La coalición de Manlio

Campos Elíseos / Katia D'Artigues

¿Efectos del 11.11.11?


Disculpe usted que empiece por una nota personal. Este fin de semana fui a un curso de meditación, digamos. Nuestra instructora, Shantidasi —que significa “entregada a la paz”— nos dijo que estamos por llegar a un día maravilloso y debemos prepararnos: el 11.11.11, el viernes: Once de noviembre de 2011.

Ya ve la fascinación que hemos tenido en la humanidad por las cifras y mucho más si se repiten. Según esta mujer, que sí inspira paz, este día el planeta recibirá energías poderosas del cosmos que nos permitirá —y cito su blog—: “Amarnos incondicionalmente, perdonarnos y perdonar, meditar para encontrar la paz interior, desarrollar nuestros talentos y dones, dejar atrás todo aquello que es viejo y ya no nos sirve…”. Y bueno, habrá meditaciones para lograr eso en todo el mundo.

Será que me encantaría que así fuera, pero ayer al menos dos cosas me hicieron pensar que nuestros políticos sí reciben poderosos influjos cósmicos del 11.11.11. A ver qué opina:
El futuro es hoy. El senador y suspirante presidencial Manlio Fabio Beltrones presentó un ensayo en el Palacio de Minería. Se llama “El futuro es hoy” y es una invitación argumentada de la importancia de reformar el sistema e ir hacia los gobiernos de coalición, en pocas palabras. El ensayo es de por sí interesante, pero más quienes lo presentaron y sí, el amor por los mismos objetivos y la sincronía que fluyó entre ellos: El mismo Manlio, Diego Fernández de Cevallos, Cuauhtémoc Cárdenas y Francisco Labastida.

Me pareció una poderosa imagen. Ellos, que tanto se enfrentaron, ahora se dirigían elogios y se decían amigos. Lo he visto a lo largo de los años y es cierto: Muchas veces los políticos se mientan la madre en tribuna o arriba de un templete, bajan y se abrazan. Muchas veces coinciden en corto pero no se lo permiten en público… eso es lo malo.

Ayer lo que vi fue un ejemplo de diálogo y confianza —característica que alguna vez le escuché en una conferencia sobre Educación al ex presidente colombiano Álvaro Uribe— es lo que nos falta en la vida, hacia el otro… y bueno, como bien decía Fernández de Cevallos, los políticos son un reflejo nuestro (aunque usted al leer esto me miente la madre… claro, le pido que
antes de eso piense en quién pensó y por qué, por lo menos a nivel inconsciente, se identificó con él o ella).

Total que si la vida democrática del país se hubiera decidido en ese salón estábamos hechos. Todos de acuerdo con matices que eran negociables e incluso, hasta enriquecidos por el punto de vista del otro; su alerta con respecto a ciertos peligros e incluso reflexiones a profundidad. ¡¡Tanto que daban ganas como de pedirles que ellos fueran de nuevo los candidatos y que así llegaran a acuerdos tan fáciles!! ¿No se podrá? Ok, no.

Lo único malo sí fue el lugar. Muy imperial como para un discurso tan democrático y renovador: El águila dorada a todo lo alto con cortinajes a los lados y cada uno sentados —incluyendo al moderador Ricardo Rocha, que en un ejemplo de Beltrones era el presidente— en sillas que parecían, todas, de reyes (y sin ninguna reina a la vista). Y que se hubieran dado un buen abrazo, no de esos pat-pat-pat a distancia que más bien ¿eran? para ver si el otro ocultaba o no una pistola.

El borrón y cuenta nueva del PG. Usted dirá: Bueno… es que como ellos ya no están realmente en el poder y Beltrones tiene pocas posibilidades de ganarle a Peña Nieto es que se ponen de acuerdo…

Pues sorpresa, sorpresa. En un nuevo sitio político http://www.adnpolitico.com el beligerante Andrés Manuel López Obrador acaba de dar un cambiazo. Es verdad que no fue súbito: Le ha ido bajando tres rayitas a su discurso confrontativo y además llamado al amor al prójimo y a la República Amorosa.

Pero ahora parece que se ha olvidado del tan bien posicionado discurso de la “mafia”, que de amoroso no tenía mucho, para decir que no odia a nadie… ¡ni a Carlos Salinas! *Katia se cae del sillón desde donde escribe impulsada por una onda poderosísima de buenas vibras cómicas… digo cósmicas*

Y más, una vez que me volví a levantar del sillón dice que le propondría a Calderón —al que ya no le dice “El Espurio”— inaugurar una nueva etapa, predicar con el ejemplo (que es más “cristiano”, sic) y dar “borrón y cuenta nueva”.

Bueeeenooooo...

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