Gregorio Ortega Molina / La Costumbre Del Poder
Los diputados del PRI y sus valedores parecen no comprender: lo que se discute es el futuro de la patria; lo que intentan, proponen y aseguran con la restauración del presidencialismo mexicano, es la permanencia del país en su condición de patio trasero. En América Latina al menos, todo “hombre fuerte” tiene detrás un titiritero, no a la sociedad.
En realidad, este texto es una carta abierta a los doctores en derecho constitucional del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, entre ellos a Diego Valadés, Jorge Carpizo y Miguel Carbonell. Es urgente que expliquen a los electores, a la sociedad en general, el verdadero significado de la última frase de la protesta presidencial contenida en el artículo 87 constitucional: “… y si así no lo hiciere que la Nación me lo demande”.
Soy lego en la materia, por ello pregunto a los doctores en derecho constitucional si es posible que la Nación que puede demandar al presidente por el incumplimiento al mandato constitucional esté encarnada en el Congreso, en esos disciplinados diputados que en Dios creen y en su candidato presidencial adoran, sin siquiera medir las consecuencias del boicot a la reforma política, sobre todo en lo concerniente a la revocación del mandato, incluido el presidencial, y en la reelección de diputados, alcaldes y senadores (que trataré mañana), pues lo que pretenden es el regreso al cesarismo. Como lo anota Hannah Arendt: toda restauración es un retroceso. Así llegaron el II Imperio y Adolfo Hitler al poder.
Pregunto también a los doctos constitucionalistas por qué y cómo pueden demandar al presidente de México los integrantes del Congreso por incumplimiento a su mandato constitucional. ¿Es susceptible de un juicio político? ¿Existe una ley reglamentaria al artículo 87, que norme la manera en que se pueda exigir al presidente cumplir con el cargo? ¿Es el presidente intocable, por el solo hecho de ostentar el cargo? La madre de Jerjes, como lo escribe Esquilo en Los persas, diría que no debe rendir cuentas. ¿Como jefe de las fuerzas armadas, debe ser juzgado bajo el fuero militar?
Siempre pensé que el panismo nos llevaba a un “chavismo” de golpe de pecho y de sotana, pero lo que hoy tejen Francisco Rojas y Emilio Chuayffet Chemor obliga a un momento de reflexión serio, porque proceder de esa manera colocará a la nación y sus habitantes bajo la feroz tutela del proyecto de seguridad nacional y geopolítico surgido del Acta Patriótica, redactada a la medida de los intereses de la extrema derecha estadounidense.
Es importante, trascendente por lo que está en juego, que los doctores en derecho a los que dirijo esta solicitud expliquen las consecuencias de la restauración, y aclaren de qué manera la nación puede hacer cumplir el artículo 87 constitucional; o a lo peor, es una entelequia.
Los diputados del PRI y sus valedores parecen no comprender: lo que se discute es el futuro de la patria; lo que intentan, proponen y aseguran con la restauración del presidencialismo mexicano, es la permanencia del país en su condición de patio trasero. En América Latina al menos, todo “hombre fuerte” tiene detrás un titiritero, no a la sociedad.
En realidad, este texto es una carta abierta a los doctores en derecho constitucional del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, entre ellos a Diego Valadés, Jorge Carpizo y Miguel Carbonell. Es urgente que expliquen a los electores, a la sociedad en general, el verdadero significado de la última frase de la protesta presidencial contenida en el artículo 87 constitucional: “… y si así no lo hiciere que la Nación me lo demande”.
Soy lego en la materia, por ello pregunto a los doctores en derecho constitucional si es posible que la Nación que puede demandar al presidente por el incumplimiento al mandato constitucional esté encarnada en el Congreso, en esos disciplinados diputados que en Dios creen y en su candidato presidencial adoran, sin siquiera medir las consecuencias del boicot a la reforma política, sobre todo en lo concerniente a la revocación del mandato, incluido el presidencial, y en la reelección de diputados, alcaldes y senadores (que trataré mañana), pues lo que pretenden es el regreso al cesarismo. Como lo anota Hannah Arendt: toda restauración es un retroceso. Así llegaron el II Imperio y Adolfo Hitler al poder.
Pregunto también a los doctos constitucionalistas por qué y cómo pueden demandar al presidente de México los integrantes del Congreso por incumplimiento a su mandato constitucional. ¿Es susceptible de un juicio político? ¿Existe una ley reglamentaria al artículo 87, que norme la manera en que se pueda exigir al presidente cumplir con el cargo? ¿Es el presidente intocable, por el solo hecho de ostentar el cargo? La madre de Jerjes, como lo escribe Esquilo en Los persas, diría que no debe rendir cuentas. ¿Como jefe de las fuerzas armadas, debe ser juzgado bajo el fuero militar?
Siempre pensé que el panismo nos llevaba a un “chavismo” de golpe de pecho y de sotana, pero lo que hoy tejen Francisco Rojas y Emilio Chuayffet Chemor obliga a un momento de reflexión serio, porque proceder de esa manera colocará a la nación y sus habitantes bajo la feroz tutela del proyecto de seguridad nacional y geopolítico surgido del Acta Patriótica, redactada a la medida de los intereses de la extrema derecha estadounidense.
Es importante, trascendente por lo que está en juego, que los doctores en derecho a los que dirijo esta solicitud expliquen las consecuencias de la restauración, y aclaren de qué manera la nación puede hacer cumplir el artículo 87 constitucional; o a lo peor, es una entelequia.
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