Desnudar la narcopolítica
Televisa es la rabia
Secuestro del alma
Julio Hernández López / Astillero
No hay elementos en firme para arriesgar un vaticinio respecto a la dimensión que podría alcanzar la anunciada embestida de un famoso grupo internacional de especialistas en asuntos de computación contra la banda mexicana de Los Zetas, pero sí puede decirse, de entrada, que coloca en un predicamento más que sospechoso a las autoridades de México y Estados Unidos el simple hecho de que un conjunto de ciudadanos bien informados se declare en capacidad de conocer y difundir entretelones del narcotráfico, que hasta ahora solamente ha sido enfrentado de manera torpe y sangrienta en el terreno de las armas de fuego. Anonymous, en su versión hispanoamericana y específicamente mexicana, ya ha tenido escaramuzas relacionadas con lo que aquí sucede, en especial la operación de bloqueo de cuentas gubernamentales que se realizó en la coyuntura de las fiestas de Independencia nacional cuando, entre otros objetivos cibernéticos, cayó temporalmente la página de las fuerzas armadas mexicanas, en un lance de buscado simbolismo. De aquella #OpIndependencia se pasa ahora a la #OpCartel (identificación de temas en Twitter, donde también están las direcciones @IberoAnon y @anonopshispano), con Los Zetas como destinatario inmediato, pero el gobierno calderonista como responsable mayor (léanse en bit.ly/tVjGUe tanto el texto original de Anonymous, en inglés, como una rápida traducción al español).
A reserva de conocer la profundidad e impacto de las develaciones que promete esa intencionalmente difusa organización de expertos computacionales, ha de señalarse que su inocultable aparición en el foro mexicano suple provisionalmente la prolongada inmovilidad cívica que ha estado imposibilitada de manifestarse y luchar en contra de la masacre diaria que vive el país, no sólo en términos de muertes y lesionados directos por la violencia imparable, sino también en términos de convivencia social y viabilidad nacional. Esa anestesia colectiva se debe, entre otras causas, al control manipulador que ejercen los medios alineados con el gobierno (sobre todo las televisoras y marcadamente Televisa), a la falta de opciones de lucha cívica y política que sean confiables y duraderas, y al castigo mortal que han sufrido muchos de quienes abiertamente han denunciado el contubernio de delincuentes con autoridades y políticos.
Estas nuevas formas de lucha, que combinan sapiencia y astucia tecnológica con clara conciencia social crítica, han producido contundentes hechos políticos, como ha sucedido con Wikileaks y como, en otro plano, ha sucedido con Anonymous en varias partes del mundo. En México, a pesar de que algunos grupos oportunistas han pretendido apropiarse de etiquetas de activismo en Twitter (para beneficiar al panismo gobernante en temas como el de la rebelión cívica en presunta demanda de que se aprobara la relección de legisladores) o de indignación por encargo, la resonancia genuina de estos instrumentos de lucha está por verse.
Este viernes, por ejemplo, se está citando a una protesta auténtica, que podría devenir en una acampada. En un video que se denomina Televisa es la rabia, disponible en bit.ly/sPEGiz, se convoca a una acción de Indignación pacífica contra el origen de todos los males. Asiste el 5 de noviembre a las 5 de la tarde a Televisa Chapultepec. Todo lo que puedas hacer para que Televisa sepa que estamos indignados. En Twitter puede darse seguimiento al asunto en las etiquetas que agrupan temas específicos (hastags, en inglés), como #occupytelevisa y #offtelevisa.
En tanto, el experimento de mano dura en Veracruz (filofranquismo jarocho) continúa generando crímenes masivos que supuestamente corresponderían a miembros de bandas de narcotraficantes, a pesar de que aún no se precisa plenamente tal adscripción, por ejemplo, en la mayoría de los 35 que varias semanas atrás fueron asesinados y luego tirados en un puente a desnivel en Boca del Río. La extraña asociación del gobernador Javier Duarte con la administración calderonista ha entregado la entidad a la Marina y ha impuesto una especie de ley no escrita de exterminio ejemplar de presuntos delincuentes (una forma de limpia social). Ayer, por lo pronto, aparecieron ocho cadáveres que se agregan a una larga lista de muertes que va caracterizando sangrientamente al criticado gobierno de Duarte, que aún no cumple su primer año.
Astillas
El sicoanalista José Antonio Lara Peinado escribe, a propósito de estas fechas: La muerte en este país ya no se vive como una celebración simbólica, hoy más que nunca las calaveritas de azúcar han sido sustituidas por cráneos de verdad, se ha pasado a un estado en donde las pulsiones de muerte han dejado de ser eso y se han materializado en el conocido, el familiar, el compañero, que refieren han sufrido la muerte de algún ser querido no por el camino natural, sino por el patológico que unos cuantos han construido con declaraciones, balazos y guerra. En este país todos los días son días de muertos, ya no se espera a los difuntos, hoy en día son los difuntos los que nos esperan. El mexicano vive hoy en día el peor secuestro, el del alma, sea por grupos delincuenciales, grupos políticos o la televisión, el caso es que unos y otros tienen secuestrada el alma de los mexicanos, y ello es en el fondo el motivo por el cual no hemos logrado construir un movimiento masivo de reclamo e indignación. En medio de las tradiciones del día de muertos, hoy más que nunca la gente acudirá a los panteones, los altares estarán repletos y se prenderán muchas veladoras, no por preservar la tradición, será más bien por intentar calmar la angustia que han generado los políticos, los delincuentes y la televisión, todos ellos sátrapas infames, secuestradores y asesinos del alma... Y, mientras Jesús Zambrano pide a las autoridades electorales, por si en el PRD no alcanzan a repetir elecciones internas a tiempo: A ver si tienen un poquito de compasión, dentro de lo descorazonado que fueron al imponernos la sentencia, ¡hasta mañana!
Televisa es la rabia
Secuestro del alma
Julio Hernández López / Astillero
No hay elementos en firme para arriesgar un vaticinio respecto a la dimensión que podría alcanzar la anunciada embestida de un famoso grupo internacional de especialistas en asuntos de computación contra la banda mexicana de Los Zetas, pero sí puede decirse, de entrada, que coloca en un predicamento más que sospechoso a las autoridades de México y Estados Unidos el simple hecho de que un conjunto de ciudadanos bien informados se declare en capacidad de conocer y difundir entretelones del narcotráfico, que hasta ahora solamente ha sido enfrentado de manera torpe y sangrienta en el terreno de las armas de fuego. Anonymous, en su versión hispanoamericana y específicamente mexicana, ya ha tenido escaramuzas relacionadas con lo que aquí sucede, en especial la operación de bloqueo de cuentas gubernamentales que se realizó en la coyuntura de las fiestas de Independencia nacional cuando, entre otros objetivos cibernéticos, cayó temporalmente la página de las fuerzas armadas mexicanas, en un lance de buscado simbolismo. De aquella #OpIndependencia se pasa ahora a la #OpCartel (identificación de temas en Twitter, donde también están las direcciones @IberoAnon y @anonopshispano), con Los Zetas como destinatario inmediato, pero el gobierno calderonista como responsable mayor (léanse en bit.ly/tVjGUe tanto el texto original de Anonymous, en inglés, como una rápida traducción al español).
A reserva de conocer la profundidad e impacto de las develaciones que promete esa intencionalmente difusa organización de expertos computacionales, ha de señalarse que su inocultable aparición en el foro mexicano suple provisionalmente la prolongada inmovilidad cívica que ha estado imposibilitada de manifestarse y luchar en contra de la masacre diaria que vive el país, no sólo en términos de muertes y lesionados directos por la violencia imparable, sino también en términos de convivencia social y viabilidad nacional. Esa anestesia colectiva se debe, entre otras causas, al control manipulador que ejercen los medios alineados con el gobierno (sobre todo las televisoras y marcadamente Televisa), a la falta de opciones de lucha cívica y política que sean confiables y duraderas, y al castigo mortal que han sufrido muchos de quienes abiertamente han denunciado el contubernio de delincuentes con autoridades y políticos.
Estas nuevas formas de lucha, que combinan sapiencia y astucia tecnológica con clara conciencia social crítica, han producido contundentes hechos políticos, como ha sucedido con Wikileaks y como, en otro plano, ha sucedido con Anonymous en varias partes del mundo. En México, a pesar de que algunos grupos oportunistas han pretendido apropiarse de etiquetas de activismo en Twitter (para beneficiar al panismo gobernante en temas como el de la rebelión cívica en presunta demanda de que se aprobara la relección de legisladores) o de indignación por encargo, la resonancia genuina de estos instrumentos de lucha está por verse.
Este viernes, por ejemplo, se está citando a una protesta auténtica, que podría devenir en una acampada. En un video que se denomina Televisa es la rabia, disponible en bit.ly/sPEGiz, se convoca a una acción de Indignación pacífica contra el origen de todos los males. Asiste el 5 de noviembre a las 5 de la tarde a Televisa Chapultepec. Todo lo que puedas hacer para que Televisa sepa que estamos indignados. En Twitter puede darse seguimiento al asunto en las etiquetas que agrupan temas específicos (hastags, en inglés), como #occupytelevisa y #offtelevisa.
En tanto, el experimento de mano dura en Veracruz (filofranquismo jarocho) continúa generando crímenes masivos que supuestamente corresponderían a miembros de bandas de narcotraficantes, a pesar de que aún no se precisa plenamente tal adscripción, por ejemplo, en la mayoría de los 35 que varias semanas atrás fueron asesinados y luego tirados en un puente a desnivel en Boca del Río. La extraña asociación del gobernador Javier Duarte con la administración calderonista ha entregado la entidad a la Marina y ha impuesto una especie de ley no escrita de exterminio ejemplar de presuntos delincuentes (una forma de limpia social). Ayer, por lo pronto, aparecieron ocho cadáveres que se agregan a una larga lista de muertes que va caracterizando sangrientamente al criticado gobierno de Duarte, que aún no cumple su primer año.
Astillas
El sicoanalista José Antonio Lara Peinado escribe, a propósito de estas fechas: La muerte en este país ya no se vive como una celebración simbólica, hoy más que nunca las calaveritas de azúcar han sido sustituidas por cráneos de verdad, se ha pasado a un estado en donde las pulsiones de muerte han dejado de ser eso y se han materializado en el conocido, el familiar, el compañero, que refieren han sufrido la muerte de algún ser querido no por el camino natural, sino por el patológico que unos cuantos han construido con declaraciones, balazos y guerra. En este país todos los días son días de muertos, ya no se espera a los difuntos, hoy en día son los difuntos los que nos esperan. El mexicano vive hoy en día el peor secuestro, el del alma, sea por grupos delincuenciales, grupos políticos o la televisión, el caso es que unos y otros tienen secuestrada el alma de los mexicanos, y ello es en el fondo el motivo por el cual no hemos logrado construir un movimiento masivo de reclamo e indignación. En medio de las tradiciones del día de muertos, hoy más que nunca la gente acudirá a los panteones, los altares estarán repletos y se prenderán muchas veladoras, no por preservar la tradición, será más bien por intentar calmar la angustia que han generado los políticos, los delincuentes y la televisión, todos ellos sátrapas infames, secuestradores y asesinos del alma... Y, mientras Jesús Zambrano pide a las autoridades electorales, por si en el PRD no alcanzan a repetir elecciones internas a tiempo: A ver si tienen un poquito de compasión, dentro de lo descorazonado que fueron al imponernos la sentencia, ¡hasta mañana!
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