Economía: de mal en peor

Calderón promedia 1.44%
¿Por el camino correcto?

Carlos Fernández-Vega / México SA


Cómo estará el horno (el real, no el del discurso oficial), que hasta los aliados naturales del régimen reconsideran a la baja sus pronósticos para el cierre sexenal, con lo que al actual inquilino de Los Pinos se le desmorona la posibilidad de siquiera igualar la raquítica tasa de crecimiento económico alcanzada por su predecesor en la residencia oficial, y, por lo mismo, compartir con él la medalla de plata en lo que se refiere a los peores resultados en dicha materia (la de oro la conserva Miguel de la Madrid) durante los últimos 30 años, cuando menos.

De cualquier suerte, lo que Felipe Calderón sí puede presumir junto con su cada día más querido amigo Vicente Fox es que en una década de gobiernos panistas (diciembre de 2000 a igual mes de 2010) ambos personajes hicieron la hombrada de regalarle al país y a quienes lo habitan la segunda década perdida en materia económica y social, incluso con peores resultados que la primera, registrada en los años 80 del siglo pasado (1.73 por ciento de crecimiento promedio anual del dúo dinámico blanquiazul, contra 1.93 por ciento de los tricolores).

Resulta que en la más reciente encuesta que el Banco de México levantó entre los especialistas del sector privado (octubre 2011) destaca un nuevo recorte a las expectativas económicas del país, de tal suerte que el nuevo pronóstico reduce a 3.72 por ciento la tasa de crecimiento en 2011 y a 3.24 por ciento en 2012, con ganas de empeorar. De cumplirse tal proyección (aunque la posibilidad real es que sea aún menor), el calderonato obtendría el segundo peor resultado económico desde la imposición del neoliberalismo en México: 1.74 por ciento como promedio anual (en el mejor de los casos, una proporción equiparable con la obtenida por Porfirio Díaz durante los seis años previos al Ipiranga), sólo superado por el sexenio de Miguel de la Madrid, con un récord de 0.34 por ciento como tasa anual. Con Vicente Fox en Los Pinos, tal indicador fue de 2.3 por ciento, un marcador desastroso para el país y sus habitantes, pero, aunque parezca mentira, 33 por ciento mayor al de Felipe Calderón, con lo que al guanajuatense de la lengua larga y las ideas cortas le correspondería la medalla de bronce.

Ta vez a ese alegre balance de resultados se refería la junta de gobierno del Banco de México, con Agustín Carstens a la cabeza, cuando recientemente celebró que el ritmo de crecimiento económico continúa siendo elevado y la actividad económica nacional sigue mostrando una tendencia positiva, lo cual sería cierto –dadas las carencias– siempre y cuando la comparación se hiciera con el resultado sexenal de Miguel de la Madrid, con lo que esa instancia casi podría presumir que el país está en jauja y sus habitantes en el primer mundo. Pero no hay que cantar victoria, porque a Felipe Calderón aún le resta un año de inquilinaje en Los Pinos y, con lo exitoso que es, puede empeorar el peor pronóstico, toda vez que 2012 pinta color de hormiga en materia económica.

Mientras transcurren los, felizmente, últimos meses del susodicho en Los Pinos y los pronósticos se mantienen a la baja, al cierre del quinto año de lo que algunos llaman gobierno calderonista el balance económico resulta verdaderamente espeluznante: en el periodo 2007-2011 (siempre y cuando se cumplan los mejores vaticinios) la tasa promedio anual de crecimiento alcanzada por Felipe Calderón sería de 1.44 por ciento. Algunos dirán que al pobre hombre nada bien le ha ido, porque la crisis de 2009 arrasó. Sin embargo, Ernesto Zedillo, otro pobre hombre, que también registró una sacudida similar, reportó el doble de crecimiento (2.87 por ciento como promedio anual) en cinco años de estadía en Los Pinos.

Ya entrados en gastos, ¿cómo les fue a los otros neoliberales de la residencia oficial en sus primeros cinco años? El balance es el siguiente, en el entendido de que todos registraron crisis de entrada o de salida (todas las cifras refieren tasa promedio anual de crecimiento en el lapso citado): José López Portillo, 7.96 por ciento; Miguel de la Madrid, 0.15; Carlos Salinas de Gortari, 3.79; Ernesto Zedillo, 2.87; Vicente Fox, 1.8, y Felipe Calderón, 1.44. La diferencia entre ésta y el último presidente de la Revolución, como se auto- calificó JLP, es de 5.5 tantos. ¿Quién, en un lustro, registró un promedio tan raquítico como el del calderonato? Sólo si se combinan los cuatro años de Plutarco Elías Calles (1925-1928) y el primero de Emilio Portes Gil (1929, año de la gran dDepresión) se obtiene un promedio similar. Ése es el balance real del paso caderonista por Los Pinos y de la década panista en la residencia oficial. Todas las cifras referidas corresponden a la estadística histórica del Inegi, y no a los malos ciudadanos que hablan mal de México y que tanto critica el tal Felipe.

El problema se agudiza, cuando la citada encuesta del Banco de México (levantada entre 26 grupos de análisis y consultoría económica del sector privado nacional y extranjero) revela un dato adicional: 60 por ciento de los especialistas consultados considera que la situación económica mexicana no mejorará en el corto plazo. Por el contrario, su expectativa es que en 2012 la tasa de crecimiento será aún menor que la estimada para 2011, de tal suerte que el promedio para todo el calderonato puede reducirse, y como pinta el panorama casi lo dan como un hecho.

Queda claro que el modelito económico impuesto hace 30 años va de mal en peor, al igual que los indicadores sociales, aunque en sentido contrario de los correspondientes a la concentración del ingreso y la riqueza. Insistir (como lo han hecho los cinco inquilinos neoliberales de Los Pinos) en que vamos por el rumbo correcto no sólo es una tomadura de pelo para quienes obligada y silenciosamente pagan las abultadísimas facturas de los gobiernos fallidos, sino una descarada convocatoria al estallido social. En tres décadas (dos de ellas perdidas en términos económicos y sociales), la tasa promedio anual de crecimiento a duras penas llega a 2 por ciento. En ese periodo nacieron alrededor de 48 millones de mexicanos, y al cierre de 2010 oficialmente se contabilizaron más de 57 millones de pobres. ¿En serio vamos por el rumbo correcto?

Las rebanadas del pastel

Ayer, los del gabinetazo estuvieron de chistoreteros: A) no hay injerencia del gobierno federal en los comicios de Michoacán; sólo coadyuva para que el proceso se lleve a cabo en legalidad (Francisco Blake); B) “los programas sociales no son mercancía política; están blindados para evitar que se utilicen con fines partidistas en época electoral” (Heriberto Félix Guerra); y C) no puede ser preocupación de nadie el incremento al precio del gas LP, el de mayor consumo en los hogares (Bruno Ferrari). ¡Qué simpáticos!

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