¡Aaarrraancan!

Ricardo Rocha / Detrás de la Noticia

Definidos ya los candidatos del priísmo y la izquierda, no se me ocurre nada mejor para ilustrar el momento que rememorar el estilo único del gran cronista Jorge “Sonny” Alarcón que, además de maestro del boxeo, era la voz institucional del Hipódromo de las Américas.

Ahora que, siguiendo el símil, todo indica que el cuaco llamado Peña Nieto ya los dejó a todos en la largada y les lleva al menos 10 cuerpos de ventaja. Si de echar montón se tratase incluso hubiera sido declarado ganador. Cosa de ver lo que pasó en el acto de registro ante su partido el PRI y en el mitin posterior, nomás para darse una idea de la euforia febril que traen los priístas con su candidato al que dan como seguro presidente y con quien ya despachan en Los Pinos.

La puritita fiesta con la marca de la casa: playeras y gorras rojas, matracas y según la crónica de El Universal, el Mariachi a todo lo que da con el clásico “Son de la Negra” y el merititito “Zacazonapan” con sus cantares que atrapan el corazón. Y el suspirante extasiado con el apoyo de su esposa, la mismísima Gaviota y pregonando a los cuatro vientos que en este país ya se respiran nuevos aires. ¡Ah que evento tan ventilado verdad de Dios!

De veras que hasta ganas daban de chillar y se enchinaba el pellejo con el grito coreado: ¡se ve, se siente, Enrique Presidente! Y ahí en las primeras filas los puros jerarcas tricolores de todos los tiempos, 18 gobernadores con todos y sus huestes unidos como uno solo; las manos hinchadas de tanta saludadera y los pulmones en riesgo de tanto palmotazo en la espalda. Igual los hasta hace poco beltronistas que los desde antes peñanietistas. Todos unidos como uno solo. En pocas palabras, el paroxismo sublimado de la democracia.

Todo para que vengan después los aguafiestas de siempre –igual izquierdosos trasnochados que paniaguados insulsos– a decir que los priístas retrocedieron al tiempo de los priístas ¿pues cómo querían que celebraran? Yo digo que en todo caso se trató de una cargada, o mejor dicho recargada onda Matrix-mundo virtual, que ya está teniendo sus efectos colaterales cómo qué no.

Por eso los vecinos de la acera de enfrente ya pusieron sus barbas a remojar. Y el también candidato único López Obrador da un desayuno campanazo a otros cinco distinguidos perredistas. A saber: Marcelo Ebrard, su ex adversario y todavía poderoso Jefe de Gobierno; su sempiterna aliada Dolores Padierna; “Chucho 1”, el hasta hace poco antitético Jesús Ortega; “Chucho 2”, el ahora formal dirigente Jesús Zambrano y ahí nomás para mediar el alivianadísimo Alejandro Encinas.

Y que de la reunión van brotando fulgores de luz, palomas espirituales y palabras divinas: “Amor y paz” proclamó –textualmente– Andrés Manuel. “Es el día de la reconciliación” sermoneó Ebrard. Y en tono de arrepentimiento ”Yo le iba a Marcelo pero ahora mi candidato es ya saben quien” dijo el antes aborrecido Ortega. Ya me imagino la escenita: “Me pasas la salsa mi Andy”, “¡lo que usté quiera y más mi Chuy…a ver, a ver, quién lo quiere condenadote!”. Y así por el estilo hasta que al final, ya en serio, en que López Obrador se comprometió a que “De esta unidad va a depender mucho de que logremos un verdadero cambio en el país y para lograr la transformación era indispensable esta unidad”. ¿Así, o más cachetón? Amor y Paz como el lema que hoy desplaza a todos los demás exaltados y violentos: ¡besos a Döring, a Gabriela y por supuesto a Carlos, Diego y a Felipe!

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