Marisela Morales y el avestruz

Gregorio Ortega Molina / La Costumbre Del Poder

Un destello de inteligencia amenaza con aparecer en el gabinete de seguridad, cuando la señora Marisela Morales, procuradora General de la República, insinúa la necesidad de un cambio de estrategia para combatir a la delincuencia organizada, exige reforzar el combate al lavado de dinero, en la idea de que al despojarlos de sus recursos se les disminuye poder, se les quitan las ganas de hacer más dólares.

Es cierto, pero actuar así es empezar por el final, porque si hay dinero para blanquear, significa que hubo ganancias ilícitas, éstas son producto del narcotráfico y las demás actividades en las que se ha diversificado la delincuencia que trae apabulladas las instituciones de seguridad pública y procuración de justicia. Para que el enorme poder acumulado por el crimen organizado alcanzara los niveles que hoy lo distinguen, se debió institucionalizar la impunidad; para que ésta pudiera adoptarse, significa que hay complicidades en los estratos gubernamentales donde los apoyos para delinquir son necesarios, porque es inútil que el policía de crucero se haga de la vista gorda, o el agente aduanal, o el oficial de migración, o el policía municipal: les pescaditos en nada influyen para que el tráfico de estupefacientes, los secuestros, la extorsión, los desaparecidos y la trata en todas sus modalidades quede impune. Los que garantizan el que todo siga igual son los que pueden estar colocados desde los mandos medios hacia arriba. Si las complicidades persisten, nada importa de lo que se haga.

Pero, si Marisela Morales parece comprender que el camino es otro, ¿por qué Felipe Calderón y Genaro García Luna insisten por el sentido contrario, se conducen como el avestruz, conscientes de que por más que entierren su cabeza en la estrategia por ellos definida y defendida, la realidad son los hechos que establecen criterios?

Creen que al imponer silencio el vacío dejado por los muertos, desaparecidos, secuestrados y explotados en la trata desaparecerá, pero sucede lo contrario, porque si en un acuerdo absurdo dejaron de publicar las estadísticas de la “guerra” contra el crimen organizado, lo único que hicieron fue abrir la puerta del rumor, de la leyenda urbana, y pronto, antes de que se den cuenta, en lugar de hablar de 50 mil muertes, favorecerán que hablen de más de 100 mil, permitirán que se especule con la nacionalidad de los asesinados, la protesta se manifestará en las urnas, en ese 2012 que por nada del mundo quieren perder.

Un gobierno del PAN trajo la transparencia, otro, el inmediato siguiente, prefiere la opacidad.

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