El símbolo trágico del gobierno de Felipe Calderón

Jorge E. Franco Jiménez

El gobierno del Presidente Calderón, sufrió el pasado viernes once de noviembre, la segunda pérdida de otro de sus más cercanos colaboradores, Francisco Blake Mora, Secretario de Gobernación y seis de sus colaboradores, en circunstancias similares a las que causaron la muerte del también Secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, ocurrida el cuatro de noviembre del dos mil ocho; ambos mueren en lo que es un siniestro aéreo, el primero, atribuido a la cercanía con otra aeronave casi al arribar al aeropuerto internacional de la Ciudad de México y, el segundo, cuando viajaba de la Ciudad de México a Cuernavaca, bajo circunstancias que se anticipan, eran las de un clima con nubosidad y que se interpreta como probable causante del aciago suceso.

Las primeras noticias, al igual que el caso anterior, hicieron aflorar las primeras especulaciones sobre la posibilidad de que se tratara de un atentado como respuesta del crimen organizado a la embestida que, desde hace largo tiempo, se inició en su contra por el Gobierno del Presidente Felipe Calderón.

En la opinión pública se refrescan los hechos relacionados con la muerte de Mouriño y del asesor Santiago Vasconcelos que, por la naturaleza de sus funciones, inmersas en las políticas de seguridad pública del gobierno, focalizaron la posible causa de la caída del avión en factores externos, como la provocación de una falla en el avión, el uso de instrumentos electrónicos que a distancia, algunos aseguran pueden provocar que los motores de este tipo de transporte dejen de funcionar o incluso, de la posibilidad de un disparo de algún arma especializada. Ahora subyacen en este reciente evento, las mismas condiciones, pues las primeras declaraciones también daban nota de que el Secretario Francisco Blake Mora, encabezaba la lucha contra el crimen organizado en todos sus frentes y, que a ello se aunaba, el que en días anteriores, se había detenido a un importante colaborador del Chapo Guzmán en el Estado de Sinaloa y lo ocurrido, no es más que la compensación a tal acto.

Ciertas o falsas, las versiones sobre el origen de caída de las aeronaves, resalta que los trágicos acontecimientos se producen por primera vez, en un mismo periodo presidencial, significativamente en similares circunstancias y bajo condiciones que inducen a pensar que los hechos no derivan de una falla técnica o humana, sino de causas externas provocadas en el contexto de una etapa de recrudecimiento de la violencia en la confrontación del crimen organizado con el Estado y sus fuerzas de seguridad y que, simbólicamente, ambos decesos ocurren en el mes de noviembre.

Recordemos que en el gobierno de Vicente Fox, ocurrió la muerte del Secretario de Gobernación, Ramón Martín Huerta, cuando viajaba en una aeronave oficial en territorio del Estado de México, sin que se hubiere precisado en forma legítima, ante la opinión pública, el origen de la caída de dicha nave y que también se atribuyó en diversos medios a un posible atentado.

Como quiera que sea, es relevante y trascendente el signo que ha distinguido al gobierno de Felipe Calderón, pues independientemente de las causas de las muertes, las circunstancias en que ocurrieron y las justificaciones que se den, permanece latente el que se ha tratado, en estos dos últimos casos, de personas plenamente identificadas como cercanas al titular del Poder Ejecutivo, no solo en el plano político, sino personal, que confirman las palabras expresadas por el Presidente Calderón, en el sentido de que “… Como me ocurrió, paradójicamente con Juan Camilo Mouriño, a Blake también lo extrañaré y necesitaré mucho” aseveró. (EL UNIVERSAL)

El mensaje del Presidente Calderón incide, desde luego, en la estrategia que diseñó y ejecutó con ambos personajes en materia de seguridad y, específicamente, en los violentos actos que la han caracterizado durante más de cuatro años, este evento incentivó su posición respecto de esa lucha que, ahora, a pesar de lo lamentable que es el que haya perdido la vida su Secretario de Gobernación, insiste en continuarla, como se interpreta de la parte en que afirma “Pienso en ello y más allá de la enorme amistad que a los tres nos unía, pienso especialmente en los ideales que compartimos, las poderosas razones que los llevaron a todos ellos a dar un sí sin ambigüedades ni titubeos a México. Un paso al frente en el servicio a la patria y me convenzo que la mejor manera de honrar su generosidad y lealtad y amor a México, es no fallándoles en el esfuerzo en que me apoyaron y siguieron y no desmayar, antes bien redoblar la lucha por la construcción de un México mejor.”

El gobierno del Presidente Calderón, ha despertado inquietudes en dos frentes que, hasta la fecha, no ha logrado inhibir no solo en lo interno, sino a nivel internacional en el que, por una parte, se mantiene en la opinión pública el sentir de que la lucha que inició en contra del crimen organizado con la participación del Ejército, no ha mostrado que sea una solución o acción exitosa; por el contrario, en esta etapa del último periodo de su ejercicio, se estima que está encaminada a la derrota y aún más, a un desgaste permanente a largo plazo sin un objetivo preciso; el segundo frente, tiene tiene que ver con que se tache a su gobierno como poco preocupado en la protección de los derechos humanos, a pesar de las declaraciones y reformas a disposiciones constitucionales y legales que se han promovido en esta materia.

Se advierte que esta crítica se sustenta en que la violencia crece en cuanto al número de pérdidas de vidas oficiales, delincuencia y sociedad civil, en las que permea con objetividad en que en tal lucha, no existe un respeto efectivo de los derechos humanos, y así lo demuestran el sin número de recomendaciones que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos ha emitido en este rubro, en contra de las fuerzas armadas y de seguridad nacional, estatal y municipal y de la Procuraduría General de la República, respecto de lo cual, las versiones y discursos oficiales en contrario, no han logrado convencer al pueblo de México, ni a los principales actores políticos internacionales, es decir, persiste y se ahonda el sentir de la desconfianza.

La muerte del Secretario de Gobernación Francisco Blake, también se inserta en ese ambiente hostil de los derechos humanos y la guerra contra el crimen organizado, con la declaración del Director de la División América del Human Rights Watch, José Miguel Vivanco, que acaba de afirmar: "Nosotros entendemos, por declaraciones públicas del más alto nivel, que aquí se ha fijado una política que supone la militarización del problema y donde las más altas autoridades se han referido a este combate, a este lucha contra el narcotráfico, como una guerra contra las drogas" “Expreso que según el informe presentado ayer al titular del Ejecutivo en Los Pinos, las desapariciones forzadas realizadas por el Estado "han incrementado" y ha sido el propio gobierno quien ha caído en la estigmatización de las víctimas, incluso, agregó, que de los 39 casos de desapariciones documentadas se compromete a la Marina y al Ejército Mexicano.”

Estas referencias documentadas por el organismo que las emite, confirman que la muerte de dos Secretarios de Gobernación y un Presidente Municipal, todos de extracción panista, ocurridas en tiempos de una confrontación violenta entre las fuerzas de seguridad y el crimen organizado, así como la violación de derechos humanos, han erosionado el concepto de que el país sea un estado de derecho democrático en la extensión que le dan los estándares internacionales; lo pesaroso de estos sucesos, no ha impedido que se constituyan en elementos reales y objetivos de manipulación política, para favorecer o denostar a tendencias de la misma naturaleza, con el objetivo de influir en estos tiempos electorales, en la orientación del voto.

Este domingo, lo podremos constatar con los resultados que se den en la elección de gobernador del Estado de Michoacán, y en la orientación y exaltación que se haga de las figuras de los Secretarios de Gobernación fallecidos con vista en la elección presidencial del año siguiente.

Como quiera que sea, la carga de la responsabilidad presidencial, cada día se hace más pesada y, se profundizará el próximo año.

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