Sabe mucho López Meyer

Francisco Rodríguez / Índice Político

Desde hace un par de semanas el comentario gira en la posibilidad de remover a Héctor Velázquez de la dirección general del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), aprovechando el problema que se armó por el “apagón” y después por la falla de radar. Para ser justos en ninguna de ellas tiene responsabilidad el sinaloense, pues en realidad de lo que se trata de falta de atención, capacitación y hasta negligencia del SENEAM; lo anterior derivado de investigación comentada por conocedores del ramo del aerotransporte.

Pero parece que se aprovecha la coyuntura, a partir de la pobre intervención de Velázquez ante los medios de comunicación (particularmente en el noticiero nocturno del “canal de las estrellas”) donde evidenció no solo su falta de información respecto a un hecho que, de repetirse, puede ser muy grave, sino también de su absoluta falta de tablas para enfrentar una entrevista. De suyo, es de sobra conocida su ausencia al frente del Aeropuerto, como también lo es que ahora con las autoridades que llegaron a la SCT ya no se siente tan protegido como lo era con Juan Molinar y Humberto Treviño. Le quitaron piso, a pesar de que continúa blofeando respecto a una supuesta relación personal con el ocupante de Los Pinos.

De ser el caso de su sustitución, perfilar a Gilberto López Meyer sería la más desacertada decisión, en ocasión del pobrísimo papel que ha desempeñado en ASA pues sólo lo conocen internamente o, si acaso, quienes desde que llegó al cargo participan en los Consejos de Administración del organismo:

Desde su arribo desde el “Bronx”, cual él mismo moteja a la Dirección General de Aviación Civil, a “Beverly Hills”, o sea Aeropuertos y Servicios Auxiliares, López no ha presentado nunca un proyecto definido de trabajo.

Removió a gente conocedora y valiosa que desde tiempo atrás venía prestando servicios en ASA, para poner a amigos, conocidos y compromisos que no resultaron ser mejores que los anteriores, por decir lo menos; casi todos son incompetentes para los cargos y algunos de ellos se considera que se encuentran en una material beca ya que no hacen absolutamente nada.

Tal el caso del flamante coordinador institucional Francisco Andrade, dedicado a leer los periódicos hasta el mediodía y que ha acuñado una frase maravillosa que permanecerá en el recuerdo de todo ASA: “yo de esto no sé nada, pero si me dicen opino”, o bien “yo de esto no sé nada, pero voluntad no me falta”.

Otro, el coordinador de las Unidades de Negocios –que se dijo ingeniero hasta que prefirió omitirlo para evitar problemas de usurpación de profesiones– Guillermo Heredia Cabarga, unido a López Meyer por una complicidad que llega hasta ahora, cuando aquel fungió como director de Aerolíneas Mesoamericanas.

Uno más, el Coordinador de servicios corporativos Héctor García Fox, el cual sin ninguna experiencia en asuntos financieros –de suyo importante para el desarrollo sistemático del organismo–, delega todo y presume de su relación tanto con Juan Ignacio Zavala como con la esposa del Presidente de la República, como si eso sólo fuera su soporte para permanecer en el cargo.

También el subdirector de Coordinación y Desarrollo de Negocios Sergio Valadez, quien empezó a perseguir a las empleadas –por lo cual se ganó el mote del “Príncipe Caliente”– hasta que la elegida le puso el cuerno y trató de engatusarlo con un supuesto embarazo, diciéndose polítólogo lo único que ha tenido bajo su responsabilidad es la elaboración desde hace tres años de una reestructura interna malhecha que hasta este momento no ha concluido.

Y, claro, no podía faltar el secretario particular Gustavo Delgadillo, un lamebotas que lo único que hace –aparte de la barba–, es promover eventos deportivos en los cuales por supuesto convoca a fuerza a muchos trabajadores de ASA. Es, además, el mejor de todos los usuarios de Facebook.

En términos de resultados que presentar, la actual administración de ASA lo único que ofrece son ineficiencias, pero no por falta de aplicación del personal operativo experimentado que sí posee, sino por la insuficiencia de los mandos medios y superiores que ha incrustado López.

Tratar de plasmar todas las fallas, sería una tarea por demás ardua, no observándose en la realidad nada positivo, por más que quisieran enarbolar incluso, su papel como promotor acerca de la producción de biocombustibles de aviación, proyecto en el cual ASA no tendría nada qué hacer. Se ha tratado de una patraña organizada por un intolerante personaje llamado Alejandro Ríos, director de Combustibles, quien ha aprovechado la ignorancia de López Meyer para sorprenderlo, despertando su ambición política y económica. Es un tema, me dicen, que se puede analizar con mayor profundidad.

Finalmente y fuera de las capacidades profesionales que debiera exhibir un servidor público de alto nivel, pareciera que en la actualidad aspectos como ética, compromiso, lealtad a las instituciones y apego a los valores fundamentales del ser humano debieran también incluirse no en un decálogo de buenas intenciones, sino en la manera de ejercer la encomienda de vida y la profesional.

El secretario de Comunicaciones y Transportes deberá pensar muy bien este presumible movimiento, además por el momento del calendario de la administración pública, es decir, a un año de su conclusión. Lo tendrá que hacer si es el caso rápidamente, para que no distraiga su atención de los temas más importantes.

Ante todo esto que se sabe y se comenta al interior de ese organismo, sigue surgiendo la pregunta de ¿por qué permanece López Meyer en el cargo?

La respuesta “sospechosista” es que “sabe mucho”.

Sí, sabe mucho, pero del “accidente” de Juan Camilo Mouriño; razón por la cual Calderón le sigue pagando factura.

Índice Flamígero: Fallidos los planes del calderonato para convertir a México en potencia extranjera, si la principal puerta de ingreso al país, el AICM, está sumido en el caos, los desperfectos y, claro, la corrupción.

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