José Carreño Figueras
Tradicional, históricamente, los Estados Unidos se han considerado a sí mismos como una sociedad de clase media, donde no había lugar a la idea de la guerra de clases, tan central en la teoría marxista y tan asentada en cualquier realidad donde haya diferencias entre ricos y pobres.
Pero los “Partidos del Té”, desde la derecha, y los movimientos “ocupacionistas”, desde la izquierda, han venido a desmentir esa idílica formulación. Los Estados Unidos, de creer a Frank Rich -y en lo personal elijo creerle-, están ya no en los sentimientos de frustración que han invocado el presidente Barack Obama y otros distinguidos políticos estadounidenses, sino enojados, “con la ira de una total guerra de clases”.
En un ensayo publicado en la revista semanal “New York”, Rich sostuvo que ese conflicto social “ha ido en crecimiento en este país y fuera de él por gran parte de esta década y ha sido librada seriamente en los Estados Unidos desde el otoño de 2008″.
Pero no es para los estadounidenses el aceptarlo. Después de todo, señaló, “nos enorgullecemos en ser una democracia ‘sin clases’”-
Mas aún, los estadounidenses detestan la idea de tener una ideología, por lo menos de la misma forma que otras sociedades. La desconfianza contra la clase gobernante y el gobierno no son excluyentes sino un sentimiento compartido por, aunque el desacuerdo puede estar en quien es parte o no de esa clase.
“La frecuentemente confusa fluidez de las definiciones de clase, especialmente en un país tan polarizado como ahora son los Estados Unidos, pueden hacer una guerra de clases doméstica mas volátil, no menos”, precisó.
La idea de que los “partidos del té” sean parte de una “lucha de clases” puede parecer absurda, pero su propuesta de “recuperar los Estados Unidos” no está realmente lejana de la desesperación y falta de fe en el sistema que expresan los hasta ahora mas anárquicos “ocupadores”. La diferencia entre ellos puede ser mas bien el país que es necesario recuperar y de quien hay que retomarlo.
Para la derecha, no se trata de los superricos, aunque no están libres de culpa, sino de la clase gobernante, las élites intelectuales. y corporativas. Para la izquierda sí, se trata de los ultrarricos y las elites económica y social, entrelazadas con los intereses políticos.
El hecho es que hay una lucha de clases en Estados Unidos, una en la que izquierda y derecha -tal como se les entiende en ese país- van a discutir y pelear alrededor de una agenda que al menos en opinión de Rich ni siquiera buscará resolver las quejas de los “partidos del té” o de los “ocupadores”.
Eso, hasta que el 99 por ciento que alegan representar los “Ocupadores” y el “uno por ciento” que se supone representan los otros, se den cuenta que ambos lados son interdependientes entre sí.
Tradicional, históricamente, los Estados Unidos se han considerado a sí mismos como una sociedad de clase media, donde no había lugar a la idea de la guerra de clases, tan central en la teoría marxista y tan asentada en cualquier realidad donde haya diferencias entre ricos y pobres.
Pero los “Partidos del Té”, desde la derecha, y los movimientos “ocupacionistas”, desde la izquierda, han venido a desmentir esa idílica formulación. Los Estados Unidos, de creer a Frank Rich -y en lo personal elijo creerle-, están ya no en los sentimientos de frustración que han invocado el presidente Barack Obama y otros distinguidos políticos estadounidenses, sino enojados, “con la ira de una total guerra de clases”.
En un ensayo publicado en la revista semanal “New York”, Rich sostuvo que ese conflicto social “ha ido en crecimiento en este país y fuera de él por gran parte de esta década y ha sido librada seriamente en los Estados Unidos desde el otoño de 2008″.
Pero no es para los estadounidenses el aceptarlo. Después de todo, señaló, “nos enorgullecemos en ser una democracia ‘sin clases’”-
Mas aún, los estadounidenses detestan la idea de tener una ideología, por lo menos de la misma forma que otras sociedades. La desconfianza contra la clase gobernante y el gobierno no son excluyentes sino un sentimiento compartido por, aunque el desacuerdo puede estar en quien es parte o no de esa clase.
“La frecuentemente confusa fluidez de las definiciones de clase, especialmente en un país tan polarizado como ahora son los Estados Unidos, pueden hacer una guerra de clases doméstica mas volátil, no menos”, precisó.
La idea de que los “partidos del té” sean parte de una “lucha de clases” puede parecer absurda, pero su propuesta de “recuperar los Estados Unidos” no está realmente lejana de la desesperación y falta de fe en el sistema que expresan los hasta ahora mas anárquicos “ocupadores”. La diferencia entre ellos puede ser mas bien el país que es necesario recuperar y de quien hay que retomarlo.
Para la derecha, no se trata de los superricos, aunque no están libres de culpa, sino de la clase gobernante, las élites intelectuales. y corporativas. Para la izquierda sí, se trata de los ultrarricos y las elites económica y social, entrelazadas con los intereses políticos.
El hecho es que hay una lucha de clases en Estados Unidos, una en la que izquierda y derecha -tal como se les entiende en ese país- van a discutir y pelear alrededor de una agenda que al menos en opinión de Rich ni siquiera buscará resolver las quejas de los “partidos del té” o de los “ocupadores”.
Eso, hasta que el 99 por ciento que alegan representar los “Ocupadores” y el “uno por ciento” que se supone representan los otros, se den cuenta que ambos lados son interdependientes entre sí.
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