FC: 18 billones y nada

Habemus presupuesto
Gasto público: desastre

Carlos Fernández-Vega / México SA


¡Felicidades!, mexicanos gastalones, que los siempre transparentes inquilinos de San Lázaro ya les aprobaron su gasto público para 2012, con todo y pilón, y lo hicieron con una rapidez sólo comparable con la velocidad de la luz. De su nítido proceder da cuenta la siguiente nota de La Jornada (Roberto Garduño): la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública de la Cámara de Diputados evidenció la opacidad en que se desenvuelve el Poder Legislativo federal cuando soluciona sus problemas y conflictos internos. Anoche (la del pasado lunes), sin presentar el dictamen de gasto público para el año próximo, la mayoría de los legisladores presentes en la sesión de ese órgano camaral aprobó en lo general el decreto y sus anexos, a pesar de que desconocían los documentos.

De dicha comisión, el dictamen invisible pasó al pleno de la Cámara de Diputados, para que (con los legisladores cenenistas de teloneros) en alrededor de tres horas los agudos legisladores aprobaran, en lo general (424 a favor, 27 en contra y siete abstenciones), el presupuesto federal para 2012. Después las menudencias sobre los artículos reservados, el jaloneo por las migajas, y listo: sin utilizar el ilegal truco del reloj parlamentario, autorizaron un gasto de 3.7 billones de pesos para fortalecer el bienestar de los mexicanos y consolidar el crecimiento del país, el cual, dicho sea de paso, si bien le va sería de 3 por ciento en el próximo año, para un promedio anual en el sexenio no mayor a 1.7 por ciento, el menor en casi tres décadas.

Los resultados económicos y sociales del sexenio calderonista son verdaderamente espeluznantes, pero a pesar de ello en los seis años de estancia en Los Pinos su inquilino y gobierno federal que lo acompaña (con los otros dos poderes de la unión tirando plata como si fuera de ellos) habrán gastado más de 18 billones de pesos (algo así como un billón 300 mil millones de dólares, o lo que es lo mismo, 130 por ciento del producto interno bruto nominal, a precios actuales, y sin incluir excedentes) para no lograr nada. Una catarata de dinero insuficiente (versión oficial) para atender las urgencias sociales, promover el crecimiento de la economía, generar empleo y demás gracias asociadas al desarrollo nacional, algo que, por lo demás, no registra el país desde hace tres décadas.

Dieciocho billones de pesos en seis años es muchísimo dinero, de tal suerte que Felipe y sus guajiros no pueden quejarse. El problema, como siempre, no sólo consiste en cuánto se gasta, sino en cómo se gasta. Pues bien, de esa catarata de recursos, por ejemplo, alrededor de 6 billones de pesos (una tercera parte) se destinó al pago de la burocracia (incluido su descomunal inventario de prestaciones, sueldos y sobresueldos, bonos y tantos etcéteras involucrados), cerca de 2 billones de pesos al pago del servicio de la deuda pública (no considera el débito de los estados de la República) y algo muy cercano al billón de pesos a la guerra. Lo anterior da cuenta de 48 centavos de cada peso erogado a lo largo del calderonato, según las cifras oficiales. En este tétrico balance no se incluye el gasto por el mantenimiento de la alta cuan productiva burocracia (transporte, gastos de representación, bonos, casa chica, etcétera, etcétera) ni la manutención de su no escaso personal de seguridad (del funcionario en sí, el de sus abultadas familias y colaterales).

¿Dudas de por qué nunca alcanza (versión oficial) el presupuesto de egresos de la federación? De acuerdo con estimaciones de la Cámara de Diputados, entre 90 y 92 centavos de cada peso presupuestal está amarrado a erogaciones comprometidas e inamovibles” (nómina burocrática y deuda, entre otros, más un avión nuevo en 2012 para el inquilino de Los Pinos), de tal suerte que de los 18 billones de pesos erogados en el sexenio, entre 1.4 y 1.8 billones, cuando mucho, se destinaron a fines distintos a los ya amarrados, aunque ello tampoco garantiza que con ello se alcanzaron fines realmente productivos.

En términos nominales el presupuesto de egresos de la federación registró un crecimiento cercano a 64 por ciento entre 2007 y 2012 (alrededor de 48 por ciento en términos reales, es decir, descontada la inflación, incluido el pronóstico oficial para el próximo año). En igual lapso, la economía mexicana, en el mejor de los casos, habría crecido 1.7 por ciento como promedio anual; se crearían apenas dos de cada 10 de los empleos formales demandados; el número de pobres se incrementó en 12 millones de mexicanos, entre otros logros concretos. Año tras año de la estancia calderonista en Los Pinos, su inquilino y voceros que lo acompañan no dejaron de presumir el monto histórico del presupuesto federal. Sin embargo, en los hechos repitieron los excesos, desvíos y conexos de gobiernos anteriores en el ejercicio del gasto público, que consideran un botín particular. Dieciocho billones de pesos y los consecuentes resultados dan cuenta de esa práctica.

En efecto, con ese ritmo, pero sobre todo con la voracidad de los funcionarios públicos y el destino que le dan a los dineros de la nación, no hay presupuesto que alcance. Año tras año, también, se dedican a exprimir a los causantes cautivos, a los consumidores en general, a la obligada clientela de los servicios públicos (también privados), para obtener más y más recursos por el bien de la nación. Casi 50 por ciento de aumento, en términos reales, al presupuesto federal durante el calderonato, para que la economía nacional permanezca estancada (en vías de empeorar), el empleo formal en el suelo (pero qué tal el informal), la pobreza en caballo de hacienda y el país al garete. He allí lo bien que se ejerce el gasto público en esta bella República mexicana.

Eso sí, los nítidos diputados tuvieron a bien incrementar el gasto público para 2012: 59 mil millones adicionales a los propuestos por Calderón. Para felicidad de los mexicanos, lo anterior se traduce en que, por el bien de la patria, cada uno de ellos recibirá un pesote con 42 centavos diarios de más, siempre y cuando la clase política no decida engullírselos, lo que es más que probable que suceda. ¡A gastar, pues!

Las rebanadas del pastel

El asunto de Mexicana de Aviación se ha convertido en una verdadera merienda de caníbales y, como siempre, nunca hay responsables, salvo sus trabajadores, que llevan más de un año sin chamba… Ya libró la primera, lo que resulta por demás grato, pero la que viene es infinitamente más complicada que la anterior, de tal suerte que requiere un detallado examen para no patinar con la misma cáscara que en tiempos no muy lejanos.

Comentarios