Javier Arcadia Galaviz / Cuestión de Debate
Arrancó el proceso electoral el viernes siete de este mes, tal como lo marca el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (COFIPE), y el Instituto Federal Electoral (IFE) sigue igual, sin sus tres consejeros electorales que le faltan desde hace casi un año, lo cual muestra que este organismo creado para desarrollar la función estatal de organizar y calificar las elecciones en nuestro país, así como para emitir las constancias de mayoría a quienes resultan electos por virtud del voto ciudadano, dista una enormidad de gozar este instituto de la autonomía que en la letra le da ese carácter la propia ley que rige su funcionamiento.
En efecto, no se puede concebir como autónomo al IFE cundo ni siquiera es capaz de conminar, exhortar o en último de los casos exigir emplazando a la Cámara de Diputados para que cumpla con su obligación, en el sentido de que nombre, designe o apruebe a los tres consejeros electorales que a ese instituto le faltan, a fin de que éste pueda funcionar con la regularidad que le ordena el COFIPE.
La autonomía del IFE queda en entredicho, ya que a lo largo de casi un año, este instituto continúa atrapado y disminuido por intereses partidistas.
Cierto, los partidos políticos presentes en la Cámara de Diputados, mismos que a través de sus respectivos legisladores, obstaculizan o deliberadamente no llegan a los acuerdos que les permitan elegir, de una vez por todas, a los tres consejeros electorales faltantes a ese organismo de índole electoral.
Con ello los partidos evidencian que no les importa que la sociedad sea testigo de como violentan descaradamente la constitución y la ley sustantiva en materia electoral. Pero resulta muy claro que el verdadero fondo de ese retraso son los intereses de cada partido, como se ha señalado, referencia concreta al PRI, al PAN y al PRD, los cuales pretenden imponer a toda costa a determinados prospectos a consejeros electorales, quienes previamente seguro habrán de ser valorados, pero no tanto bajo el criterio de que sean los idóneos para ocupar tales cargos vacantes en el IFE, sino más bien por las afinidades ideológicas que éstos muestren con los respectivos partidos que los impulsan.
Esta circunstancia implicaría que de antemano dichos consejeros lleven un imborrable sello partidista y vayan bien amarraditos y comprometidos con quien tenga a bien elegirlos o designarlos.
De acuerdo con esa lógica, todo indicaría que a cada uno de estos tres grandes partidos, por supuesto sin tomar en cuenta a la demás chiquillada de partidos minoritarios presentes en la Cámara de Diputados, les tocaría de esos tres consejeros faltantes, uno a cada partido y san se acabó, se destrabaría el asunto y el IFE estaría completo.
Sin embargo, no es así, ya que el PRI como tiene mayoría de legisladores, hace valer esa condición y ha evidenciado que cuando menos pretende dos consejeros; el PAN reclama uno para su causa, y ya encarrerados en esta rebatinga, pues el PRD no se queda atrás, porque también quiere contar con el suyo. Este reparto así es inalcanzable, porque se requerirían cuatro consejeros cuando nada más hay tres, y también sería imposible que proporcionalmente se los repartieran, porque no van a cortarlos en pedazos para que les toquen en partes exactas.
En caso de que esta indefinición se prolongue, tampoco es operante lo que el IFE ha sostenido y declarado, en el sentido de que puede funcionar con los seis consejeros con que cuenta actualmente. Ello no es cierto, en virtud de que en un momento dado al votar sus acuerdos, eventualmente se podrían neutralizar, al quedar tres votos a tres, lo cual significaría que también este consejo de seis, al igual que la Cámara de Diputados, acabarían entrampados o en callejones sin salida, cuestión grave por tratarse de las futras elecciones del 2012.
Pálida tinta: Gobiernos de coalición. Es la tesis que ahora maneja Marcelo Ebrard, ocurrencia que seguramente le copió al Senador Manlio Fabio Beltrones. Pero, en fin, vamos a dejarla así, como que ambos coinciden en esa misma, dizque visión política, que solo ellos saben a donde quieren llegar. Lo que sí es un hecho, es que tanto uno como el otro también son coincidentes, pero en ir muy atrás con relación a sus competidores para la obtención de la candidatura a la Presidencia de la República. Cierto, a Marcelo ya Andrés Manuel López Obrador le va sacando un buen trecho en preferencias electorales, cuando faltan pocos días para la esperada definición; y no se diga Enrique Peña Nieto a Beltrones, es tan grade la diferencia con la que lo supera, que podría ser una distancia como de aquí a Sonora. Pero volviendo a los gobiernos de coalición, como dice el Diputado Alejandro Encinas, entre PAN y PRI siempre han existido, y esto es porque en el fondo son dos partidos similares. Luego entonces, qué de novedad tiene eso. Sin embargo, cabe señalar que al tratarse de gobiernos de coalición, habrán de ser éstos únicamente para cuestiones muy coyunturales, toda vez que su naturaleza irremediablemente es antidialéctica, ya que en esencia significa que por coaligarse se anularía la lucha de contrarios, lo que equivale a juntar dos polos opuestos eléctricos, con lo que no se generaría corriente, y por tanto, también las coaliciones cancelarían toda posible evolución, como si permanentemente se fusionaran o coaligaran la izquierda y la derecha. Inconcebible.
Arrancó el proceso electoral el viernes siete de este mes, tal como lo marca el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (COFIPE), y el Instituto Federal Electoral (IFE) sigue igual, sin sus tres consejeros electorales que le faltan desde hace casi un año, lo cual muestra que este organismo creado para desarrollar la función estatal de organizar y calificar las elecciones en nuestro país, así como para emitir las constancias de mayoría a quienes resultan electos por virtud del voto ciudadano, dista una enormidad de gozar este instituto de la autonomía que en la letra le da ese carácter la propia ley que rige su funcionamiento.
En efecto, no se puede concebir como autónomo al IFE cundo ni siquiera es capaz de conminar, exhortar o en último de los casos exigir emplazando a la Cámara de Diputados para que cumpla con su obligación, en el sentido de que nombre, designe o apruebe a los tres consejeros electorales que a ese instituto le faltan, a fin de que éste pueda funcionar con la regularidad que le ordena el COFIPE.
La autonomía del IFE queda en entredicho, ya que a lo largo de casi un año, este instituto continúa atrapado y disminuido por intereses partidistas.
Cierto, los partidos políticos presentes en la Cámara de Diputados, mismos que a través de sus respectivos legisladores, obstaculizan o deliberadamente no llegan a los acuerdos que les permitan elegir, de una vez por todas, a los tres consejeros electorales faltantes a ese organismo de índole electoral.
Con ello los partidos evidencian que no les importa que la sociedad sea testigo de como violentan descaradamente la constitución y la ley sustantiva en materia electoral. Pero resulta muy claro que el verdadero fondo de ese retraso son los intereses de cada partido, como se ha señalado, referencia concreta al PRI, al PAN y al PRD, los cuales pretenden imponer a toda costa a determinados prospectos a consejeros electorales, quienes previamente seguro habrán de ser valorados, pero no tanto bajo el criterio de que sean los idóneos para ocupar tales cargos vacantes en el IFE, sino más bien por las afinidades ideológicas que éstos muestren con los respectivos partidos que los impulsan.
Esta circunstancia implicaría que de antemano dichos consejeros lleven un imborrable sello partidista y vayan bien amarraditos y comprometidos con quien tenga a bien elegirlos o designarlos.
De acuerdo con esa lógica, todo indicaría que a cada uno de estos tres grandes partidos, por supuesto sin tomar en cuenta a la demás chiquillada de partidos minoritarios presentes en la Cámara de Diputados, les tocaría de esos tres consejeros faltantes, uno a cada partido y san se acabó, se destrabaría el asunto y el IFE estaría completo.
Sin embargo, no es así, ya que el PRI como tiene mayoría de legisladores, hace valer esa condición y ha evidenciado que cuando menos pretende dos consejeros; el PAN reclama uno para su causa, y ya encarrerados en esta rebatinga, pues el PRD no se queda atrás, porque también quiere contar con el suyo. Este reparto así es inalcanzable, porque se requerirían cuatro consejeros cuando nada más hay tres, y también sería imposible que proporcionalmente se los repartieran, porque no van a cortarlos en pedazos para que les toquen en partes exactas.
En caso de que esta indefinición se prolongue, tampoco es operante lo que el IFE ha sostenido y declarado, en el sentido de que puede funcionar con los seis consejeros con que cuenta actualmente. Ello no es cierto, en virtud de que en un momento dado al votar sus acuerdos, eventualmente se podrían neutralizar, al quedar tres votos a tres, lo cual significaría que también este consejo de seis, al igual que la Cámara de Diputados, acabarían entrampados o en callejones sin salida, cuestión grave por tratarse de las futras elecciones del 2012.
Pálida tinta: Gobiernos de coalición. Es la tesis que ahora maneja Marcelo Ebrard, ocurrencia que seguramente le copió al Senador Manlio Fabio Beltrones. Pero, en fin, vamos a dejarla así, como que ambos coinciden en esa misma, dizque visión política, que solo ellos saben a donde quieren llegar. Lo que sí es un hecho, es que tanto uno como el otro también son coincidentes, pero en ir muy atrás con relación a sus competidores para la obtención de la candidatura a la Presidencia de la República. Cierto, a Marcelo ya Andrés Manuel López Obrador le va sacando un buen trecho en preferencias electorales, cuando faltan pocos días para la esperada definición; y no se diga Enrique Peña Nieto a Beltrones, es tan grade la diferencia con la que lo supera, que podría ser una distancia como de aquí a Sonora. Pero volviendo a los gobiernos de coalición, como dice el Diputado Alejandro Encinas, entre PAN y PRI siempre han existido, y esto es porque en el fondo son dos partidos similares. Luego entonces, qué de novedad tiene eso. Sin embargo, cabe señalar que al tratarse de gobiernos de coalición, habrán de ser éstos únicamente para cuestiones muy coyunturales, toda vez que su naturaleza irremediablemente es antidialéctica, ya que en esencia significa que por coaligarse se anularía la lucha de contrarios, lo que equivale a juntar dos polos opuestos eléctricos, con lo que no se generaría corriente, y por tanto, también las coaliciones cancelarían toda posible evolución, como si permanentemente se fusionaran o coaligaran la izquierda y la derecha. Inconcebible.
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