José Gil Olmos
Tardaron 12 años en reponerse de aquel descalabro histórico que tuvieron en el 2000, cuando Vicente Fox encabezó el hartazgo en su contra. Hoy el PRI aprovecha ese mismo hartazgo, pero en contra del PAN, para lanzarse con todo y recuperar la presidencia el año que entra. Y, como en los viejos tiempos, la maquinaria ha comenzado a operar con el apoyo de 21 gobernadores dispuestos a financiar la campaña de Enrique Peña Nieto, el primer candidato producto de la mediocracia.
En las dos elecciones pasadas, la división interna fue el principal obstáculo que el PRI tuvo, sin que lograra superar las fracturas que originaron su derrota histórica, misma que los bajó hasta el tercer lugar como fuerza política nacional. Además, tuvieron en contra otros poderes fácticos como la Iglesia católica, las televisoras y los empresarios, que estaban convencidos de que el PAN les podría traer más beneficios que perjuicios.
Hoy parece que el PRI está salvando estas escisiones con el regreso de personajes como Elba Esther Gordillo, con decisiones de retiro de la contienda, como la de Manlio Fabio Beltrones, y la voluntad expresa de los gobernadores de hacer campaña a favor de su partido y apoyar a un candidato de unidad.
Al mismo tiempo, están recibiendo el apoyo de los poderes que antaño respaldaron al PAN y que hoy le han volteado la cara a Felipe Calderón, dejando a sus aspirantes, Josefina Vázquez Mota, Ernesto Cordero y Santiago Creel, con la verdadera estructura partidista que no les alcanza para conseguir los mismos resultados en las dos elecciones presidenciales pasadas.
Sin embargo, no todo va viento en popa en el PRI. El escándalo de corrupción del presidente nacional priista, Humberto Moreira, cuando era gobernador de Coahuila, las acusaciones de que Fausto Vallejo ganó en Michoacán gracias al apoyo de grupos de narcotraficantes, la presencia imborrable de personajes denostables como Mario Marín y Ulises Ruiz, así como el dato de que en los estados gobernador por priistas es donde el crimen organizado tiene mayor presencia, representan escollos que aún no salvan rumbo a la elección de 2012.
Casi con el mismo peso o importancia que tiene la estructura de su partido, Enrique Peña Nieto está basando su estrategia de campaña en las alianzas que ha hecho con Televisa y Televisión Azteca. El poder de los medios es fundamental para los planes presidenciales del exgobernador del estado de México, consciente de que su discurso y sus propuestas no le alcanzarían por sí solas para enfrentar a sus adversarios del PRD y el PAN.
Es evidente que conforme avanza el tiempo, se acorta la enorme distancia que Peña Nieto tenía ante sus adversarios en las preferencias ciudadanas cuando era gobernador y salía diariamente en los noticieros de las televisoras. Cada día que pasa, Peña Nieto pierde actualidad y frescura, y su imagen se ha vuelto demasiado repetitiva frente al teleauditorio que durante seis años seguidos lo vio en los principales noticieros, telenovelas y programas especiales.
Producto de la mercadotecnia, el exmandatario mexiquense enfrenta además el problema de las propuestas, del contenido en los mensajes, de la forma en que habría de enfrentar los distintos problemas del país, como la corrupción, desempleo, crimen organizado, violencia generada por la guerra contra el narcotráfico y las miles de muertes y desapariciones que ha producido esta última.
Habrá que esperar el arranque de la campaña para ver si el cascarón que en el PRI y en las televisoras le han fabricado a Peña Nieto resiste las críticas y la falta de contenido en el discurso del mexiquense, porque no basta que en su partido se haya alcanzado una unidad forzada y que la mercadotecnia siga sustentando un producto al que le falta calidad.
Tardaron 12 años en reponerse de aquel descalabro histórico que tuvieron en el 2000, cuando Vicente Fox encabezó el hartazgo en su contra. Hoy el PRI aprovecha ese mismo hartazgo, pero en contra del PAN, para lanzarse con todo y recuperar la presidencia el año que entra. Y, como en los viejos tiempos, la maquinaria ha comenzado a operar con el apoyo de 21 gobernadores dispuestos a financiar la campaña de Enrique Peña Nieto, el primer candidato producto de la mediocracia.
En las dos elecciones pasadas, la división interna fue el principal obstáculo que el PRI tuvo, sin que lograra superar las fracturas que originaron su derrota histórica, misma que los bajó hasta el tercer lugar como fuerza política nacional. Además, tuvieron en contra otros poderes fácticos como la Iglesia católica, las televisoras y los empresarios, que estaban convencidos de que el PAN les podría traer más beneficios que perjuicios.
Hoy parece que el PRI está salvando estas escisiones con el regreso de personajes como Elba Esther Gordillo, con decisiones de retiro de la contienda, como la de Manlio Fabio Beltrones, y la voluntad expresa de los gobernadores de hacer campaña a favor de su partido y apoyar a un candidato de unidad.
Al mismo tiempo, están recibiendo el apoyo de los poderes que antaño respaldaron al PAN y que hoy le han volteado la cara a Felipe Calderón, dejando a sus aspirantes, Josefina Vázquez Mota, Ernesto Cordero y Santiago Creel, con la verdadera estructura partidista que no les alcanza para conseguir los mismos resultados en las dos elecciones presidenciales pasadas.
Sin embargo, no todo va viento en popa en el PRI. El escándalo de corrupción del presidente nacional priista, Humberto Moreira, cuando era gobernador de Coahuila, las acusaciones de que Fausto Vallejo ganó en Michoacán gracias al apoyo de grupos de narcotraficantes, la presencia imborrable de personajes denostables como Mario Marín y Ulises Ruiz, así como el dato de que en los estados gobernador por priistas es donde el crimen organizado tiene mayor presencia, representan escollos que aún no salvan rumbo a la elección de 2012.
Casi con el mismo peso o importancia que tiene la estructura de su partido, Enrique Peña Nieto está basando su estrategia de campaña en las alianzas que ha hecho con Televisa y Televisión Azteca. El poder de los medios es fundamental para los planes presidenciales del exgobernador del estado de México, consciente de que su discurso y sus propuestas no le alcanzarían por sí solas para enfrentar a sus adversarios del PRD y el PAN.
Es evidente que conforme avanza el tiempo, se acorta la enorme distancia que Peña Nieto tenía ante sus adversarios en las preferencias ciudadanas cuando era gobernador y salía diariamente en los noticieros de las televisoras. Cada día que pasa, Peña Nieto pierde actualidad y frescura, y su imagen se ha vuelto demasiado repetitiva frente al teleauditorio que durante seis años seguidos lo vio en los principales noticieros, telenovelas y programas especiales.
Producto de la mercadotecnia, el exmandatario mexiquense enfrenta además el problema de las propuestas, del contenido en los mensajes, de la forma en que habría de enfrentar los distintos problemas del país, como la corrupción, desempleo, crimen organizado, violencia generada por la guerra contra el narcotráfico y las miles de muertes y desapariciones que ha producido esta última.
Habrá que esperar el arranque de la campaña para ver si el cascarón que en el PRI y en las televisoras le han fabricado a Peña Nieto resiste las críticas y la falta de contenido en el discurso del mexiquense, porque no basta que en su partido se haya alcanzado una unidad forzada y que la mercadotecnia siga sustentando un producto al que le falta calidad.
Comentarios
Quiero que el PAN gane otra vez la presidencia y creo que solo podrá ganarla con Santiago Creel.