¿Para dónde Jose?

Raymundo Riva Palacio / Estrictamente Personal

Josefina Vázquez Mota es un torbellino. Presentaciones de libros, viajes relámpagos para dar una conferencia en Washington y visitar a la comunidad mexicana en Estados Unidos. Giras de promoción personal a Madrid donde, para que sepan dónde anda y con quién se codea, se entrevistó con el ex presidente José María Aznar y saludó al próximo presidente del gobierno español, Mariano Rajoy. Todo es ella, alrededor de ella, a quien tantos ven como la futura candidata del PAN a la Presidencia de México. ¿Será posible?

Ella así lo dice. Enfoca su energía en cargas de trabajo que a decir de sus colaboradores, son extenuantes y a todos deja vencidos. Circula a casi 20 horas por día, siete días a la semana, que le ha robado prácticamente la vida privada, pues sus jornadas comienzan con llamadas a sus más cercanos, para evaluar o comentar dichos en la prensa desde las cinco de la mañana, sin término hasta bien pasadas las once de la noche.

En las dos últimas semanas ha mantenido el rumbo, aunque no se sabe si también el foco. La pregunta es si es para ocupar espacio fingiendo que trabaja por la candidatura, o si administra su ventaja frente a sus adversarios por la nominación ante la opinión pública, o de plano ya sabe que no tiene la fuerza en el PAN para ganar y espera que la percepción de la gente afuera del partido, le cambie la ecuación adentro del azul.

Vázquez Mota, que quiere ser presidenta de México desde que era secretaria de Desarrollo Social en el gobierno de Vicente Fox, lanza mensajes cruzados. Las dos semanas anteriores son un ejemplo.

Sus libros son de entrevistas con líderes, no sus ideas de cómo hacer un gobierno o su visión de país. Ha incrementado sus encuentros con empresarios para recaudar fondos para su campaña, aunque antes tiene que ganar la candidatura. La gira a comunidades mexicanas en Estados Unidos son improductivas en este momento porque su reto es ganar adeptos dentro del PAN, cuyos militantes votarán a finales del invierno por un candidato presidencial, y no simpatizantes ajenos a ese proceso. El viaje a España, con un fin promocional, también es un desperdicio de tiempo que pudo haber invertido en seguir convenciendo a los panistas que ella debe ser la candidata azul para mantener el poder en Los Pinos, y no en mostrarles que es ella quien debe ser presidente.

La única mujer en esta precontienda electoral, ha dejado el terreno libre para quien quiera tomarlo. A diferencia de ella, cuyo trabajo interno entre los militantes panistas parece suspendido, Santiago Creel no deja de viajar por el país para buscar elevar el valor de su precandidatura, y Ernesto Cordero busca ocupar todos los espacios. En cinco días presentó dos propuestas de gobierno al público, y su nivel de reu-niones con todo tipo de grupos de interés, en forma abierta o cerrada, tiene saturada su agenda. Vázquez Mota ocupa líneas ágata en la prensa extranjera, mientras Cordero llena a los periódicos mexicanos y agrega impactos en medios electrónicos.

Es como si Vázquez Mota sólo administrara su imagen a sabiendas que la candidatura presidencial se le escapó de las manos. Lo que intriga es que frente a la opinión pública, no hay mejor candidato del PAN para enfrentar a Enrique Peña Nieto y a Andrés Manuel López Obrador que ella. Supera ampliamente a Creel y a Cordero en las preferencias de voto, aunque Cordero insiste que la lucha está mucho más pareja de lo que se cree, y que los números que le dan a ella la ventaja, no reflejan realmente lo que se piensa dentro del PAN. No hay manera, actualmente, de tener una medición certera sobre lo que dicen ambos, pero hay señales contradictorias que manda Vázquez Mota.

En el PAN están en busca de un candidato que se enfrente a Peña Nieto de manera abierta. Vázquez Mota no toca a Peña Nieto en ningún discurso, que tampoco hace Creel, y que Cordero no deja pasar oportunidad para criticarlo y retarlo. Vázquez Mota no alude negativamente al PRI, lo que Cordero sí toma como uno de los ejes de su discurso para denostarlo y ametrallar a su líder nacional, Humberto Moreira. Vázquez Mota no tiene resuelto si se presenta como una aspirante anti status quo como Creel, o como un proyecto de continuidad, como Cordero subraya su calderonismo cada vez que puede.

Metida en las contradicciones, no parece obtener rédito de ninguna de las dos posiciones, y en cambio está hundida en el océano de la indecisión. Sin embargo, es la mejor calificada entre los panistas. No se puede pensar que está administrando su ventaja porque la decisión del PAN no tomará en cuenta lo que piensa toda la ciudadanía, sino sólo el padrón panista en el país. Pero al mismo tiempo, no tiene al panismo como su principal auditorio, sino al que no vota ni cuenta para esta parte del proceso. ¿Será acaso que su apuesta es seguir creciendo en población abierta para convencer al panismo que es ella y no el delfín presidencial, la fórmula ganadora para 2012?

La respuesta no la tiene nadie salvo ella, con un tablero político ante sus ojos que le ayude a calcular si lo que busca realmente es ganar la candidatura con la presión de la opinión de los no panistas que la prefieren sobre Cordero, o ganar perdiendo, al dejar la percepción anidada en el electorado nacional que nadie más en el PAN era quien podía haber dado la batalla ante Peña Nieto, pero que perdió en mala lid con el candidato del presidente, y alcanzar una nueva rencarnación política transexenal.

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