Volver al futuro

De la colisión a la coalición
AMLO: borrón y cuenta nueva
O sea, más cristianos. Punto

Julio Hernández López / Astillero


Diego, Cuauhtémoc y Paco, los jinetes del pasado en busca de reacomodos presuntamente justicieros, hicieron ayer pública profesión de fe coalicionista a la hora de presentar un texto del reformista sonorense que busca condicionar al futuro gobierno federal a aceptar arreglos de pluralidad convenenciera en caso de que quien lo presida sea Enrique Peña Nieto y no el propio senador Beltrones.

De las colisiones anteriores a la coalición gobernante, del empeño personal y partidista por alcanzar la Presidencia de la República a la pignoración del pasado en aras de eventuales repartos del poder bajo consenso. Fernández de Cevallos, Cárdenas Solórzano y Labastida Ochoa colocados en plan de modernización política inédita frente a la posibilidad de que sus adversarios naturales lleguen a triunfar, ya sea el calderonismo, el lopezobradorismo o el peñanietismo: hágase la voluntad de cambio en los bueyes del compadre que llegue al sexenio que ya no será mío; el coalicionismo como etapa superior del arreglo en lo oscurito.

Beltrones trabaja a marchas intelectuales forzadas en busca de ser el jefe de un gabinete de coalición en caso de que, tal como todo apunta, la candidatura priísta a Los Pinos sea formalmente adjudicada a quien desde ahora ya actúa como gran jefe de la banda, el mediático Peña Nieto que contempla a su actual adversario interno como una pieza valiosa que en el futuro deberá ser acomodada en un nicho decoroso pero no influyente, en una posición de continuidad política pero no de mando ni fuerza personal o capacidad de organización y eventual presión.

En torno a la propuesta beltronista de negociar la integración de la futura administración federal conforme a aires de pluralidad, que vayan mucho más allá de los procesos electorales en sí, pueden entonces, fácilmente, acomodarse todos aquellos que no están en primera fila de la política activa y tal vez ni siquiera en la butaquería inmediata. Menos por menos da más, según la fórmula de las coaliciones anticopetonas. Por lo pronto, el sonorense (que es un político muchísimo más hecho y eficaz en términos del sistema dominante, aunque ha sido avasallado en términos de imagen y viabilidad electoral por el figurín del estado de México) presentó su ensayo denominado El futuro es hoy, ¿para qué queremos ganar?, cuya intencionalidad central está justamente entre signos de interrogación. ¿Ganar? Se puede ganar con Peña Nieto, pero ¿para qué? El reino del espot gaviotero necesitaría de la ayuda providencial del teleprompter para atreverse a enfrentar una discusión a fondo respecto a las razones verdaderas por las cuales se aspira al poder, mientras la visión del equipo de Beltrones y las tablas y el discurso del propio sonorense dejarían mal parado al precandidato estético en caso de darse esa improbable discusión pública. Por tanto, ante hechos consumados, si carita mata oficio, y pelona con sal mata bigote de senador, se habla ahora de un venidero gobierno de coalición al que alegremente se suman tres figuras antaño divergentes a las que ahora reúne el tibio olor de la posibilidad de un reparto de posiciones federales como conjuro frente a ingobernabilidades o sectarismo: ¡Coalición o muerte, ya veremos!

En otro salón de remozamiento han aparecido en alta definición (la mayor mostrada hasta ahora) signos de espiritualidad compasiva en forma del pez de los cristianos que en Tabasco tiene como una de sus formas al famoso pejelagarto. Entrevistado para un portal del Grupo Expansión pensado en términos del mercado electoral en puerta (www.adnpolitico.com), Andrés Manuel López Obrador ha anunciado que está en el proceso de una etapa nueva, con un borrón y cuenta nueva.

En bit.ly/u7Ufys puede verse la sesión con el joven periodista Miguel Ángel Vargas en que postula el amor al prójimo, y que no siente odio respecto a Calderón ni Carlos Salinas de Gortari. AMLOve así despachó el tema: ¿...profesas amor por tus rivales políticos?: Sí, y respeto. ¿Por Felipe Calderón?: Sí, sí. No lo odio, no odio a nadie. Si el tabasqueño tuviese enfrente al michoacano, ¿qué le diría, en ese contexto de amor y paz?: Que fuese consecuente... que actuara con honestidad. ¿Algo más?: Nada más. O sea. Sería ofenderlo, y no se trata de eso, decirle que no le importó robarse la elección. Pero, hacia adelante, ¿algo le propondrías?: Que no va a haber persecución. Para nadie, insisto. Que va a haber justicia, no venganza (...) Vamos a inaugurar una etapa nueva, vamos a predicar con el ejemplo. Y va a ser, en ese sentido, un borrón y cuenta nueva. Vamos a ponernos de acuerdo para salvar al país entre todos.

Un entre todos, precisó a pregunta del entrevistador Vargas, que incluye a los treinta integrantes de la famosa mafia del poder en busca de reconciliación nacional, de no ver más al pasado y llegar a un nuevo pacto en busca de que ya no se sustente el crecimiento de unos cuantos en el sufrimiento de la mayoría de la gente. Es decir, que podamos ser más humanos, más justos, más igualitarios... O sea, más cristianos. Punto. Pejecristianismo, perdón y reconciliación. Podéis ir en paz.

Astillas

El gasto federal en Michoacán es tan desproporcionado como evidente. El hermano volcó erario, aparato administrativo y recursos colaterales en apoyo de la hermana, sin reparar ni aquél ni ésta en el daño institucional que han generado al convertir una contienda electoral en asunto de familia, en obsesión dinástica, en tema de honor y orgullo de clan. No desmerecen el PRI ni el PRD en cuanto a uso de recursos públicos (Godoy en menor cuantía, no por falta de ganas sino a causa del corte presupuestal táctico que le aplicó el calderonismo para restarle posibilidad de apoyo económico al desfallecido Silvano Aureoles). Tampoco el partido de tres colores ni el sol azteca van a la zaga en cuanto a propósitos de defraudación electoral, pues a fin de cuentas Michoacán se definirá por el abuso del dinero y el uso de ingeniería de mapaches... ¡hasta mañana!

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