La crisis que se acerca, y la de México

Antonio Gershenson

La crisis no ha estallado. Todavía no decrece la producción. Pero vamos a ver algunos ejemplos y veremos si viene en camino, o no. Y qué con México.

La nueva directora del Fondo Monetario Internacional (FMI) ha dicho a los países que deben hacer los ajustes necesarios para restablecer la confianza. Dice que hay un camino a la recuperación, pero cada vez más angosto, y que debía prevalecer la cooperación sobre la competencia.

En publicaciones especializadas internacionales se habla de una situación que puede llegar a una crisis como la iniciada en 2008, pero peor. Que los gobiernos buscan soluciones, pero los inversionistas están desconfiados, en especial ante la crisis en Europa y la recesión en Estados Unidos. En este caso, el presidente Obama planteó un proyecto de inversiones para contrarrestar el desempleo, pero la mayoría de congresistas, republicanos, dice que lo va a rechazar. Y el desempleo en ese país sigue siendo un problema de primer orden.

Lo que sigue suena al preludio de una crisis. La valuadora Moody’s degradó a 3 de los principales bancos de Estados Unidos. El BofA (Bank of America), el mayor por el valor de sus acciones, fue bajado de la categoría A2 a Baa1, y la evaluación de deudas de corto plazo bajó de primera 1 a primera 2. El Citigroup (tercer lugar) también bajó de primera 1 a primera 2, pero la evaluación de largo plazo siguió siendo A3. Y Wells Fargo, el mayor operador de hipotecas, fue degradado de A1 a A2 pero siguió en primera 1 para deudas de corto plazo.

En Europa, la situación de Grecia está en un momento agudo. Huelgas, movilizaciones y el bloqueo muestran que la gente no quiere la imposición de una reducción del gasto público y del ingreso popular. Los principales países europeos insisten en aplicar esto. Y otros países de ese mismo continente tienen problemas similares al de Grecia.

Esto es muy visible, incluso en nuestro país. Pero no se ve que Alemania, que quiere imponer el orden en el sentido neoliberal, va de bajada. Su aumento del producto nacional bruto era, en 2010, de 3.1 por ciento. En el primer trimestre de este año, ya fue de 1.3 por ciento. Y en el segundo trimestre, de 0.1 por ciento. No tiene déficit como otros, tiene más ingresos que gastos, pero su producción está al borde de la caída.

A Islandia, que rompió esas reglas neoliberales, que acordó y logró que no haya reducciones en el gasto social, que tiene ahora un crecimiento de 2.5 por ciento, que paga tasas de interés menores que otros países europeos, y las paga a largo plazo, no le han pasado las cosas que al pueblo griego, por ejemplo.

Por cierto, yo tenía la impresión de que las agencias noticiosas de las potencias decidieron no enterarse de lo que pase en Islandia. Ahora me parece que es toda la región. ¿O alguien se había enterado por los medios de que en Oslo, Noruega, salieron a las calles 200 mil personas en favor de la democracia?

Países como Brasil, Turquía y China ponen más el acento en el crecimiento económico. Incluso se habló de una especie de ayuda de países en desarrollo a otros desarrollados, aunque eso no ha prosperado. El comercio entre China y los países árabes subió en el primer semestre, de 2010 a 2011, en 36 por ciento.

El comercio exterior de Centro y Sudamérica ha cambiado mucho en 15 años. Los bloques comerciales y generales entre países han dado resultado. El comercio entre unos y otros países de la región ha aumentado de manera muy importante. Y ha aumentado su comercio con China. India y algunos países africanos. En especial, ha aumentado el comercio entre Brasil y China, incluyendo, por ejemplo, el financiamiento por China de un complejo petroquímico en Brasil. Obviamente, Estados Unidos y Europa han perdido buena parte de ese mercado, lo mismo que el árabe. Y el efecto sobre esos países latinoamericanos, de los problemas de Estados Unidos y Europa, es mucho menor que antes.

México, por el contrario, mantiene la prioridad del comercio con Estados Unidos, y el segundo lugar es Europa. Esto nos costó, en la anterior crisis iniciada en 2008, un decaimiento del producto interno bruto de 6 por ciento.

Obviamente, esto no se va a frenar con discursos. Se mantiene nuestra dependencia, y esos son los hechos. La mayor parte del mercado interno está castigada por la baja de salarios, el decaimiento del empleo, y en especial del empleo estable. Este mismo mercado está castigado por los aumentos a los precios de gasolina, electricidad y otras formas de energía, no sólo de manera directa para el consumidor, sino influyendo en el encarecimiento de muchos bienes y servicios. También, la inseguridad laboral hace que la gente compre menos. Y el campo, que no se diga que es el gran mercado interno.

Lo que debería ser la fuente de desarrollo económico, las industrias petrolera y eléctrica, se han convertido en fuente de enriquecimiento para empresas, principalmente extranjeras, y para los funcionarios, y pues tampoco van a generar crecimiento económico.

Si las principales fuentes de nuestras exportaciones se vienen abajo, como está pasando como vimos, y con un mercado interno deprimido y decreciente, pues eso quiere decir que vamos a entrar en crisis.

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