Peritos descartaron una explosión en la aeronave, pero no cesan las especulaciones
Manuel M. Cascante / La Nación (Argentina)
Perder a dos secretarios de Gobernación en accidentes aéreos en apenas tres años no parece normal en ningún país del mundo. Pero en uno tan violento e inseguro como México, donde las investigaciones suelen abrir más interrogantes que las dudas que despejan, la luctuosa coincidencia incita a que se disparen teorías conspirativas y especulaciones.
José Francisco Blake Mora, amigo personal y operador político del presidente Felipe Calderón, murió anteayer junto a otros siete funcionarios y militares cuando el helicóptero en el que viajaban se estrelló en las afueras de Ciudad de México.
La escasa visibilidad provocada por la nubosidad y una densa neblina en la zona fueron señaladas como las posibles causas del siniestro. Un equipo de expertos mexicanos, norteamericanos y franceses, convocados especialmente para investigar por qué se precipitó el helicóptero, ratificaron ayer la hipótesis que señala que la aeronave no sufrió una explosión previa al impacto, sino que buscó eludir un banco de niebla.
"Las revisiones visuales realizadas preliminarmente por los peritos en el sitio del siniestro no revelan evidencia en los restos de la aeronave de algún tipo de daño causado por explosión o fuego", dijo el ministro de Comunicaciones y Transportes, Dionisio Pérez Jácome.
Según señaló, con los actuales elementos nada apunta a una causa distinta a un accidente, aunque las investigaciones siguen en curso.
Anteayer, tras el accidente, Calderón diagnosticó como posible causa "las condiciones de nubosidad" y añadió que "el helicóptero estuvo siempre resguardado en el hangar del Estado Mayor Presidencial, donde recientemente había recibido mantenimiento de rigor, y el piloto contaba con suficiente pericia".
Al mando de la aeronave estaba Felipe Bacio Cortés, teniente coronel de la fuerza aérea, con más de 4000 horas de vuelo. Según un reporte preliminar de la Dirección General de Aeronáutica Civil, el aviador se habría visto obligado a desviarse de la ruta prevista por condiciones de neblina y no se produjo ningún fallo mecánico antes del accidente.
Pero tras conocerse la noticia, las redes sociales hirvieron de comentarios, muchos dirigidos a responsabilizar de los hechos a los carteles del narcotráfico. Especular anónimamente en Internet es gratis, pero de las sospechas también se hicieron eco políticos y representantes de la sociedad civil.
Así, el alcalde de Guadalajara, Aristóteles Sandoval Díaz, del Partido Revolucionario Institucional (PRI), exigió "revisar qué es lo que está pasando" en la Secretaría de Gobernación.
"¿Quién vigila? Por supuesto que se especulan muchas cosas, siendo la segunda muerte de un secretario de Gobernación en el mismo sexenio, en medio de una guerra, en un accidente aéreo", disparó.
Alejandro Pérez Cuéllar, presidente de la Comisión de Asuntos Fronterizos del Congreso de Chihuahua, consideró que "la posición que tenía [Blake] como encargado del gabinete de seguridad puede hacer suponer cuestiones como un atentado; no se debe descartar ninguna posibilidad, porque ya son dos secretarios de Gobernación que mueren en circunstancias similares".
Norma Gutiérrez, dirigente estatal del Partido de la Revolución Democrática (PRD) en Baja California, donde había nacido Blake, señaló su preocupación de que pudiera tratarse de un atentado. "Creo que la decisión del presidente de enfrentar [al crimen organizado] desde el inicio de su gestión pueda llevarnos a pensar eso", estimó.
En tanto, la presidenta del Frente Cívico Sinaloense, Mercedes Murillo, declaró: "No lo llamaría accidente, lo llamaría atentado; hay que tener muy claro que en política no hay casualidades, y éste es el segundo secretario de Gobernación que muere".
Todas estas suspicacias se ven alimentadas por la ausencia de una explicación concluyente sobre la muerte del anterior secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, en 2008, al estrellarse el avión que lo traía desde San Luis Potosí a la capital mexicana.
Mouriño había sido nombrado en enero de ese año, y el informe del incidente que le costó la vida junto a otras 15 personas atribuyó la causa a una turbulencia de estela provocada por un Boeing 767 que antecedía a su Learjet 45, a la inexperiencia de los pilotos de la aeronave y a los errores del personal de control de tránsito aéreo.
Manuel M. Cascante / La Nación (Argentina)
Perder a dos secretarios de Gobernación en accidentes aéreos en apenas tres años no parece normal en ningún país del mundo. Pero en uno tan violento e inseguro como México, donde las investigaciones suelen abrir más interrogantes que las dudas que despejan, la luctuosa coincidencia incita a que se disparen teorías conspirativas y especulaciones.
José Francisco Blake Mora, amigo personal y operador político del presidente Felipe Calderón, murió anteayer junto a otros siete funcionarios y militares cuando el helicóptero en el que viajaban se estrelló en las afueras de Ciudad de México.
La escasa visibilidad provocada por la nubosidad y una densa neblina en la zona fueron señaladas como las posibles causas del siniestro. Un equipo de expertos mexicanos, norteamericanos y franceses, convocados especialmente para investigar por qué se precipitó el helicóptero, ratificaron ayer la hipótesis que señala que la aeronave no sufrió una explosión previa al impacto, sino que buscó eludir un banco de niebla.
"Las revisiones visuales realizadas preliminarmente por los peritos en el sitio del siniestro no revelan evidencia en los restos de la aeronave de algún tipo de daño causado por explosión o fuego", dijo el ministro de Comunicaciones y Transportes, Dionisio Pérez Jácome.
Según señaló, con los actuales elementos nada apunta a una causa distinta a un accidente, aunque las investigaciones siguen en curso.
Anteayer, tras el accidente, Calderón diagnosticó como posible causa "las condiciones de nubosidad" y añadió que "el helicóptero estuvo siempre resguardado en el hangar del Estado Mayor Presidencial, donde recientemente había recibido mantenimiento de rigor, y el piloto contaba con suficiente pericia".
Al mando de la aeronave estaba Felipe Bacio Cortés, teniente coronel de la fuerza aérea, con más de 4000 horas de vuelo. Según un reporte preliminar de la Dirección General de Aeronáutica Civil, el aviador se habría visto obligado a desviarse de la ruta prevista por condiciones de neblina y no se produjo ningún fallo mecánico antes del accidente.
Pero tras conocerse la noticia, las redes sociales hirvieron de comentarios, muchos dirigidos a responsabilizar de los hechos a los carteles del narcotráfico. Especular anónimamente en Internet es gratis, pero de las sospechas también se hicieron eco políticos y representantes de la sociedad civil.
Así, el alcalde de Guadalajara, Aristóteles Sandoval Díaz, del Partido Revolucionario Institucional (PRI), exigió "revisar qué es lo que está pasando" en la Secretaría de Gobernación.
"¿Quién vigila? Por supuesto que se especulan muchas cosas, siendo la segunda muerte de un secretario de Gobernación en el mismo sexenio, en medio de una guerra, en un accidente aéreo", disparó.
Alejandro Pérez Cuéllar, presidente de la Comisión de Asuntos Fronterizos del Congreso de Chihuahua, consideró que "la posición que tenía [Blake] como encargado del gabinete de seguridad puede hacer suponer cuestiones como un atentado; no se debe descartar ninguna posibilidad, porque ya son dos secretarios de Gobernación que mueren en circunstancias similares".
Norma Gutiérrez, dirigente estatal del Partido de la Revolución Democrática (PRD) en Baja California, donde había nacido Blake, señaló su preocupación de que pudiera tratarse de un atentado. "Creo que la decisión del presidente de enfrentar [al crimen organizado] desde el inicio de su gestión pueda llevarnos a pensar eso", estimó.
En tanto, la presidenta del Frente Cívico Sinaloense, Mercedes Murillo, declaró: "No lo llamaría accidente, lo llamaría atentado; hay que tener muy claro que en política no hay casualidades, y éste es el segundo secretario de Gobernación que muere".
Todas estas suspicacias se ven alimentadas por la ausencia de una explicación concluyente sobre la muerte del anterior secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, en 2008, al estrellarse el avión que lo traía desde San Luis Potosí a la capital mexicana.
Mouriño había sido nombrado en enero de ese año, y el informe del incidente que le costó la vida junto a otras 15 personas atribuyó la causa a una turbulencia de estela provocada por un Boeing 767 que antecedía a su Learjet 45, a la inexperiencia de los pilotos de la aeronave y a los errores del personal de control de tránsito aéreo.
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