AMLO y tribus perredistas sellan pacto de “amor y paz” para el 2012

Apro

En cumplimiento con el segundo punto del acuerdo signado con el jefe de Gobierno de la ciudad, Marcelo Ebrard, Andrés Manuel López Obrador y las tribus perredistas Nueva Izquierda (NI) e Izquierda Democrática Nacional (IDN) que dirigen Los Chuchos y los bejaranistas, respectivamente, limaron asperazas y sellaron un pacto de “amor y paz” rumbo a los comicios federales del 2012.

“Amor y paz”, respondió el virtual candidato presidencial de las izquierdas al tiempo que hacía con la mano la “V de la victoria”, cuando se le preguntó sobre la realidad del proceso de reconciliación en el PRD.

En conferencia de prensa, después de una reunión en la que participaron el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard; el líder nacional del PRD e integrante de la corriente Nueva Izquierda, Jesús Zambrano; la secretaria general del partido, Dolores Padierna, el diputado federal Alejandro Encinas y el exdirigente perredista Jesús Ortega, el tabasqueño dejó en claro que la unidad “va en serio”.

Asimismo, López Obrador anunció que el próximo 9 de diciembre se registrará como precandidato por la coalición Movimiento Progresista, conformada por el PRD, PT y Movimiento Ciudadano.

El tabasqueño, quien por segunda vez consecutiva aspira a la candidatura presidencial de la izquierda, aseguró que con unidad el movimiento que lo respalda le ganará “a la cúpula del poder”, como ahora llama al grupo que antes identificaba como “la mafia en el poder”.

La pregunta sobre la unidad fue extensiva a Ortega, quien reconoció que durante el proceso de selección manifestó sus simpatías por Ebrard, pero ya que se resolvió, entonces aceptó: “Andrés Manuel es mi candidato” y ofreció apoyarlo en la medida de sus posibilidades.

Ebrard agradeció “la actitud responsable” de Zambrano y Ortega en este proceso. “Esto va en serio, lo que importa es respetar, promover y hacer reales las aspiraciones de los mexicanos que quieren un cambio. Estamos unidos todos. De esta unidad dependerá lograr el verdadero cambio en el país”, recalcó el jefe de Gobierno.

Historia de desencuentros

Después de la elección presidencial del 2006 y en plena resistencia civil pacífica encabezada por el tabasqueño después de que acusó al PAN de cometer fraude electoral en complicidad con el PRI, el entonces senador perredista Héctor Bautista, de la corriente Nueva Izquierda, conocida como Los Chuchos, se reunió con Felipe Calderón para pedirle incentivos en materia de desarrollo social. Esto fue interpretado como el reconocimiento al panista que perredistas y simpatizantes del tabasqueño califican como espurio.

Ahí comenzó la abierta confrontación entre Los Chuchos y Nueva Izquierda. López Obrador los calificó como traidores porque, dijo, en algunos sitios operaron en su contra.

En la edición 1635 de la revista Proceso, Cuauhtémoc Sandoval, Valentina Batres, Fernel Gálvez y Humberto Zazueta, diputados federales en 2008, coincidieron en que la crispación comenzó el 1 de diciembre de 2006 cuando el panista Felipe Calderón logró, con la ayuda del PRI y de perredistas, rendir protesta como presidente con cierta tranquilidad, pues los senadores perredistas, coordinados por Carlos Navarrete, dejaron abierta la puerta “tras banderas” de la Cámara de Diputados, la cual tenían bajo su resguardo.

Guadalupe Acosta Naranjo, miembro de Los Chuchos, expresidente interino del partido y actual diputado federal fue el primer perredista miembro de Nueva Izquierda en rechazar públicamente el plantón de Reforma contra el supuesto fraude electoral.
En el mismo año, tras la denuncia de “fraude electoral” y las movilizaciones subsiguientes, López Obrador se distanció del PRD.

A finales de año, pese al rechazo de Andrés Manuel, las tribus perredistas Nueva Izquierda, Alianza Democrática Nacional y Foro Nuevo Sol unieron sus fuerzas para que los legisladores de su partido votaran a favor de la reforma electoral que rechaza las coaliciones entre partidos e impide formar nuevos hasta el 2013, entre otras cosas.

En 2007 en el PRD se echa andar el proceso de renovación de la dirigencia nacional. Se postulan Alejandro Encinas y Jesús Ortega, quien después de tres intentos logra ser nombrado presidente nacional gracias al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF). Andrés Manuel respalda a Encinas, quien recibió como premio de consolación la coordinación del grupo parlamentario en la Cámara de Diputados.

En 2009, se agudiza la división luego de que Ortega y Manuel Camacho Solís, coordinador del movimiento Diálogo por la Reconstrucción Nacional (Dia), promovieron alianzas con el PAN, partido que López Obrador acusa de robarle la Presidencia de la República en 2006. El PRD encabezado entonces por Ortega se niega a sumarse al movimiento por la defensa del petróleo promovido por el tabasqueño.

Andrés Manuel afianza su cercanía con el Partido del Trabajo y Movimiento Ciudadano que en ese entonces se llamaba Convergencia. Al tabasqueño no le interesan los problemas del partido. No asiste a Consejos ni Congresos nacionales. En cambio, acude a reuniones internas en el Partido del Trabajo, a donde asisten también miembros de Movimiento por la Democracia.

En 2009 Andrés Manuel dedica el tiempo a denunciar actos de corrupción del gobierno calderonista y a cabildear los nombres de los candidatos a diputados locales, federales y jefes delegacionales perredistas.

Los Chuchos, que entonces controlaban el partido, no aceptan ninguna propuesta de Andrés Manuel para legisladores o jefes delegacionales; éstos son impulsados por el PT y Movimiento Ciudadano. Surge el caso de Rafael Acosta que fue candidato a jefe delegacional en Iztapalapa en una maniobra creada por Andrés Manuel para que, al ganar la elección, renunciara para nombrar en el cargo a Clara Brugada, a quien NI le quitó la candidatura, pese a que su imagen estaba inscrita en las boletas. Los Chuchos reciben un golpe estrepitoso.

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