Y López sigue en lo suyo

Jorge Fernández Menéndez

Andrés Manuel López Obrador ya está, abiertamente, otra vez en campaña. El acto dominical en el Auditorio Nacional, mostró a un López Obrador sin demasiados cambios ni de discurso ni de equipo respecto al del 2006: los temas siguen siendo la mafia, el proyecto de nación, el pueblo, sin profundizar demasiado en ninguno de esos aspectos. El Movimiento de Regeneración Nacional, sin embargo, constituye una novedad respecto al andamiaje de hace seis años: López Obrador ya no quiere depender de los partidos, de ninguno. Los necesita para el registro y para gozar de los espacios legales que estos le podrían brindar pero políticamente queda claro que sobre todo el PRD ya no es la casa del tabasqueño. Incluso el Morena se puede vislumbrar ya como la fuerza política que, independientemente de lo que suceda en los próximos meses, será en la que depositará su fuerza y su operación.

No hay, decíamos, demasiadas novedades en el equipo que trabajará en el Morena, salvo, quizás, la incorporación abierta del ex presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Genaro Góngora Pimentel, al mismo. Don Genaro mucho tiempo trató de desmentir la cercanía con el proyecto de Andrés Manuel, pero pasados los años, las simpatías que entonces se suponían ahora se confirman plenamente. También me llama la atención, que según las notas de prensa, al consejo del Morena se haya incorporado el escritor Carlos Tello, tan agredido por los lopezobradoristas luego de la publicación de su libro sobre los comicios del 2006. Quizás todo sea consecuencia de una suerte de síndrome de Estocolmo político.

López Obrador está en lo suyo. Está convencido que será candidato. Su discurso siempre resulta críptico sobre los temas medulares, no sólo de la política sino también de la propia elección interna del PRD: pidió el apoyo de “las fuerzas de izquierda”, pero se supone que la encuesta (o encuestas, se dice que serán tres) que definirá la candidatura entre el propio López y Marcelo Ebrard será abierta. Y ese puede ser el punto de discordia. Ya Dolores Padierna, secretaria general del PRD e incondicional de López Obrador, ha advertido que deben evitar “influencias externas” en esas encuestas, incluso seleccionando casas escrutadoras afines, pero si es entre la izquierda no estamos hablando de una consulta abierta a la ciudadanía sino a los suyos. Y aunque estemos a poco más de un mes de que se deba llevar a cabo ese ejercicio, el mismo no parece estar definido, por lo menos no para el lopezobrtadorismo.

Pero, por otra parte, resulta evidente que el PRD ya no es el partido de López Obrador. Puede ser que finalmente el tabasqueño se quede con la candidatura del sol azteca, y puede ser que haga una buena elección, pero el futuro del PRD parece estar cada vez más lejos de López Obrador, sobre todo si no se gana la elección o incluso, peor aún para el perredismo, si no se mantiene el Gobierno capitalino.

Desde hace ya mucho tiempo el PRD se debe dar a sí mismo una respuesta respecto a qué quiere para su futuro, no puede seguir atado al carro de una personalidad, como se llame, y no puede tener una línea esquizofrénica entre corrientes que piensan, dicen, pregonan, propuestas demasiado alejadas entre sí.

Habrá que ver qué sucede en noviembre cuando se realicen las famosas encuestas. Por lo pronto, no parece haber la más mínima intención en López Obrador de no estar en las boletas electorales del 2012. Y antes y después de esa fecha su futuro político pasa y pasará por el proyecto que ha construido a lo largo de estos años, el Morena. De eso no hay dudas.

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