, con delitos de lesa humanidad que son cometidos por Estados autoritarios, orientados al exterminio de una población por razones étnicas, religiosas o políticas. Ese no es el caso de México que tiene una democracia vibrante, con poderes independientes y equilibrados entre sí, con instituciones de derechos humanos autónomas y un sistema de libertades y garantías y vigencia de derechos humanos como pocas naciones en desarrollo”…

“La señorita Laura” tomaba un respiro, tras la lectura de tan farragosa redacción y espetaba a su invitado:

– Pero ¿por qué mientes, infeliz? ¿Cuál estado democrático? Si te comportas como un tirano, un desgraciado opresor de las libertades al censurar a quienes te censuran, al amenazarlos…

A lo que Calderón respondía:

– Señorita Laura, ese no soy yo… es otro…

– ¿Cómo es que vas a actuar en contra de ellos? –preguntaba la delgadísima rubia a su canoso, pero eso sí siempre bronceado, invitado–. ¿Los vas a matar? ¿Para que crezca el número de fallecidos en tu sexenio? ¿Qué vas a hacerles a esos casi 25 mil ciudadanos que demandan que se te enjuicie por crímenes de guerra?

– Señorita Laura, ese no soy yo… es otro –respondía Calderón.

Pero la Bozzo no cesaba en su interrogatorio.

– ¿Qué leyes les son aplicables a tus críticos y detractores, reyezuelo? ¿Los vas a enjuiciar o sólo a matarlos “en caliente”? ¿Qué crees que la comunidad internacional va a pensar de tu “ardida” respuesta? ¿Qué pensabas cuando, con tu equipo de cuates, redactabas este comunicado? –y blandía, otra vez, el ajado papel–. ¿Eres o te haces?

– Señorita Laura, ese no soy yo… atinaba a responder un sudoroso Calderón, antes de irse encima de “la señorita” y ser tackleado por un par de guaruras de la Bozzo, enfundados en negro.

Fue ahí que me desperté y, claro, me hice una promesa.

Para el próximo domingo vamos a comer sushi.

Índice Flamígero: Vale preguntar si el comunicado de Los Pinos CGCS-196 en donde se concluye que “las imputaciones al Gobierno de México son claramente infundadas e improcedentes, como lo señalan ya las voces más autorizadas en la materia. Sin embargo, constituyen en sí mismas verdaderas calumnias, acusaciones temerarias que dañan no sólo a personas e instituciones, sino que afectan terriblemente el buen nombre de México, por lo cual, el Gobierno de la República explora todas las alternativas para proceder legalmente en contra de quienes las realizan en distintos foros e instancias nacionales e internacionales”, ¿también asume la defensa de otro de los demandados, Joaquín “El Chapo” Guzmán?

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