Calderón: nefasto balance
Peña Nieto, pragmático
Carlos Fernández-Vega / México SA
En el infausto transcurso de la autodenominada Presidencia del empleo, poco más de 5 millones de mexicanos se han incorporado a la población económicamente activa (PEA), y sólo dos de cada 10 de ellos logró emplearse permanentemente en el sector formal de la economía, sin que ello sea garantía de plazas laborales dignas. Los otros ocho sobreviven en la informalidad y la desocupación abierta. He allí un logro concreto del gobierno que a los mexicanos prometió vivir mejor.
El Inegi actualizó las cifras del calderonato, alarmantes de por sí, en materia laboral: casi 5.2 millones de mexicanos se sumaron a la PEA en el quinquenio del Presidente del empleo, y el balance resulta explosivo: de ese total, en números cerrados, sólo un millón pudo emplearse en el sector formal, en precarias condiciones; 2 millones engrosaron las filas de la informalidad; un millón adicional fue obligadamente incorporado a la desocupación abierta y otro más se encuentra disponible (eufemismo técnico para ubicar a la población que está desempleada, pero que no busca ocuparse).
Los ojos de la sociedad mexicana se mantienen fijos en la catástrofe calderonista de su guerra contra el crimen organizado. Violencia creciente, decenas de miles de muertos, voluminoso cuan insostenible gasto para mantener aceitado el aparato policíaco-militar y violación de los derechos humanos como parte del tétrico balance quinquenal. Un desastre, sin duda, pero no el único, de tal suerte que esos mismos mexicanos deben ampliar su visión y acción para atacar otras formas de violencia extrema y sistemática que los conduce a la muerte, lenta, pero segura.
La violencia no se circunscribe a la citada guerra. Ésta es ruidosa, aparatosa, terrible, pero hay otras que aparentemente son más silenciosas, pero igual de crueles que la primera, aunque escasos u ocasionales sean los ojos que las registren. En cincuenta y ocho meses de estancia calderonista en Los Pinos (hasta septiembre pasado), más de 4 millones de mexicanos (sin considerar rezagos) fueron brutalmente excluidos del mercado laboral, y los pocos que lograron colarse lo hicieron en condiciones de precariedad. Al Presidente del empleo le restan 12 meses de estancia en la residencia oficial, de tal suerte que se incrementará el negro inventario laboral del régimen que a los mexicanos prometió vivir mejor.
En vía de mientras, el Centro de Investigación en Economía y Negocios (CIEN) del Tecnológico de Monterrey, campus estado de México, comparte su análisis sobre la realidad laboral en el país: más de 3 millones de trabajadores mexicanos no perciben remuneraciones, más de 6 millones obtienen hasta un salario mínimo o menos; más de 30 millones no cuentan con acceso a la salud; otros 12 millones no cuentan con otra prestación distinta a la salud; al cierre del tercer trimestre de 2011, la población ocupada en la informalidad creció 8 por ciento con respecto a igual periodo de 2010, lo que representa un tercio de la población económicamente activa (13.4 millones de personas en informalidad).
Además, la tasa oficial de desocupación de 5.6 por ciento en septiembre del presente año fue igual a la registrada durante el mismo periodo en 2010, siendo las más altas y superadas únicamente por la observada en la crisis de 2009. La situación de precariedad se agrava al considerar el crecimiento de la informalidad (existen más de 13 millones de personas trabajando en este sector) y los trabajadores sin contrato escrito (más de 14 millones), teniendo implicaciones importantes para la economía, lo que además sugiere la incapacidad del sistema productivo para generar empleo formal bien remunerado y con prestaciones adecuadas.
El más reciente reporte del Inegi muestra que los problemas de la precariedad del empleo continúan avanzando, elementos como la falta de seguridad social, empleos sin contrato por escrito, gente que gana menos de un salario mínimo, economía informal, solamente por citar algunos de los más relevantes, crecieron de manera significativa a lo largo del último año. Un elemento da muestra de ello: para el tercer trimestre del año, el empleo formal permanente del IMSS contabiliza a menos trabajadores que las personas que laboran en la economía informal. El problema que lo anterior reviste es que ello impide una reactivación del mercado interno, sin empleo, con bajos salarios y escasas o nulas prestaciones sociales es muy complicado estimar que en los meses próximos la economía será capaz de enfrentar la desaceleración económica que se vive en el exterior, apunta el CIEN.
Las deficiencias del entorno laboral también se reflejan en la escasa generación de patrones (los que contratan); éstos presentan una tendencia estancada, la misma que no ha podido recuperar su ritmo desde 2008. La tasa de subocupación en septiembre pasado fue la más alta desde que se mide esta condición, es decir ha existido una elevación importante de personas que cuentan con dos empleos dado que los ingresos de uno solo no resultan suficientes para cubrir sus gastos, y son más de 4 millones de personas las que se encuentran en esta situación, excediendo incluso lo suscitado durante la crisis de 2009.
Un aspecto a resaltar de estas cifras de ocupación y empleo es el cambio de empleo formal por la informalidad que se ha dado en los últimos cinco años, ya que en 2006 el empleo permanente registrado era superior a la ocupación generada por la informalidad, en tanto que para el mismo periodo en 2011, la situación es la opuesta, es decir, la generación formal de empleo es superada por las circunstancias de la economía informal. De la misma forma que se han deteriorado las condiciones laborales de los trabajadores y que no ha existido un avance en la generación de empleo, se evidencia un retroceso importante en lo que los gobiernos panistas han denominado emprendedores. En este sentido, ha existido una reducción significativa de la población ocupada por cuenta propia, así como de la generación de empleo en el total de los micronegocios, siendo que, en los que no cuentan con establecimiento, se registraron más personas ocupadas que en aquellos que cuentan con uno. ¿Así, o más violento?
Las rebanadas del pastel
En materia petrolera, dice Enrique Peña Nieto, hay que ser pragmáticos y abrir la puerta al capital privado. Pues bien, más que pragmática ha sido la venta de garaje de los cinco gobiernos neoliberales, y allí están los resultados: una decena de magnates marca Forbes, 57 millones de pobres (y contando) y una clase política descaradamente entregada al gran capital, como el ex gobernador mexiquense comprenderá.
Peña Nieto, pragmático
Carlos Fernández-Vega / México SA
En el infausto transcurso de la autodenominada Presidencia del empleo, poco más de 5 millones de mexicanos se han incorporado a la población económicamente activa (PEA), y sólo dos de cada 10 de ellos logró emplearse permanentemente en el sector formal de la economía, sin que ello sea garantía de plazas laborales dignas. Los otros ocho sobreviven en la informalidad y la desocupación abierta. He allí un logro concreto del gobierno que a los mexicanos prometió vivir mejor.
El Inegi actualizó las cifras del calderonato, alarmantes de por sí, en materia laboral: casi 5.2 millones de mexicanos se sumaron a la PEA en el quinquenio del Presidente del empleo, y el balance resulta explosivo: de ese total, en números cerrados, sólo un millón pudo emplearse en el sector formal, en precarias condiciones; 2 millones engrosaron las filas de la informalidad; un millón adicional fue obligadamente incorporado a la desocupación abierta y otro más se encuentra disponible (eufemismo técnico para ubicar a la población que está desempleada, pero que no busca ocuparse).
Los ojos de la sociedad mexicana se mantienen fijos en la catástrofe calderonista de su guerra contra el crimen organizado. Violencia creciente, decenas de miles de muertos, voluminoso cuan insostenible gasto para mantener aceitado el aparato policíaco-militar y violación de los derechos humanos como parte del tétrico balance quinquenal. Un desastre, sin duda, pero no el único, de tal suerte que esos mismos mexicanos deben ampliar su visión y acción para atacar otras formas de violencia extrema y sistemática que los conduce a la muerte, lenta, pero segura.
La violencia no se circunscribe a la citada guerra. Ésta es ruidosa, aparatosa, terrible, pero hay otras que aparentemente son más silenciosas, pero igual de crueles que la primera, aunque escasos u ocasionales sean los ojos que las registren. En cincuenta y ocho meses de estancia calderonista en Los Pinos (hasta septiembre pasado), más de 4 millones de mexicanos (sin considerar rezagos) fueron brutalmente excluidos del mercado laboral, y los pocos que lograron colarse lo hicieron en condiciones de precariedad. Al Presidente del empleo le restan 12 meses de estancia en la residencia oficial, de tal suerte que se incrementará el negro inventario laboral del régimen que a los mexicanos prometió vivir mejor.
En vía de mientras, el Centro de Investigación en Economía y Negocios (CIEN) del Tecnológico de Monterrey, campus estado de México, comparte su análisis sobre la realidad laboral en el país: más de 3 millones de trabajadores mexicanos no perciben remuneraciones, más de 6 millones obtienen hasta un salario mínimo o menos; más de 30 millones no cuentan con acceso a la salud; otros 12 millones no cuentan con otra prestación distinta a la salud; al cierre del tercer trimestre de 2011, la población ocupada en la informalidad creció 8 por ciento con respecto a igual periodo de 2010, lo que representa un tercio de la población económicamente activa (13.4 millones de personas en informalidad).
Además, la tasa oficial de desocupación de 5.6 por ciento en septiembre del presente año fue igual a la registrada durante el mismo periodo en 2010, siendo las más altas y superadas únicamente por la observada en la crisis de 2009. La situación de precariedad se agrava al considerar el crecimiento de la informalidad (existen más de 13 millones de personas trabajando en este sector) y los trabajadores sin contrato escrito (más de 14 millones), teniendo implicaciones importantes para la economía, lo que además sugiere la incapacidad del sistema productivo para generar empleo formal bien remunerado y con prestaciones adecuadas.
El más reciente reporte del Inegi muestra que los problemas de la precariedad del empleo continúan avanzando, elementos como la falta de seguridad social, empleos sin contrato por escrito, gente que gana menos de un salario mínimo, economía informal, solamente por citar algunos de los más relevantes, crecieron de manera significativa a lo largo del último año. Un elemento da muestra de ello: para el tercer trimestre del año, el empleo formal permanente del IMSS contabiliza a menos trabajadores que las personas que laboran en la economía informal. El problema que lo anterior reviste es que ello impide una reactivación del mercado interno, sin empleo, con bajos salarios y escasas o nulas prestaciones sociales es muy complicado estimar que en los meses próximos la economía será capaz de enfrentar la desaceleración económica que se vive en el exterior, apunta el CIEN.
Las deficiencias del entorno laboral también se reflejan en la escasa generación de patrones (los que contratan); éstos presentan una tendencia estancada, la misma que no ha podido recuperar su ritmo desde 2008. La tasa de subocupación en septiembre pasado fue la más alta desde que se mide esta condición, es decir ha existido una elevación importante de personas que cuentan con dos empleos dado que los ingresos de uno solo no resultan suficientes para cubrir sus gastos, y son más de 4 millones de personas las que se encuentran en esta situación, excediendo incluso lo suscitado durante la crisis de 2009.
Un aspecto a resaltar de estas cifras de ocupación y empleo es el cambio de empleo formal por la informalidad que se ha dado en los últimos cinco años, ya que en 2006 el empleo permanente registrado era superior a la ocupación generada por la informalidad, en tanto que para el mismo periodo en 2011, la situación es la opuesta, es decir, la generación formal de empleo es superada por las circunstancias de la economía informal. De la misma forma que se han deteriorado las condiciones laborales de los trabajadores y que no ha existido un avance en la generación de empleo, se evidencia un retroceso importante en lo que los gobiernos panistas han denominado emprendedores. En este sentido, ha existido una reducción significativa de la población ocupada por cuenta propia, así como de la generación de empleo en el total de los micronegocios, siendo que, en los que no cuentan con establecimiento, se registraron más personas ocupadas que en aquellos que cuentan con uno. ¿Así, o más violento?
Las rebanadas del pastel
En materia petrolera, dice Enrique Peña Nieto, hay que ser pragmáticos y abrir la puerta al capital privado. Pues bien, más que pragmática ha sido la venta de garaje de los cinco gobiernos neoliberales, y allí están los resultados: una decena de magnates marca Forbes, 57 millones de pobres (y contando) y una clase política descaradamente entregada al gran capital, como el ex gobernador mexiquense comprenderá.
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