Jorge Diaz
Esta semana torna interesante el proceso interno de los partidos PAN y PRD, para escoger al candidato que los abandere en la ya de por sí difícil hazaña de bajar de la nube en la que anda el golden boy priista.
Se respira una atmosfera de emociones contenidas entre los personajes y se observa una muy forzada mueca por parte de ellos, al querer hacernos pensar que serán armoniosos y sobre todo respetuosos en caso de contar con resultados adversos a sus aspiraciones.
En el Caso del PRD, tenemos a un Andrés Manuel López Obrador lejano, sino es que ausente. Ha dejado prácticamente toda la escena a su adversario Marcelo Ebrard en las últimas semanas, lo que provoca más dudas que certezas. Qué demuestra esta actitud por parte del tabasqueño: quizá sobrada confianza, quizá resignación ante sus negativos y los números en contra que presentan las encuestas, cuando se compara a cualquier posible candidato frente a Enrique Peña Nieto o, un acuerdo previo en las cúpulas de los partidos de izquierda, lo que convertiría todos los amagues anteriores en pirotecnia.
Por su parte, Marcelo Ebrard se echa para adelante y no obstante su promesa de respetar los resultados y demostrar civilidad, se antoja improbable un proceso aterciopelado. Después del numerito del pasado ejercicio electoral perredista para elegir representantes, en el que otra vez demostraron tener todo en desorden y estar secuestrado por sus tribus, no se ve por donde haya cordura. Nada indica que las cosas serán de otro modo cuando recientemente presenciamos un enfrentamiento agresivo, precisamente de los grupos que defienden las posiciones de ambos protagonistas.
El caso del PAN es de sonrisas fingidas, toda vez que los anhelos del presidente Calderón están en los suelos después de la más reciente encuesta, donde claramente se marca la caída de su delfín Ernesto Cordero, es de esperarse un pleito previo lejos de las cámaras, en las entrañas del partido.
Si bien parece imposible una acción por parte del Presidente y su delfín, en sentido de forzar las elecciones internas a favor de este último, por el desprestigio que supone tal acción, es probable un gran acoso hacia la persona de Josefina Vázquez Mota y su equipo, para obligarlos a ceder posiciones, posturas y hasta contenido en los discursos, en preparación de lo que sería una posible candidatura por la presidencia. Si Vázquez Mota sale triunfadora en su partido y quiere contar con el apoyo del aparato que sólo se enciende en Los Pinos, será obligada a adoptar ciertas medidas que no necesariamente tienen que ver con su plan inicial.
Así pues estimado lector, pronto estaremos presenciando el resultado de las guerras internas en estos partidos, algunas con bastante sutileza y quizá otras con muy bajos instintos; pero eso sí, las promesas de civilidad por parte de ellos ahí están ¿Usted les cree?… Yo tampoco.
Esta semana torna interesante el proceso interno de los partidos PAN y PRD, para escoger al candidato que los abandere en la ya de por sí difícil hazaña de bajar de la nube en la que anda el golden boy priista.
Se respira una atmosfera de emociones contenidas entre los personajes y se observa una muy forzada mueca por parte de ellos, al querer hacernos pensar que serán armoniosos y sobre todo respetuosos en caso de contar con resultados adversos a sus aspiraciones.
En el Caso del PRD, tenemos a un Andrés Manuel López Obrador lejano, sino es que ausente. Ha dejado prácticamente toda la escena a su adversario Marcelo Ebrard en las últimas semanas, lo que provoca más dudas que certezas. Qué demuestra esta actitud por parte del tabasqueño: quizá sobrada confianza, quizá resignación ante sus negativos y los números en contra que presentan las encuestas, cuando se compara a cualquier posible candidato frente a Enrique Peña Nieto o, un acuerdo previo en las cúpulas de los partidos de izquierda, lo que convertiría todos los amagues anteriores en pirotecnia.
Por su parte, Marcelo Ebrard se echa para adelante y no obstante su promesa de respetar los resultados y demostrar civilidad, se antoja improbable un proceso aterciopelado. Después del numerito del pasado ejercicio electoral perredista para elegir representantes, en el que otra vez demostraron tener todo en desorden y estar secuestrado por sus tribus, no se ve por donde haya cordura. Nada indica que las cosas serán de otro modo cuando recientemente presenciamos un enfrentamiento agresivo, precisamente de los grupos que defienden las posiciones de ambos protagonistas.
El caso del PAN es de sonrisas fingidas, toda vez que los anhelos del presidente Calderón están en los suelos después de la más reciente encuesta, donde claramente se marca la caída de su delfín Ernesto Cordero, es de esperarse un pleito previo lejos de las cámaras, en las entrañas del partido.
Si bien parece imposible una acción por parte del Presidente y su delfín, en sentido de forzar las elecciones internas a favor de este último, por el desprestigio que supone tal acción, es probable un gran acoso hacia la persona de Josefina Vázquez Mota y su equipo, para obligarlos a ceder posiciones, posturas y hasta contenido en los discursos, en preparación de lo que sería una posible candidatura por la presidencia. Si Vázquez Mota sale triunfadora en su partido y quiere contar con el apoyo del aparato que sólo se enciende en Los Pinos, será obligada a adoptar ciertas medidas que no necesariamente tienen que ver con su plan inicial.
Así pues estimado lector, pronto estaremos presenciando el resultado de las guerras internas en estos partidos, algunas con bastante sutileza y quizá otras con muy bajos instintos; pero eso sí, las promesas de civilidad por parte de ellos ahí están ¿Usted les cree?… Yo tampoco.
Comentarios