Sabotaje táctico

Raymundo Riva Palacio / Estrictamente Personal

Era de esperarse que tras el desastre dentro del PRD para integrar sus consejos electorales en todo el país -que seleccionarán a todos los candidatos menos el presidencial- en 2012, se renovaran las acusaciones de “cochinero” en ese partido. Los sabotajes que causaron el accidentado proceso, así como los choques entre los diversos grupos del partido, evocó los peores momentos del PRD. Sin embargo, la tolvanera escondió que lo sucedido el domingo fue algo más complejo: se sentaron los términos para una negociación con la izquierda corporativa para las elecciones el próximo año.

El domingo dio un manotazo el jefe de gobierno Marcelo Ebrard al líder de Izquierda Democrática Nacional (IDN), René Bejarano y a su esposa Dolores Padierna, al enviar al delegado en Gustavo A. Madero, Víctor Hugo Lobo, a tomar las instalaciones donde se encontraba la papelería electoral la madrugada del domingo, e impedir que se repartiera. Este sabotaje fue denunciado por IDN, que pidió la expulsión del jefe de gobierno del PRD. Muchos gritos y retórica, pero en realidad, ¿qué sucedió?

Si bien el aparato burocrático del PRD lo maneja la corriente de Los Chuchos, que apoya a Ebrard y son adversarios de IDN, la estructura de consejeros es controlada en más de un 60% por leales a Bejarano. Si la elección de consejeros se hubiera dado en esas condiciones, la dupla Bejarano-Padierna se habría apoderado de cuando menos 6 de cada 10 candidaturas a puestos de elección popular en el país. Es decir, ni Ebrard, ni Los Chuchos, ni nadie dentro del PRD –incluido el líder de la izquierda social Andrés Manuel López Obrador- tendría mejor implante territorial que IDN, ni mejor capacidad de negociación política con cualquier grupo y líder.

Que Ebrard ordenara “reventar” la elección -aunque lo niega el gobierno del Distrito Federal- a través de Jesús Valencia, dirigente del PRD del Distrito Federal, y René Cervera, quien fue su jefe de Oficina hasta el año pasado y ahora maneja la estrategia electoral desde la Fundación Equidad y Desarrollo, fue una jugada táctica para obligar a Bejarano y Padierna a negociar en sus términos. “Es la primera vez que alguien se les enfrenta directamente”, dijo una persona muy cercana a Ebrard. “Y ya era necesario”.

¿Por qué necesario? Porque IDN, que hoy apoya en público a López Obrador para la candidatura presidencial, no se mueve en el terreno ideológico o programático. Como en toda la política, IDN no es químicamente pura, y lo que la mueve son las posiciones políticas –senadores, diputados federales, locales, delegaciones, regidores- que les generan prerrogativas, dinero y fuerza política. No es un grupo desechable, pero sí negociable. La exigencia de expulsión de Ebrard responde a la misma lógica: encarecer la negociación y buscar el mayor provecho.

El PRD acordó restaurar el proceso para el próximo domingo, aunque tienen todavía tres semanas como fecha límite para concretarlo. Es un periodo de 21 días para negociar pretensiones, posiciones y el tipo de apoyos recíprocos que se darán. IDN tiene clientelas fieles, y mientras construía su propio movimiento, se convirtió en el principal soporte de López Obrador.

Ebrard no tiene influencia territorial dentro de la izquierda, ni apoyo de las bases del PRD. Necesita a IDN para vencer a López Obrador en la contienda por la candidatura presidencial y tener posibilidades reales en una contienda con los otros partidos. Bejarano y Padierna saben su valor y maximizan su costo, porque también lo necesitan a él, quien es el que tiene dinero y presupuesto. Al final de cuentas, para ellos es un asunto de posiciones para fortalecerse como grupo; para Ebrard es la viabilidad de su proyecto a largo plazo.

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