Ricardo Rocha / Detrás de la Noticia
Vivimos apenas el principio de una encarnizada lucha por el poder político y económico que representa el 2012: dinero, mucho dinero para los partidos, para las dispendiosas campañas, para todos y cada uno de los candidatos a cargos dizque de representación popular. E influencia ilimitada para favorecer a parientes, amigos y cómplices.
Una batalla despiadada y sin reglas librada además en el interior de un laberinto de espejos donde las apariencias siempre son engañosas a fin de confundir al adversario. Un momento caótico y sin definiciones absolutas en el que hay muchas más preguntas que respuestas:
En el PRI: ¿de verdad no va a pasar nada en el PRI con la declinación de Manlio Fabio Beltrones? ¿El hasta ayer precandidato se quedará de brazos cruzados porque afirma que “la decisión de no participar en la contienda interna no es un sacrificio, sino mi aportación para la victoria del PRI en el 2012”; aunque también diga que “en mi partido hay quienes tienen prisa y alegan la necesidad de la unidad para conservar privilegios”, y todavía más, que “la simulación y la ingratitud son los peores venenos de la política y nos han hecho mucho daño”? ¿De verdad era necesario poner contra las cuerdas a Beltrones con la sustracción del párrafo de la convocatoria para evitar la impudicia de la cargada? ¿Se empujó a Manlio Fabio a sabiendas de que se oponía a la coalición con Verde y Panal por lo menos en los términos en que se pactó? ¿Podrán los cúpulos priístas contener la furia de los priístas desplazados en Chiapas, Sinaloa, Puebla, el DF y otras plazas paqueteadas en el arreglo? ¿Quién decide en el PRI, Peña Nieto o Moreira? ¿Cuánto tiempo aguantará este último las embestidas oficiales y del fuego amigo por el escándalo de la deuda en Coahuila? ¿Cuánto tiempo lo seguirá sosteniendo su amigo Enrique? Por cierto, ¿tienen 100% de razón quienes aseguran que Peña Nieto es inalcanzable? ¿Cuántos de ellos tienen miedo de cómo pueda estar en las encuestas en la inscripción de febrero o en el inicio formal de las campañas en marzo? ¿Se mantendrá el ex gobernador con 20 puntos sobre Josefina y el triple que Andrés Manuel? De no ser así, ¿seguirá teniendo tantos aliados, obsecuentes e incondicionales?
En el PAN: ¿hay ahí quien crea que pueden ganar la elección presidencial? Si creen que no, que el triunfo es imposible, ¿a qué juegan? Si creen que sí, que tal vez, ¿a qué juegan? ¿Serán tan suicidas que puedan seguir arriesgando a disminuir a Josefina Vázquez Mota? ¿Serán tan necios de continuar estirando la liga del tiempo para ver si al fin crece Ernesto Cordero? ¿Quién manda en el PAN, Calderón o Madero? ¿Cómo le harán los panistas para restaurar las heridas de las derrotas: la electoral de Michoacán en la persona de Cocoa?
¿Podrá el PAN cargar con los 50 mil muertos de la guerra calderonista contra el narco? ¿Qué nos dirá su propaganda para convencernos de cualquiera de dos cosas: que el país está tan bien que un panista merece repetir en la presidencia o que el país está tan mal que necesitan otros seis años para arreglarlo? ¿Seguirán aferrados a “sus tiempos” o captarán las señales del PRI y la izquierda?
En el PRD: ¿y luego? Está bien, ya supimos de las encuestas y de la civilidad y vimos la foto del apapacho entre Marcelo y Andrés Manuel, pero, ¿por qué llegaron juntos y se fueron separados? ¿Y luego? ¿Seguirán –como diría el poema de desamor de Geraldy– cada quien con su nombre, por su lado, sin cruzar para hablarse a la otra acera? Sí, ya entendemos que se dividieron los territorios, país y ciudad, pero, ¿y luego? ¿Juntos pero no revueltos?
Vivimos apenas el principio de una encarnizada lucha por el poder político y económico que representa el 2012: dinero, mucho dinero para los partidos, para las dispendiosas campañas, para todos y cada uno de los candidatos a cargos dizque de representación popular. E influencia ilimitada para favorecer a parientes, amigos y cómplices.
Una batalla despiadada y sin reglas librada además en el interior de un laberinto de espejos donde las apariencias siempre son engañosas a fin de confundir al adversario. Un momento caótico y sin definiciones absolutas en el que hay muchas más preguntas que respuestas:
En el PRI: ¿de verdad no va a pasar nada en el PRI con la declinación de Manlio Fabio Beltrones? ¿El hasta ayer precandidato se quedará de brazos cruzados porque afirma que “la decisión de no participar en la contienda interna no es un sacrificio, sino mi aportación para la victoria del PRI en el 2012”; aunque también diga que “en mi partido hay quienes tienen prisa y alegan la necesidad de la unidad para conservar privilegios”, y todavía más, que “la simulación y la ingratitud son los peores venenos de la política y nos han hecho mucho daño”? ¿De verdad era necesario poner contra las cuerdas a Beltrones con la sustracción del párrafo de la convocatoria para evitar la impudicia de la cargada? ¿Se empujó a Manlio Fabio a sabiendas de que se oponía a la coalición con Verde y Panal por lo menos en los términos en que se pactó? ¿Podrán los cúpulos priístas contener la furia de los priístas desplazados en Chiapas, Sinaloa, Puebla, el DF y otras plazas paqueteadas en el arreglo? ¿Quién decide en el PRI, Peña Nieto o Moreira? ¿Cuánto tiempo aguantará este último las embestidas oficiales y del fuego amigo por el escándalo de la deuda en Coahuila? ¿Cuánto tiempo lo seguirá sosteniendo su amigo Enrique? Por cierto, ¿tienen 100% de razón quienes aseguran que Peña Nieto es inalcanzable? ¿Cuántos de ellos tienen miedo de cómo pueda estar en las encuestas en la inscripción de febrero o en el inicio formal de las campañas en marzo? ¿Se mantendrá el ex gobernador con 20 puntos sobre Josefina y el triple que Andrés Manuel? De no ser así, ¿seguirá teniendo tantos aliados, obsecuentes e incondicionales?
En el PAN: ¿hay ahí quien crea que pueden ganar la elección presidencial? Si creen que no, que el triunfo es imposible, ¿a qué juegan? Si creen que sí, que tal vez, ¿a qué juegan? ¿Serán tan suicidas que puedan seguir arriesgando a disminuir a Josefina Vázquez Mota? ¿Serán tan necios de continuar estirando la liga del tiempo para ver si al fin crece Ernesto Cordero? ¿Quién manda en el PAN, Calderón o Madero? ¿Cómo le harán los panistas para restaurar las heridas de las derrotas: la electoral de Michoacán en la persona de Cocoa?
¿Podrá el PAN cargar con los 50 mil muertos de la guerra calderonista contra el narco? ¿Qué nos dirá su propaganda para convencernos de cualquiera de dos cosas: que el país está tan bien que un panista merece repetir en la presidencia o que el país está tan mal que necesitan otros seis años para arreglarlo? ¿Seguirán aferrados a “sus tiempos” o captarán las señales del PRI y la izquierda?
En el PRD: ¿y luego? Está bien, ya supimos de las encuestas y de la civilidad y vimos la foto del apapacho entre Marcelo y Andrés Manuel, pero, ¿por qué llegaron juntos y se fueron separados? ¿Y luego? ¿Seguirán –como diría el poema de desamor de Geraldy– cada quien con su nombre, por su lado, sin cruzar para hablarse a la otra acera? Sí, ya entendemos que se dividieron los territorios, país y ciudad, pero, ¿y luego? ¿Juntos pero no revueltos?
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