Carmen Aristegui
La Cofetel lanzó una convocatoria para una consulta sobre un tema debatido largamente, por décadas, en foros, seminarios, encuentros académicos, legislativos, etcétera, por el cual cruzan todo tipo de intereses, poderes y expectativas: la televisión abierta.
La consulta ha sido interpretada de diferentes maneras. Se pueden identificar tres grupos de personas para ello: el primero, de los que creen que no es sino una tomadura de pelo, para seguir pateando el bote, sin que quien puede y debe tomar las decisiones se decida a hacerlo sin necesidad de llamar a consultas de lo que ya todos saben debería hacerse.
Otros abrigan esperanzas, creyendo que en la consulta viene implícita una decisión ya tomada de licitar frecuencias para abrir más canales de televisión. Aquí se piensa que, desde la debilidad de un sexenio que termina como éste, se puede tomar una decisión trascendental que permita romper la estructura duopólica que caracteriza a la televisión y con ello pasar a la historia.
Un tercer grupo, más especializado, piensa que, con consulta o sin ella, si el Gobierno decide abrir licitaciones para la televisión abierta, podría llegar a ser, ahora, poco relevante. Aquí se plantea que el desarrollo de las tecnologías actuales, con sistemas de triple, cuádruple o total play; los multicanales, el multiplexeo y demás asuntos de los que se habla en el mundo de las telecomunicaciones, ha tenido un manejo que lejos de desconcentrar poder han fortalecido a los mismos actores dominantes que hoy rigen la televisión abierta.
El punto extremo llegaría si es aprobada la alianza, prácticamente orgánica, entre Salinas Pliego y Emilio Azcárraga para operar juntos también Iusacell. Los que piensan que –aun cuando se realizaran licitaciones para frecuencias de televisión abierta– el poder ampliado con las nuevas tecnologías a quienes hoy dominan el mercado analógico y el potencial del inevitable proceso de digitalización hacen muy poco atractivo ahora –dicen– invertir cantidades millonarias para desarrollar televisión analógica. Los incentivos de inversión están en las otras posibilidades. Especialmente ahora que quedó libre el decreto presidencial para adelantar el “apagón analógico” y culminarlo en 2015.
La consulta pública para la licitación de frecuencias para televisión abierta, emitida por Cofetel, está compuesta de 14 preguntas que vienen acompañadas de una “Atenta nota” en donde se sugiere revisar un documento de referencia antes de dar respuesta a las interrogantes.
El documento de referencia –que es un buen documento didáctico– contiene básicamente las informaciones que permiten sostener la respuesta principal a la pregunta formulada con el número 1: ¿Considera que la oferta en México de televisión abierta es suficiente? Con las evidencias públicas y con la información que proporciona la Cofetel para la consulta no hay forma de contestar con un sí. Evidentemente que la oferta en la televisión abierta es insuficiente y que urge hacer algo al respecto.
Cofetel afirma en su documento, sin mencionar por su nombre ni a Televisa ni a Televisión Azteca, aunque ciertamente no hace falta, que dos empresas en México “tienen relación con el 95% del total de estaciones concesionadas del país”. Se hace mención de la televisión de paga y de su penetración, no obstante ello todavía “es baja en comparación con el 94.7% de penetración que logra la televisión abierta”.
Sobre el mercado y la publicidad, el documento señala que, según estimaciones, “el 99% de la inversión de los anunciantes en televisión abierta se concentra en las dos empresas principales del país”.
Al exponer la experiencia internacional con los nuevos canales digitales, señala que en España entraron al mercado empresas distintas a las que ya existían. Pasaron de 6 canales a 29; en el Reino Unido, de 5 a 43, y en Francia, de 6 a 23. Si esa es la perspectiva, ¿alguien invertiría en la televisión analógica si lo que viene es lo digital y todo lo demás?
La consulta a la que convoca Cofetel llama mucho la atención, precisamente, porque no queda claro si –en efecto– es el paso previo para abrir la licitación de frecuencias para la televisión analógica, lo cual sería –independientemente de lo tardío de la decisión– un hecho histórico o si se trata de destacar –en el fondo– lo importante del tránsito a la digitalización, adelantado por el decreto presidencial. No transcurrirá mucho tiempo antes de que lo sepamos.
La Cofetel lanzó una convocatoria para una consulta sobre un tema debatido largamente, por décadas, en foros, seminarios, encuentros académicos, legislativos, etcétera, por el cual cruzan todo tipo de intereses, poderes y expectativas: la televisión abierta.
La consulta ha sido interpretada de diferentes maneras. Se pueden identificar tres grupos de personas para ello: el primero, de los que creen que no es sino una tomadura de pelo, para seguir pateando el bote, sin que quien puede y debe tomar las decisiones se decida a hacerlo sin necesidad de llamar a consultas de lo que ya todos saben debería hacerse.
Otros abrigan esperanzas, creyendo que en la consulta viene implícita una decisión ya tomada de licitar frecuencias para abrir más canales de televisión. Aquí se piensa que, desde la debilidad de un sexenio que termina como éste, se puede tomar una decisión trascendental que permita romper la estructura duopólica que caracteriza a la televisión y con ello pasar a la historia.
Un tercer grupo, más especializado, piensa que, con consulta o sin ella, si el Gobierno decide abrir licitaciones para la televisión abierta, podría llegar a ser, ahora, poco relevante. Aquí se plantea que el desarrollo de las tecnologías actuales, con sistemas de triple, cuádruple o total play; los multicanales, el multiplexeo y demás asuntos de los que se habla en el mundo de las telecomunicaciones, ha tenido un manejo que lejos de desconcentrar poder han fortalecido a los mismos actores dominantes que hoy rigen la televisión abierta.
El punto extremo llegaría si es aprobada la alianza, prácticamente orgánica, entre Salinas Pliego y Emilio Azcárraga para operar juntos también Iusacell. Los que piensan que –aun cuando se realizaran licitaciones para frecuencias de televisión abierta– el poder ampliado con las nuevas tecnologías a quienes hoy dominan el mercado analógico y el potencial del inevitable proceso de digitalización hacen muy poco atractivo ahora –dicen– invertir cantidades millonarias para desarrollar televisión analógica. Los incentivos de inversión están en las otras posibilidades. Especialmente ahora que quedó libre el decreto presidencial para adelantar el “apagón analógico” y culminarlo en 2015.
La consulta pública para la licitación de frecuencias para televisión abierta, emitida por Cofetel, está compuesta de 14 preguntas que vienen acompañadas de una “Atenta nota” en donde se sugiere revisar un documento de referencia antes de dar respuesta a las interrogantes.
El documento de referencia –que es un buen documento didáctico– contiene básicamente las informaciones que permiten sostener la respuesta principal a la pregunta formulada con el número 1: ¿Considera que la oferta en México de televisión abierta es suficiente? Con las evidencias públicas y con la información que proporciona la Cofetel para la consulta no hay forma de contestar con un sí. Evidentemente que la oferta en la televisión abierta es insuficiente y que urge hacer algo al respecto.
Cofetel afirma en su documento, sin mencionar por su nombre ni a Televisa ni a Televisión Azteca, aunque ciertamente no hace falta, que dos empresas en México “tienen relación con el 95% del total de estaciones concesionadas del país”. Se hace mención de la televisión de paga y de su penetración, no obstante ello todavía “es baja en comparación con el 94.7% de penetración que logra la televisión abierta”.
Sobre el mercado y la publicidad, el documento señala que, según estimaciones, “el 99% de la inversión de los anunciantes en televisión abierta se concentra en las dos empresas principales del país”.
Al exponer la experiencia internacional con los nuevos canales digitales, señala que en España entraron al mercado empresas distintas a las que ya existían. Pasaron de 6 canales a 29; en el Reino Unido, de 5 a 43, y en Francia, de 6 a 23. Si esa es la perspectiva, ¿alguien invertiría en la televisión analógica si lo que viene es lo digital y todo lo demás?
La consulta a la que convoca Cofetel llama mucho la atención, precisamente, porque no queda claro si –en efecto– es el paso previo para abrir la licitación de frecuencias para la televisión analógica, lo cual sería –independientemente de lo tardío de la decisión– un hecho histórico o si se trata de destacar –en el fondo– lo importante del tránsito a la digitalización, adelantado por el decreto presidencial. No transcurrirá mucho tiempo antes de que lo sepamos.
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