Andy Novell F.
Hay situaciones que deben llamar la atención de las autoridades federales en algunos municipios del Estado de México, el hecho de no escuchar sobre balaceras o ejecutados en algunas regiones, no es sinónimo de que las cosas estén muy bien.
Hemos hablado de algunas situaciones complicadas en municipios del oriente del Edomex, como el corredor oriente que compone Tlalmanalco, Ixtapaluca, Chalco, Valle de Chalco y Netzahualcóyotl, donde el crimen organizado se ha refugiado entre el silencio y la protección de algunas autoridades de los ayuntamientos.
No es fácil para cientos de padres en el municipio de Valle de Chalco desembolsar 10 pesos por hijo para darlos al crimen organizado por la llamada cuota, no es fácil para esos padres de familia que en algunos casos no tienen los recursos suficientes o están desempleados para dar ese dinero, lo que genera el miedo de que sus hijos puedan ser secuestrados.
Ayer que pasé por ese municipio y me introduje entre sus principales vialidades, me percaté que de las tres avenidas importantes de acceso, solo en una hay limpiaparabrisas, solo en la que conduce al Palacio Municipal y casualmente al llamado cerro de Xico, donde de acuerdo a los policías municipales, ahí se refugia la llamada “maña”, o sea, los delincuentes.
Así como este municipio, Ixtapaluca y Chalco sufren del mismo mal, el mal que se ha extendido en todo el país: la diferencia es que estos municipios tan cercanos al Distrito Federal no están catalogados como puntos rojos, esto se debe a que sus alcaldes y el propio gobernador mexiquense se han encargado en borrarlos del mapa delincuencial.
Pero no es necesario ser un experto en seguridad o en sociología criminal para percatarse que solo se necesita calles sin servicios públicos, falta de oportunidades laborales y familias desintegradas, como hay miles en estos municipios para ser caldo de cultivo en potencia para el crimen organizado.
Hasta cuándo estos alcaldes y gobernadores dejarán de explotar estos sectores de bajos recursos para su avaricia electoral, hasta cuándo se pondrán a trabajar y evitar que el crimen organizado comience a tomar el poder; si claro que hay un poder alterno en estos municipios.
Por una parte, está el gobernador en turno que lo único que le interesa es promocionar la obra del gobierno o la entrega de la despensa; por el otro está el poder del miedo e inseguridad que cobra de manera efectiva sus impuestos, esos impuestos que van de los cinco a 10 mil pesos semanales que alcanza para repartir a algunos servidores públicos.
Si los propios policías municipales saben de la existencia de células del narcotráfico en estos municipios, saben de su ubicación, nombre y apodo, por qué las autoridades federales no actúan. ¿Dónde está la falla, en la denuncia o en las ganas de trabajar?
Hay situaciones que deben llamar la atención de las autoridades federales en algunos municipios del Estado de México, el hecho de no escuchar sobre balaceras o ejecutados en algunas regiones, no es sinónimo de que las cosas estén muy bien.
Hemos hablado de algunas situaciones complicadas en municipios del oriente del Edomex, como el corredor oriente que compone Tlalmanalco, Ixtapaluca, Chalco, Valle de Chalco y Netzahualcóyotl, donde el crimen organizado se ha refugiado entre el silencio y la protección de algunas autoridades de los ayuntamientos.
No es fácil para cientos de padres en el municipio de Valle de Chalco desembolsar 10 pesos por hijo para darlos al crimen organizado por la llamada cuota, no es fácil para esos padres de familia que en algunos casos no tienen los recursos suficientes o están desempleados para dar ese dinero, lo que genera el miedo de que sus hijos puedan ser secuestrados.
Ayer que pasé por ese municipio y me introduje entre sus principales vialidades, me percaté que de las tres avenidas importantes de acceso, solo en una hay limpiaparabrisas, solo en la que conduce al Palacio Municipal y casualmente al llamado cerro de Xico, donde de acuerdo a los policías municipales, ahí se refugia la llamada “maña”, o sea, los delincuentes.
Así como este municipio, Ixtapaluca y Chalco sufren del mismo mal, el mal que se ha extendido en todo el país: la diferencia es que estos municipios tan cercanos al Distrito Federal no están catalogados como puntos rojos, esto se debe a que sus alcaldes y el propio gobernador mexiquense se han encargado en borrarlos del mapa delincuencial.
Pero no es necesario ser un experto en seguridad o en sociología criminal para percatarse que solo se necesita calles sin servicios públicos, falta de oportunidades laborales y familias desintegradas, como hay miles en estos municipios para ser caldo de cultivo en potencia para el crimen organizado.
Hasta cuándo estos alcaldes y gobernadores dejarán de explotar estos sectores de bajos recursos para su avaricia electoral, hasta cuándo se pondrán a trabajar y evitar que el crimen organizado comience a tomar el poder; si claro que hay un poder alterno en estos municipios.
Por una parte, está el gobernador en turno que lo único que le interesa es promocionar la obra del gobierno o la entrega de la despensa; por el otro está el poder del miedo e inseguridad que cobra de manera efectiva sus impuestos, esos impuestos que van de los cinco a 10 mil pesos semanales que alcanza para repartir a algunos servidores públicos.
Si los propios policías municipales saben de la existencia de células del narcotráfico en estos municipios, saben de su ubicación, nombre y apodo, por qué las autoridades federales no actúan. ¿Dónde está la falla, en la denuncia o en las ganas de trabajar?
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