Pobreza violenta

Gregorio Ortega Molina / La Costumbre Del Poder

Recuerdo con claridad la estúpida frase que refiere a la pobreza digna, porque no se puede vivir con dignidad cuando se carece de casi todo, ¡vamos!, ni siquiera el comportamiento puede dignificar al ser humano, de allí la decadencia en la venta de servicios, pregunten si no al cliente. En cuanto el tú sustituyó al usted creyeron igualar lo desigual. Fue el principio del fin.

No se trata de ser distintos, diferentes, sino de hacer prevalecer esos valores que evitaron o retardaron el ninguneo y facilitaban el ascenso económico y social, porque lo importante es igualar hacia arriba, nunca hacia abajo. Se perdieron las normas de socialización que garantizaban respeto mutuo sin importar jerarquías. El tratar de usted al mesero, al vendedor, al limpiabotas, les confiere deferencia por su trabajo, se aprecia su servicio y su persona; hacerlo con un banquero o un funcionario público de alta jerarquía, sólo significa el señalamiento de una distancia: el que usted tenga poder y dinero, de ninguna manera quiere decir que sean iguales; el inferior advierte: tengo valor como persona, es intrínseco, usted sólo cuenta por lo que es.

Hoy eso que permitía vivir en armonía y disputar por todo con reglas del juego precisas, desapareció gracias a la actitud filo religiosa y política de quienes se hicieron con el poder, al menos desde 1982, cuando se decidió sepultar el proyecto de la Revolución y se determinó desincorporar las propiedades del Estado, incluso la consciencia.

México es un país inmerso en una gran contradicción: mientras progresa a pasos de gigante en macroeconomía, la salud y demás manifestaciones del medido éxito de ciertas políticas públicas, involucionan en lo que únicamente puede medirse a través del comportamiento social de sus habitantes, y éste es muy violento. No vengan con las zarandajas de que hay otras naciones más violentas que la mexicana, eso a nadie importa, lo trascendente es que este país no sufría lo que hoy padece. La única comparación posible es con el pasado de la nación, y en eso, ¡qué gran pérdida!

De allí que los cárteles recluten con tanta facilidad, porque los muy pobres no quieren tener lo que poseen los más ricos, sino que necesitan, como del aire, vengarse de esa actitud que los nulificó, los convirtió en cero a la izquierda, los ninguneó. Trate de tú a un mesero, compórtese con él de manera insolente, y es muy posible que entre la cocina y su mesa le escupa el plato de sopa que con tanto placer degustará. Dele su lugar en el mundo, y recibirá una atención inmerecida.

La pobreza mexicana se ha tornado rencorosa, violenta, por esa actitud despectiva de quienes gobiernan y quienes les hacen el favor de dar empleo a los miserables; de seguir ese modelo de comportamiento quienes gobiernan y efectivamente mandan, pronto, muy pronto pagarán las consecuencias.

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