Alfredo Rodríguez (Twitter @alfredordz83)
En su intento de quedarse con la candidatura del PRD y a su vez encabezar una probable alianza con las demás fuerzas de izquierda (puesto que asegura que no le interesaría ser el candidato de una alianza entre el PAN y el PRD) Marcelo Ebrard declaró hace días que la principal diferencia de él con Andrés Manuel López Obrador es que su proyecto está basado en una visión de gobierno, y el de AMLO en el de un “movimiento social de protesta”.
Aunque yo no esté de acuerdo en muchas cosas con Marcelo y mis simpatías estén abiertamente con López Obrador, creo que Marcelo está ejerciendo su legítimo derecho a buscar la candidatura a la presidencia, incluso, lo extraño sería que no la buscara ocupando un cargo que sin duda es una gran plataforma, por la importancia, cobertura y trascendencia nacional que tiene el mismo, que convierte casi de manera automática, en un aspirante natural a quien lo ocupa.
Lo que es sumamente criticable es que Marcelo esté buscando la candidatura buscando ganarse las simpatías de los ciudadanos recurriendo a “argumentos” ridículos y burdos, pero lo que es más grave, que se asemejan bastante a las historias del periodismo más fanáticamente anti-lopezobradorista.
Cuando Marcelo arguye que la diferencia que tiene con AMLO reside en que éste más que un político con capacidad de gobernante vendría a ser un simple líder de protesta, no hace más que repetir lo que el periodismo pro-oligárquico dijo sobre todo en aquellos días del plantón de reforma, cuando para seguir atemorizando a la ciudadanía, decían que el país se había “salvado” de ser gobernado por un “radical” que tomaba las calles.
Lo que evitaban decir los representantes del monopolio mediático mexicano, y ahora parece también haber olvidado Marcelo Ebrard, es que AMLO acababa de ser gobernante de manera bastante exitosa de la Ciudad de México, a tal grado que si Andrés Manuel tuvo, tiene y seguirá teniendo el arrastre y la popularidad tan grande que tiene en el D.F. es gracias en gran medida a su buen desempeño como Jefe de Gobierno durante su administración, administración de la cual formó parte el mismo Ebrard, el cual, dicho sea de paso, jamás habría ganado con tanta facilidad su actual cargo si no hubiera sido visto por los capitalinos precisamente como el continuador del buen gobierno que encabezó Andrés Manuel López Obrador.
¿Se le olvidó a Marcelo que si hoy es el Jefe de Gobierno capitalino es básicamente por la amplia popularidad de su antecesor, popularidad que se ganó gobernando bien?
Y si bien no se equivoca Ebrard Casaubon cuando dice que AMLO es el líder de un movimiento social de protesta, porque de hecho lo es del más importante que existe hoy en todo el país, como es MORENA, que además de ser un movimiento de protesta lo es también, y sobre todo, de organización y propuesta para un cambio verdadero, sí se equivoca el actual Jefe de Gobierno al no querer recordar que AMLO, además de ser un líder social, ya demostró ser un buen gobernante, que con su trabajo sentó las bases para que la Ciudad de México se convirtiera en esa ciudad modelo que para muchos es hoy, y sin las cuales, hoy sería sencillamente impensable.
En su intento de quedarse con la candidatura del PRD y a su vez encabezar una probable alianza con las demás fuerzas de izquierda (puesto que asegura que no le interesaría ser el candidato de una alianza entre el PAN y el PRD) Marcelo Ebrard declaró hace días que la principal diferencia de él con Andrés Manuel López Obrador es que su proyecto está basado en una visión de gobierno, y el de AMLO en el de un “movimiento social de protesta”.
Aunque yo no esté de acuerdo en muchas cosas con Marcelo y mis simpatías estén abiertamente con López Obrador, creo que Marcelo está ejerciendo su legítimo derecho a buscar la candidatura a la presidencia, incluso, lo extraño sería que no la buscara ocupando un cargo que sin duda es una gran plataforma, por la importancia, cobertura y trascendencia nacional que tiene el mismo, que convierte casi de manera automática, en un aspirante natural a quien lo ocupa.
Lo que es sumamente criticable es que Marcelo esté buscando la candidatura buscando ganarse las simpatías de los ciudadanos recurriendo a “argumentos” ridículos y burdos, pero lo que es más grave, que se asemejan bastante a las historias del periodismo más fanáticamente anti-lopezobradorista.
Cuando Marcelo arguye que la diferencia que tiene con AMLO reside en que éste más que un político con capacidad de gobernante vendría a ser un simple líder de protesta, no hace más que repetir lo que el periodismo pro-oligárquico dijo sobre todo en aquellos días del plantón de reforma, cuando para seguir atemorizando a la ciudadanía, decían que el país se había “salvado” de ser gobernado por un “radical” que tomaba las calles.
Lo que evitaban decir los representantes del monopolio mediático mexicano, y ahora parece también haber olvidado Marcelo Ebrard, es que AMLO acababa de ser gobernante de manera bastante exitosa de la Ciudad de México, a tal grado que si Andrés Manuel tuvo, tiene y seguirá teniendo el arrastre y la popularidad tan grande que tiene en el D.F. es gracias en gran medida a su buen desempeño como Jefe de Gobierno durante su administración, administración de la cual formó parte el mismo Ebrard, el cual, dicho sea de paso, jamás habría ganado con tanta facilidad su actual cargo si no hubiera sido visto por los capitalinos precisamente como el continuador del buen gobierno que encabezó Andrés Manuel López Obrador.
¿Se le olvidó a Marcelo que si hoy es el Jefe de Gobierno capitalino es básicamente por la amplia popularidad de su antecesor, popularidad que se ganó gobernando bien?
Y si bien no se equivoca Ebrard Casaubon cuando dice que AMLO es el líder de un movimiento social de protesta, porque de hecho lo es del más importante que existe hoy en todo el país, como es MORENA, que además de ser un movimiento de protesta lo es también, y sobre todo, de organización y propuesta para un cambio verdadero, sí se equivoca el actual Jefe de Gobierno al no querer recordar que AMLO, además de ser un líder social, ya demostró ser un buen gobernante, que con su trabajo sentó las bases para que la Ciudad de México se convirtiera en esa ciudad modelo que para muchos es hoy, y sin las cuales, hoy sería sencillamente impensable.
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