Ser joven, un riesgo en México

José Gil Olmos

Los jóvenes mexicanos viven, quizá, una de las etapas más difíciles y peligrosas que ha tenido el país en las últimas décadas.

Además del desempleo, pobreza, ausencia de oportunidades educativas, depresión, soledad, incertidumbre y adicciones, ahora también enfrentan el riesgo de ser cooptados o asesinados por las bandas del crimen organizado.

Desde hace tiempo distintas organizaciones nacionales e internacionales han advertido de la precaria situación que los jóvenes mexicanos padecen, así como de los peligros que enfrentan ante el aumento del poder del crimen organizado.

De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), el desempleo entre la población joven mexicana casi se duplicó en la década anterior, al pasar de 5.3 a 10.3%; además, seis de cada diez jóvenes no estudian la preparatoria ni la universidad, y cerca de 15 millones de mexicanos, de entre 12 y 29 años, subsisten en la pobreza multidimensional.

El rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), José Narro, ha dicho que más de 7 millones de jóvenes mexicanos ni estudian ni trabajan; es decir, forman la generación de los ‘ninis’, que no tienen esperanza hacia el futuro.

En el tema de las adicciones, apenas en marzo pasado la Secretaría de Salud informó que, en los últimos seis años, el uso de cocaína en México se duplicó (hasta alcanzar los 3 millones de mexicanos), mientras que el consumo de mariguana pasó de 2.4 a 4.2% de la población. La mayor parte de ellos son jóvenes.

El Inegi también ha alertado del aumento de homicidios entre jóvenes con edades que oscilan entre los 15 y 29 años, pues entre el 2007 al 2009 la cifra de asesinatos en este grupo se incrementó en 140%.

En tanto que la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, afirma que en México ocurren casi 20 homicidios por cada 100 mil habitantes, mientras que en Honduras se registran 80 homicidios y en El Salvador más de 60.
La suma de todas estas situaciones hacen ver el riesgo que hay en México para la población de jóvenes, quienes además de los bajos ingresos, la alta desigualdad social y la carencia de oportunidades educativas y de empleo, tienen ante sí el riesgo mayor de ser cooptados por el crimen organizado o morir como una víctima más de la violencia generada por la declaración de guerra que hizo desde el inicio de su gestión el presidente Felipe Calderón.

Desde hace tiempo las diferentes bandas criminales se han dedicado a secuestrar a jóvenes para someterlos a su voluntad y convertirlos en parte de su ejército de ‘halcones’ o sicarios.

Testimonios recogidos por agrupaciones ciudadanas de víctimas en Coahuila, Durango y Veracruz han denunciado la existencia de virtuales “campos de concentración” donde los cárteles llevan a los jóvenes para torturarlos y convertirlos en adictos, transformándolos más tarde en sus esbirros.

Otros jóvenes no necesitan que los obliguen, optan por ingresar a las filas del crimen organizado porque es el único camino de “éxito” que conciben (dinero, poder y mujeres) ante un futuro incierto y de escasas posibilidades de bienestar.

De esa manera, el “bono demográfico” que vive hoy el país, con una mayoría de jóvenes en su población económicamente activa, se perderá irremediablemente en medio de esta tragedia nacional, de este país envuelto en una espiral de violencia, donde lo más seguro es que un joven caiga en las manos del crimen organizado o sea, como lo ha sostenido Calderón, una “baja colateral” de su guerra contra el narcotráfico.

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