Francisco Rodríguez / Índice Político
Entre las paradojas que no se cansa de ofrecer la vida política mexicana destacan las que por estos días interpreta la panista Luisa María Calderón Hinojosa y que, por supuesto, a algunos conmueven y a otros nos mueven a la hilaridad.
Y es que si cualquiera agudiza el análisis más allá de los lugares comunes –por ejemplo, el resultado, casi deportivo en su formulación, según el cual el priísta Fausto Vallejo les impuso una derrota a la propia señora Calderón, lo mismo que al perredista Silvano Aureoles–, las facciones antagónicas a la tricolor revelan un estado de cosas en el cual ninguna de ellas parece poder obtener lo que más anhela y cree necesitar.
Para la derrotada candidata panista, así las cosas, no hay credibilidad. Le urge a esta dama, antes que nada, tener fe en sus propias aseveraciones que ella sabe son mentiras.
Sinónimo de incongruencia, la principal de las paradojas en las que ha incurrido Calderón es la de demandar la apertura de paquetes electorales para que se cuente cada uno de los sufragios contenidos en ellos. Es, como ya se ha dicho, la reedición de aquél “voto por voto, casilla por casilla” que millones de mexicanos demandamos –y no obtuvimos– tras conocer los poco confiables resultados de la elección federal del 2006 que un Tribunal venal falló a favor de quien desde el 1 de diciembre de aquel año ocupa la residencia presidencial de Los Pinos. Y una demanda así por parte de la hermana mayor, no debe haber agradado nada al menor Felipe.
Otra paradoja es, claro, el que sea la propia hermana mayor la que ponga en tela de juicio los resultados de la fallida guerra de Felipe Calderón en contra de la delincuencia organizada al clamar que los mañosos orientaron el sentido del voto. Todo esto a casi un año de que en Los Pinos y en dependencias como la Secretaría de Seguridad Pública federal se lanzaran autoelogios por haber finiquitado, dijeron, al cartel de La Familia –¿para darle vía libre al del protegido Joaquín “El Chapo” Guzmán?–, lo que a todas luces dista mucho de ser realidad.
Paradójico que, con ese mismo señalamiento, la también llamada “primera hermana del país” descalifique el accionar de las fuerzas federales dizque dedicadas a combatir la ilegalidad, la violencia y, dicen, también a la delincuencia. Porque, ¿qué hacían los 10 mil elementos –pefepos, soldados, marinos, de otras corporaciones policiacas– el domingo anterior, mientras “los malos de la película” operaban electoralmente en contra del PAN y de esta mujer motejada “Cocoa”? ¿Estaban disfrutando de un adelantado y largo weekend? ¿Comiendo charales en las riberas de los muchos lagos y lagunas de esa tierra prodigiosa? ¿Sus mecanismos y operativos de inteligencia (jejeje) nunca los alertaron por lo que dice la señora estaba ocurriendo?
¡Tremenda descalificación de la señora Calderón a lo que tanto presume el señor Calderón!
Paradoja, pues.
O para-joda, que diría cualquiera.
Porque, lo peor, es que muy pocos creen a la candidata derrotada.
Porque además, con datos en la mano, cualquiera podría demostrar que en aquellos municipios que son identificados como “de fuerte presencia” de los presuntos delincuentes, el PRI no obtuvo los triunfos electorales.
Pero ¿sabe usted qué es lo peor?
Que las acusaciones en ese tenor partieron primero del derrotado candidato perredista y del alicaído dirigente nacional del llamado partido del sol azteca, Jesús Zambrano.
Con ello, quien decía ir adelante en las encuestas –cuyas metodologías deben ser revisadas, por lo menos–, “la hermana incómoda” de Felipe Calderón ni siquiera es capaz de mostrar que es ella quien lleva la iniciativa.
“Hermana incómoda”, sí. La que dijo que no participaría en actividades políticas en tanto su hermano ocupara Los Pinos, y no cumplió. La que revive el “voto por voto, casilla por casilla” que tanto incomoda todavía al menor de sus lazos fraternos. La que evidencia los malos operativos y pésimos resultados del mayor de los empeños de Felipe Calderón: la guerra en contra del narco.
La “hermana incómoda”, claro que sí.
Índice Flamígero: Hermanados quedaron Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard Casaubón tras conocerse el nada sorpresivo resultado de las encuestas que mandaron a levantar para conocer quién de ellos abanderará a las –so called—izquierdas.
Entre las paradojas que no se cansa de ofrecer la vida política mexicana destacan las que por estos días interpreta la panista Luisa María Calderón Hinojosa y que, por supuesto, a algunos conmueven y a otros nos mueven a la hilaridad.
Y es que si cualquiera agudiza el análisis más allá de los lugares comunes –por ejemplo, el resultado, casi deportivo en su formulación, según el cual el priísta Fausto Vallejo les impuso una derrota a la propia señora Calderón, lo mismo que al perredista Silvano Aureoles–, las facciones antagónicas a la tricolor revelan un estado de cosas en el cual ninguna de ellas parece poder obtener lo que más anhela y cree necesitar.
Para la derrotada candidata panista, así las cosas, no hay credibilidad. Le urge a esta dama, antes que nada, tener fe en sus propias aseveraciones que ella sabe son mentiras.
Sinónimo de incongruencia, la principal de las paradojas en las que ha incurrido Calderón es la de demandar la apertura de paquetes electorales para que se cuente cada uno de los sufragios contenidos en ellos. Es, como ya se ha dicho, la reedición de aquél “voto por voto, casilla por casilla” que millones de mexicanos demandamos –y no obtuvimos– tras conocer los poco confiables resultados de la elección federal del 2006 que un Tribunal venal falló a favor de quien desde el 1 de diciembre de aquel año ocupa la residencia presidencial de Los Pinos. Y una demanda así por parte de la hermana mayor, no debe haber agradado nada al menor Felipe.
Otra paradoja es, claro, el que sea la propia hermana mayor la que ponga en tela de juicio los resultados de la fallida guerra de Felipe Calderón en contra de la delincuencia organizada al clamar que los mañosos orientaron el sentido del voto. Todo esto a casi un año de que en Los Pinos y en dependencias como la Secretaría de Seguridad Pública federal se lanzaran autoelogios por haber finiquitado, dijeron, al cartel de La Familia –¿para darle vía libre al del protegido Joaquín “El Chapo” Guzmán?–, lo que a todas luces dista mucho de ser realidad.
Paradójico que, con ese mismo señalamiento, la también llamada “primera hermana del país” descalifique el accionar de las fuerzas federales dizque dedicadas a combatir la ilegalidad, la violencia y, dicen, también a la delincuencia. Porque, ¿qué hacían los 10 mil elementos –pefepos, soldados, marinos, de otras corporaciones policiacas– el domingo anterior, mientras “los malos de la película” operaban electoralmente en contra del PAN y de esta mujer motejada “Cocoa”? ¿Estaban disfrutando de un adelantado y largo weekend? ¿Comiendo charales en las riberas de los muchos lagos y lagunas de esa tierra prodigiosa? ¿Sus mecanismos y operativos de inteligencia (jejeje) nunca los alertaron por lo que dice la señora estaba ocurriendo?
¡Tremenda descalificación de la señora Calderón a lo que tanto presume el señor Calderón!
Paradoja, pues.
O para-joda, que diría cualquiera.
Porque, lo peor, es que muy pocos creen a la candidata derrotada.
Porque además, con datos en la mano, cualquiera podría demostrar que en aquellos municipios que son identificados como “de fuerte presencia” de los presuntos delincuentes, el PRI no obtuvo los triunfos electorales.
Pero ¿sabe usted qué es lo peor?
Que las acusaciones en ese tenor partieron primero del derrotado candidato perredista y del alicaído dirigente nacional del llamado partido del sol azteca, Jesús Zambrano.
Con ello, quien decía ir adelante en las encuestas –cuyas metodologías deben ser revisadas, por lo menos–, “la hermana incómoda” de Felipe Calderón ni siquiera es capaz de mostrar que es ella quien lleva la iniciativa.
“Hermana incómoda”, sí. La que dijo que no participaría en actividades políticas en tanto su hermano ocupara Los Pinos, y no cumplió. La que revive el “voto por voto, casilla por casilla” que tanto incomoda todavía al menor de sus lazos fraternos. La que evidencia los malos operativos y pésimos resultados del mayor de los empeños de Felipe Calderón: la guerra en contra del narco.
La “hermana incómoda”, claro que sí.
Índice Flamígero: Hermanados quedaron Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard Casaubón tras conocerse el nada sorpresivo resultado de las encuestas que mandaron a levantar para conocer quién de ellos abanderará a las –so called—izquierdas.
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