Gana AMLO; fiesta en Toluca

Itinerario Político / Ricardo Alemán

Es cuestión de horas para que, de manera formal, se haga público el resultado de una batería de encuestas que permitirán seleccionar, entre Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard, al mejor posicionado para 2012, y quien será el candidato presidencial de las llamadas “izquierdas”.

Sin embargo, y a reserva de ratificar los números oficiales, en el cuarto de guerra del puntero absoluto, Enrique Peña Nieto, parece que tienen todo listo para brindar no sólo por el triunfo de López Obrador, sino por la derrota de Marcelo Ebrard. Para el PRI y para Enrique Peña Nieto el candidato ideal de la izquierda se llama López Obrador.

Y es que, en efecto, uno de los centros de poder donde más atención despertó la selección del candidato presidencial de la llamada izquierda, es el equipo del mexiquense, en donde mantienen cruzados los dedos por el triunfo de López Obrador, precandidato al que apoyó abiertamente Peña Nieto para reventar la posibilidad de una alianza en el Estado de México; acuerdo electoral que benefició tanto al tabasqueño como al mexiquense, pero que desfondó a Marcelo Ebrard.

Pero no, que nadie se equivoque. Entre los estrategas de Peña Nieto no se cocina una traición al apostarle a que López Obrador sea el candidato presidencial de las izquierdas. No, en el equipo del mexiquense prefieren al tabasqueño porque es el candidato más cómodo para Peña Nieto. ¿Por qué los peñistas prefieren una competencia electoral con López Obrador, antes que con Marcelo Ebrard?

Porque López Obrador es un candidato presidencial ya medido, con un voto duro estable y con los mayores negativos que pueda tener político mexicano alguno. Por cada voto a su favor, por lo menos tiene tres votos duros en su contra. En otras palabras, que el tabasqueño no significa ningún riesgo de jalar el voto flotante, el de los antipriístas, los antipeñistas, de los calderonistas decepcionados. ¿Por qué?

Porque López Obrador polariza, divide, confronta y exalta la disputa de buenos contra malos. Porque la candidatura del tabasqueño sería una garantía para que la contienda presidencial se focalice entre el PRI y el PAN. En suma, que AMLO está muy lejos de arrastrar el llamado “voto útil”, que sería el único que pondría en riesgo la potencial victoria de Enrique Peña Nieto. Y López Obrador conoce bien sus negativos, por eso intenta aparecer como el candidato bueno, amoroso, incapaz de odiar, y se ha presentado en los últimos meses como lo más parecido a un hermano de la caridad.

Pero el tabasqueño puede jugar el papel de “engañabobos” con muchos potenciales electores, pero no podrá engañar a todos todo el tiempo, sobre todo cuando muchos saben que es un “político a la carta”. ¿Y eso que quiere decir? Que a cada elector le da lo que le pida. En otras palabras, es un acabado demagogo.

Sin embargo, si se hace la chica –lo que está descartado por completo por el PRI, en cuyo “cuarto de guerra” dan por hecho la victoria de AMLO– de que resulte ganador el señor Marcelo Ebrard, frente a ese escenario los estrategas de Peña Nieto tendrían que poner las barbas a remojar. ¿Por qué?

Porque el Jefe de Gobierno capitalino es el candidato de millones de ciudadanos que no quieren a López Obrador, pero tampoco a Peña Nieto, y que no quieren el regreso del PRI pero que al mismo tiempo se dicen decepcionados por el PAN. En suma, que si bien AMLO tiene el voto duro de las izquierdas, Marcelo Ebrard tiene en sus alforjas el voto útil y el voto volátil, que es tan numeroso como el voto de AMLO. Si el candidato es Marcelo, el Jefe de Gobierno podrá meterse a la bolsa no solo el voto útil, sino todo o casi todo el voto de las izquierdas. Y ese capital político lo colocaría como un verdadero peligro para Peña Nieto.

En cambio, si el candidato es AMLO, el voto útil se jalará, en buena medida, para el PAN. ¿Por qué? Porque el voto útil no quiere el regreso del PRI, pero tampoco a un mesiánico populista, al más puro estilo del PRI, como López Obrador. Pero el escenario sería peor para la izquierda si en el PAN finalmente seleccionan como candidata a Josefina Vázquez Mota. Entonces la disputa presidencial se podría polarizar, con mayor claridad, entre Peña Nieto y la señora Vázquez Mota.

En cambio, si Marcelo Ebrard aparece como tercero en discordia –entre Enrique Peña Nieto y Josefina Vázquez Mota–, la competencia entre el PRI, el PAN y las izquierdas sería lo más parecido a una competencia de tres tercios. Por eso en el PRI están listos para descorchar las botellas y brindar por la victoria de AMLO.

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