martes, octubre 04, 2011

Los paramilitares y el Estado que no fue

Jorge Alejandro Medellín

1.- Grupos de sicarios como los autodenominados Matazetas escalan los niveles de violencia contra la sociedad y contra las instituciones del Estado.

Sus acciones rebasan la capacidad del Estado ara mantener orden y cohesión en muchos puntos del país.

Muestran con ello el desgaste y la pérdida del monopolio de la violencia y el control de la seguridad que alguna vez detentó el Estado mexicano.

2.- En las horas previas a la reunión de magistrados de justicia y procuradores de justicia efectuada en el puerto de Veracruz, arrojan en plena luz día y en la principal zona de movimiento turístico 35 cadáveres de presuntos integrantes o simpatizantes de los Zetas.

3.- La acción, llevada a cabo semanas después de que un comando de presuntos Zetas incendiaran el centro de juegos Casino Royale ocasionando la muerte de 52 personas, es una demostración de fuerza dirigida no solo a los cárteles rivales y a las autoridades civiles, militares, navales y policiacas de Veracruz, sino también a las estructuras del Estado, inexistentes o cuando menos ornamentales en contextos precisos.

4.- Los Matazetas actúan como decenas de grupos paramilitares lo han hecho en México durante décadas; La Brigada Blanca, el Batallón Olimpia, los Halcones, la Fuerza de Tarea Arcoíris, el Grupo Tiburón, Paz y Justicia, el Grupo Rudo, los Zorros y otras organizaciones creadas por las autoridades o permitidas y armadas para eliminar a activistas, opositores, guerrilleros, maestros, dirigentes campesinos, así como bandas de delincuentes comunes y organizados.

5.- Edgardo Buscaglia, reputado investigador y experto en temas de seguridad -asesor de las Naciones Unidas, director del Centro de Desarrollo Económico y Derecho Internacional de la Universidad de Virginia y profesor de derecho internacional en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM)- asegura que hay 167 grupos paramilitares operando en territorio nacional.

6.- El muestreo revela que estos grupos van desde comandos de sicarios con entrenamiento diverso e insuficiente, hasta ex policías y ex militares al servicio del crimen organizado y de intereses empresariales y políticos inimaginables. Precisamente la aparición de los Matazetas ha sido vista por algunos analistas como Denise Dresser en el ámbito de la posible acción de militares, marinos y policías federales en el activo, reaccionando por su cuenta para hacer bien el trabajo que el gobierno calderonista y los gobiernos estatales y municipales del PAN, PRI, PRD y demás facciones políticas han sido incapaces de realizar.

7.- La idea es inquietante y delicada. Se sustenta en factores de apreciación y en detalles que han salido a la luz pública durante la investigación de la ejecución múltiple en Veracruz. Los primeros detalles muestran que las 35 personas ejecutadas fueron amarradas con esposas de plástico de uso industrial (no con equipos profesionales policiacos o militares), fácilmente adquiribles en casas ferreteras, por ejemlo.

8.- El uso de esta técnica facilita a los cuerpos policiacos y a instancias militares el manejo de los detenidos y no se había visto antes en otras ejecuciones en las que comúnmente se emplea cinta canela, cables lazos para amarrar a los ejecutados.

9.- El dato es novedoso y revelador para los peritos de la PGR, del Ejército y Marina que llevan la investigación de la ejecución múltiple. Otro detalle surgido en las fotos y videos de los Matazetas es el uso de cascos tácticos kevlar de color azul marino. Este material suple a los pasamontañas y es similar al equipo que llevan los efectivos de la Fuerza Aérea, de la Policía Federal y de otros comandos del Ejército.

10.- Más allá de lo ocurrido en Boca del Ro, Veracruz, la cosecha de ausencias, las pruebas de un Estado mexicano que se borra a pasos acelerados aparece ya en la capital del país. Dos hombres decapitados, sus cuerpos a unos metros de una camioneta abandonada relativamente cerca de la Sedena, dan la pauta para ahondar en las flaquezas de un sistema para sostenerse a sí mismo.

11.- En el norte y en el Golfo, Ejército y Marina llevan a cabo operativos aparatosos para capturar a centenares de policías estatales y municipales. En Veracruz, tres días de incursiones navales en cinco municipios de la entidad arrojaron la detención de al menos 50 elementos, de los cuales más de una decena no son uniformados reales, sino criminales y espías infiltrados, detectados por la inteligencia naval tras la fuga masiva de reos en le entidad. Algunos de los fugados están entre los detenidos.

12.- Algo similar ocurre en Nuevo León. En Santa Catarina, 261 elementos acaban de ser cesados porque el gobierno local les perdió la confianza. Algunos más quedaron arraigados. La gran mayoría acaban de ser dados de baja por diversos motivos, pero sobre todo por las sospechas fundadas de que prestaban servicios a diferentes cárteles de la droga.

13.- El ambiente sigue enrareciéndose dentro y fuera de México. En Washington un sector de legisladores republicanos apoya la bravata del gobernador de Texas, Rick Perry, quien amenaza una vez más con enviar tropas a territorio nacional para acabar con el narco o para al menos controlarlo.

14.- La idea es añeja y ha formado parte de Juegos de Guerra del Pentágono como un posible teatro de operaciones en un escenario en el que un hipotético mandatario mexicano es rebasad por el poder de los carteles de la droga y termina cediendo un tramo del país a los cárteles, que acaban derrocándolo.

Para conciliar el insomnio basta releer The Next War, de Caspar Weinberger, y su apartado sobre la intervención militar estadunidense en México como consecuencia de la inestabilidad creada por la “narcoinsurgencia”.

15.- Lo grave del asunto es que la línea intervencionista de la Casa Blanca y de los halcones del Pentágono no necesita inventar o buscar pretextos para darle renda suelta a su deseo de ocupación militar.

Las razones y los hechos están ahí, cada día, más tangibles y crudas que los pretextos.

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