Reino de los arrepentidos
Miscelánea política trunca
Acapulco, Saltillo, Supervía
Julio Hernández López / Astillero
Convencido de sus poderes sobrenaturales, el cada vez más prodigioso SuperFelipe colocó ayer bajo el manto de la Virgen de Guadalupe a todos los mexicanos, aun a aquellos que ni siquiera se afilian a religión alguna. Sacras palabras en defensa de la libertad de creencias en México (pues también tal bandera ondeó el licenciado Calderón en su contradictorio discurso): Somos guadalupanos, independientemente, incluso me atrevería a decir, mucho de la fe, de las creencias y las no creencias y, desde luego, lo es para quienes profesamos la fe católica... (en bit.ly/pyTTn4 están disponibles sintaxis, puntuación y juarismo guadalupano del felipismo).
Mas no fue el único milagro del día, pues también se produjo la reproducción de los saludos. Si el reino de las alianzas o las coaliciones ha de ser de los arrepentidos, un hijo pródigo se acercó nuevamente al banquete del Señor (presidente, según los nuevos acomodos de Marcelino, PAN y Los Vinos), ya sin usar de pretexto la presidencia de la Conago ni las obligaciones de cortesía que le llevaron semanas atrás a dejarse fotografiar por primera vez en beatífico saludo hacia el antes considerado espurio que ahora está en tratos para pasar a la condición de socio. Así fue también que obró en sentido contrario a lo que un lego habría considerado casi una foto del Apocalipsis mexicano: el depositario del maléfico dinero acumulado, el jefe de la iglesia pecadora, el comandante en jefe del exterminio nacional y el aspirante a torcer lo que sea con tal de alcanzar una candidatura presidencial. Slim, Rivera, Calderón y Ebrard en la etapa final del proceso que inició Andrés Manuel López Obrador la década pasada, en busca de ganarse el voto guadalupano aunque fuera al costo de donar al poder de las sotanas casi 30 mil metros cuadrados de terreno para construir la Plaza Mariana de la Basílica de Guadalupe. Dense la paz.
Trunco es el futuro electoral inmediato, según se puede ver por todos lados. Mocho está el IFE por falta de tres consejeros e incompleto será ya el trabajo encaminado a los muy difíciles comicios del año entrante, pues oficialmente la faena ha comenzado con sólo dos terceras partes de los responsables. También cercenada parece que quedará la de por sí insuficiente miscelánea de arreglos en materia política a la que por no dejar siguen llamando reforma. El peñanietismo dominante insistía anoche en imponer la ley del gel para impedir que avanzara la engañifa derechista apoyada por segmentos de la izquierda perredista y por ciudadanos genuinamente esperanzados en que la tal relección inmediata de legisladores constituyera un avance de lo que con dejos de nostalgia se empeñan en considerar democracia.
La oposición del partido de tres colores a la mencionada relección fue impugnada ardorosamente por líderes de la sociedad civil que cada vez coinciden más con los planes calderonistas en distintas materias, entre ellas la electoral, y que probablemente troquen pronto los arrestos independientes por candidaturas partidistas. A la hora de cerrar esta columna sólo se había aprobado en lo general por comisiones unidas de diputados la minuta proveniente del Senado pero faltaba la discusión, en lo particular, de las reservas con las que se pretendía impedir la mencionada continuidad de los legisladores y la revocación de mandato.
Un día de tanta espiritualidad en conflicto devino también en vulgares y terrenos asomos de violencia física. En Acapulco, los profesores que mantienen una larga protesta y paro de labores por la amenaza de narcotraficantes que les pretenden arrebatar mensualmente un porcentaje de su sueldo acabaron recibiendo respuesta del Estado, pero no a favor de ellos, los maestros amenazados, sino en contra, pues cientos de policías estatales y municipales arremetieron ayer con escudos y toletes contra mentores que habían bloqueado la Costera Miguel Alemán (nomenclatura de trágica ironía en un pueblo sumido en la pobreza a causa del saqueo que han practicado sus elites políticas mediante negocios de cuello blanco).
Eso sí, el generoso gobernador aliancista, Ángel Aguirre, ordenó a sus agentes que no detuvieran a nadie, aunque los educadores reprimidos dijeron que varios de sus compañeros habían sido capturados por presuntos policías. A fin de cuentas, el desenlace es terrible: o pagan a los narcos, o cuello por protestar por esa inseguridad persistente. En el Distrito Federal, mientras tanto, granaderos abrieron camino a trabajadores que avanzaron en el proceso de construcción de la redituable Supervía. El campamento de los opositores a esa polémica obra continuó en su lugar, pero quedó manifiesta la voluntad del gobierno capitalino de continuar con los trabajos al costo que sea (es decir, al costo social, pues el económico ya es un relajo del que solamente han salido beneficiados los constructores extranjeros y sus socios locales).
En Saltillo se vivía nuevamente pánico social luego de enfrentamientos de soldados y agentes federales con cierto bando de narcotraficantes. Como ha sucedido en otras ciudades del país, el fuego cruzado deja en medio a ciudadanos inocentes, sin que a fin de cuentas acontezca otra cosa que una batalla más de una guerra que parece interminable. Uno de los jefes de esas fuerzas beligerantes, Genaro García Luna (muy recordado en estos días de preparación en Washington de una nueva producción de espías, con Los Zetas como invitados a la fuerza y con pretensiones de ser rodada en Irán) tuvo momentos incómodos en su comparecencia ante diputados, sobre todo por las intervenciones de Gerardo Fernández Noroña que, al final, dieron pie a un jaleo que sirvió a los interesados en guardar el orden para terminar con la sesión.
Y, mientras Manlio Fabio Beltrones se declara en condiciones de llegar a ser un gran candidato y un buen presidente de la República, ¡hasta mañana, con el minigobernador de Nuevo León, Rodrigo Medina, recibiendo embates del panismo casinero!
Miscelánea política trunca
Acapulco, Saltillo, Supervía
Julio Hernández López / Astillero
Convencido de sus poderes sobrenaturales, el cada vez más prodigioso SuperFelipe colocó ayer bajo el manto de la Virgen de Guadalupe a todos los mexicanos, aun a aquellos que ni siquiera se afilian a religión alguna. Sacras palabras en defensa de la libertad de creencias en México (pues también tal bandera ondeó el licenciado Calderón en su contradictorio discurso): Somos guadalupanos, independientemente, incluso me atrevería a decir, mucho de la fe, de las creencias y las no creencias y, desde luego, lo es para quienes profesamos la fe católica... (en bit.ly/pyTTn4 están disponibles sintaxis, puntuación y juarismo guadalupano del felipismo).
Mas no fue el único milagro del día, pues también se produjo la reproducción de los saludos. Si el reino de las alianzas o las coaliciones ha de ser de los arrepentidos, un hijo pródigo se acercó nuevamente al banquete del Señor (presidente, según los nuevos acomodos de Marcelino, PAN y Los Vinos), ya sin usar de pretexto la presidencia de la Conago ni las obligaciones de cortesía que le llevaron semanas atrás a dejarse fotografiar por primera vez en beatífico saludo hacia el antes considerado espurio que ahora está en tratos para pasar a la condición de socio. Así fue también que obró en sentido contrario a lo que un lego habría considerado casi una foto del Apocalipsis mexicano: el depositario del maléfico dinero acumulado, el jefe de la iglesia pecadora, el comandante en jefe del exterminio nacional y el aspirante a torcer lo que sea con tal de alcanzar una candidatura presidencial. Slim, Rivera, Calderón y Ebrard en la etapa final del proceso que inició Andrés Manuel López Obrador la década pasada, en busca de ganarse el voto guadalupano aunque fuera al costo de donar al poder de las sotanas casi 30 mil metros cuadrados de terreno para construir la Plaza Mariana de la Basílica de Guadalupe. Dense la paz.
Trunco es el futuro electoral inmediato, según se puede ver por todos lados. Mocho está el IFE por falta de tres consejeros e incompleto será ya el trabajo encaminado a los muy difíciles comicios del año entrante, pues oficialmente la faena ha comenzado con sólo dos terceras partes de los responsables. También cercenada parece que quedará la de por sí insuficiente miscelánea de arreglos en materia política a la que por no dejar siguen llamando reforma. El peñanietismo dominante insistía anoche en imponer la ley del gel para impedir que avanzara la engañifa derechista apoyada por segmentos de la izquierda perredista y por ciudadanos genuinamente esperanzados en que la tal relección inmediata de legisladores constituyera un avance de lo que con dejos de nostalgia se empeñan en considerar democracia.
La oposición del partido de tres colores a la mencionada relección fue impugnada ardorosamente por líderes de la sociedad civil que cada vez coinciden más con los planes calderonistas en distintas materias, entre ellas la electoral, y que probablemente troquen pronto los arrestos independientes por candidaturas partidistas. A la hora de cerrar esta columna sólo se había aprobado en lo general por comisiones unidas de diputados la minuta proveniente del Senado pero faltaba la discusión, en lo particular, de las reservas con las que se pretendía impedir la mencionada continuidad de los legisladores y la revocación de mandato.
Un día de tanta espiritualidad en conflicto devino también en vulgares y terrenos asomos de violencia física. En Acapulco, los profesores que mantienen una larga protesta y paro de labores por la amenaza de narcotraficantes que les pretenden arrebatar mensualmente un porcentaje de su sueldo acabaron recibiendo respuesta del Estado, pero no a favor de ellos, los maestros amenazados, sino en contra, pues cientos de policías estatales y municipales arremetieron ayer con escudos y toletes contra mentores que habían bloqueado la Costera Miguel Alemán (nomenclatura de trágica ironía en un pueblo sumido en la pobreza a causa del saqueo que han practicado sus elites políticas mediante negocios de cuello blanco).
Eso sí, el generoso gobernador aliancista, Ángel Aguirre, ordenó a sus agentes que no detuvieran a nadie, aunque los educadores reprimidos dijeron que varios de sus compañeros habían sido capturados por presuntos policías. A fin de cuentas, el desenlace es terrible: o pagan a los narcos, o cuello por protestar por esa inseguridad persistente. En el Distrito Federal, mientras tanto, granaderos abrieron camino a trabajadores que avanzaron en el proceso de construcción de la redituable Supervía. El campamento de los opositores a esa polémica obra continuó en su lugar, pero quedó manifiesta la voluntad del gobierno capitalino de continuar con los trabajos al costo que sea (es decir, al costo social, pues el económico ya es un relajo del que solamente han salido beneficiados los constructores extranjeros y sus socios locales).
En Saltillo se vivía nuevamente pánico social luego de enfrentamientos de soldados y agentes federales con cierto bando de narcotraficantes. Como ha sucedido en otras ciudades del país, el fuego cruzado deja en medio a ciudadanos inocentes, sin que a fin de cuentas acontezca otra cosa que una batalla más de una guerra que parece interminable. Uno de los jefes de esas fuerzas beligerantes, Genaro García Luna (muy recordado en estos días de preparación en Washington de una nueva producción de espías, con Los Zetas como invitados a la fuerza y con pretensiones de ser rodada en Irán) tuvo momentos incómodos en su comparecencia ante diputados, sobre todo por las intervenciones de Gerardo Fernández Noroña que, al final, dieron pie a un jaleo que sirvió a los interesados en guardar el orden para terminar con la sesión.
Y, mientras Manlio Fabio Beltrones se declara en condiciones de llegar a ser un gran candidato y un buen presidente de la República, ¡hasta mañana, con el minigobernador de Nuevo León, Rodrigo Medina, recibiendo embates del panismo casinero!
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