Moreira, ¿falsificador?

Gregorio Ortega Molina / La Costumbre Del Poder

El domingo 13 de noviembre -gracias a una chicana coahuilense- se hicieron públicas las preferencias, pero no se conjuraron las divisiones dentro del PRI, aunque desde el martes 15 la postulación de Andrés Manuel López Obrador debiera obligar al Consejo Político Nacional replantear su estrategia para hacerse con el poder, revisar la conveniencia o no de que Humberto Moreira prolongue el daño que causa a ese instituto político.

Algo extraño ocurre con las acusaciones de la autoridad hacendaria sobre la falsificación de documentos oficiales, pues hay quien me dice que es un delito equiparable al fraude, que éste se persigue de oficio, por lo cual el profesor Moreira debiera contar ya con abogados, y la PGR haber solicitado una orden de aprehensión.

La misma persona que me advierte sobre lo que en la lógica jurídica debiera estar ocurriendo, me dice que sobre ésta prevalece la necesidad política, pues no es lo mismo detener e intentar instruirle juicio al presidente del PRI antes del inicio de la contienda electoral de 2012, que en pleno fragor por obtener los sufragios y el poder, y que el Consejo Político Nacional del PRI se equivoca al sostenerlo, como el mismo ex gobernador coahuilense se tropieza al insistir en su permanencia, porque disminuye las oportunidades del regreso a Los Pinos, pues quienes consideran que es Andrés Manuel López Obrador el que va por la revancha, no se detienen a pensar que es la sociedad, esa sociedad que se quedó al 0.56 por ciento de llevar a su candidato al poder, la que se reestructura y procede a cobrarse los agravios, los crueles agravios infligidos por Acción Nacional, pero tolerados o avalados por el PRI.

Si Humberto Moreira chicaneó con la convocatoria para el registro de candidatos, es creíble que haya hecho lo mismo con los documentos oficiales que, afirman, toleró que falsificaran u ordenó que falsificaran para obtener mayores recursos fiscales, cuyo destino carece de importancia ante el hecho del fraude, porque implica una conducta ajena a la imagen de cambio que quieren ofrecer a la sociedad para que los lleve, otra vez, a la silla del águila.

Desconozco cuál pueda ser el desenlace de las elecciones presidenciales, pero si en el futuro corresponde al PRI quedarse en el umbral del poder por una diferencia de 0.56 por ciento, ésta se deberá a que se alargó de manera innecesaria la permanencia de Moreira como presidente del CEN.

Non serviam dijo Luzbel al Señor. La soberbia es el peor de los pecados, pero siempre se reincide; todo indica que López Obrador necesita dar la impresión de estar curado, se muestra dispuesto a servir, pero también -por su comportamiento- puede deducirse que en el CPN PRI no quieren escuchar a nadie, ya no digamos a las bases, simpatizantes y electores. Acuérdense, el 0.56 por ciento es la diferencia entre tenerlo y no, y se trata del poder.

Comentarios