Carlos Ramírez / Indicador Político
Luego de haber fracasado en el congreso la reforma del Estado y de haber prohijado una chiquirreforma política, ahora se aparece el gobierno de coalición legislativa como la solución a todos los problemas políticos.
Pero el gobierno de coalición es un asunto demasiado serio como para dejarlo en manos de los políticos. De ahí que no puede apoyarse un pronunciamiento de apenas trece líneas o una propuesta formal en el senado de casi tres mil palabras con un sí o un no. Pero lo que menos quieren sus promotores es justamente el debate o la discusión.
Lo que no se aclara fehacientemente --a pesar de que en los abajofirmantes del desplegado aparecen algunos politólogos y sociólogos-- es qué tipo de gobierno de coalición se propone. Porque hay, cuando menos, tres conjuntos de tipos de gobiernos de coalición:
1.- Entre quienes:
--Coalición entre partidos para ganar el poder.
--Coalición entre un partido en el gobierno con otro partido para mantener el poder.
--Coalición entre un partido en el poder pero para llevar a otro partido al poder.
--Coalición entre partidos para gobernar.
--Coalición en el gobierno o en el congreso, o en ambos como en los tiempos del PRI.
--Coalición para realizar un proyecto general de gobierno.
--Coalición para transitar de un régimen dictatorial a la construcción de un sistema democrático.
2.- Para qué:
--Para mantener el poder ante el acoso de otro partido a punto de desbancarlo.
--Para formar una mayoría contra otro partido poderoso.
--Para gobernar en aspecto total.
--Para realizar cierto tipo de reformas, aunque sea total para mantener o ganar el poder.
--Para fusionarse en un nuevo partido.
--Sólo para ejercer el poder sin proyecto de gobierno y nada más para evitar el regreso al poder de otro partido.
3.- Y la coalición en el esquema de Vernon Bogdanor aplicado a los países del Este europeo:
--El gobierno de unidad nacional.
--El gobierno de coalición previo a la fusión de los partidos gobernantes.
--La coalición basada en el principio del poder compartido.
De ahí el desplegado deba seguir el camino de la iniciativa de reforma política del gobierno de López Portillo: Foros, debates, propuestas, una comisión recolectora, una comisión redactora, un consenso mínimo en el congreso y de parte de los gobiernos estatales, entre otros pasos a seguir.
El gobierno de coalición forma parte de la teoría de los juegos, es decir, de modelos matemáticos que prevén agrupamientos sociales. Asimismo, el gobierno de coalición tiene una paradoja de origen: Convertir los preferencias individuales en decisiones colectivas, pero definidas y administradas por élites oligárquicas agrupadas en --Gaetano Mosca dixit-- en una clase política con autonomía de sus electores y de la sociedad.
Las coaliciones exigen previamente, por tanto, entender la naturaleza de las élites políticas que dirigen los partidos. Y ya desde 1912 Robert Michels, uno de los primeros teóricos de los partidos, estableció lo que llamó “la ley de hierro de la oligarquía”: Las dirigencias de los partidos son oligarquías que representan sus propios intereses y no los de la sociedad. De ahí la apreciación de Francisco Llera que resume Josep María Reniu en el Diccionario Crítico de Ciencias Sociales de que “la política de coalición debe entenderse como una serie de círculos concéntricos que puede comenzar con el equilibrio interno entre las facciones partidistas, la coalición electoral entre dos o más partidos, los acuerdos de investidura, presupuestarios y/o puntuales en el parlamento, los pactos más o menos estables de legislatura y, finalmente, la coalición de gobierno propiamente dicha y que constituirá el núcleo central de esta dinámica política, con implicaciones muy distintas sobre la gobernabilidad y el funcionamiento del sistema político en su conjunto”.
El debate previo debe ser amplio: La quiebra de las democracias, de Juan Linz, el libro simiente The theory of political coalitions, de William Riker de 1962, el modelo matemático de Anthony Downs en Teoría económica de la democracia y El cálculo del consenso, el indispensable partidos y sistemas de partidos de Giovanni Sartori, el marco teórico Modelos de democracia, de David Helds, sobre todo el fundamental Modelos de democracia de Arend Lijphart --de donde parece que tomaron el esquema los abajofirmantes-- y la propuesta provocadora de Angelo Panebianco en Modelos de partido donde caracteriza a las dirigencias de partido como “coaliciones dominantes”, es decir, el primer círculo señalado por Llera. Y desde luego Los modelos políticos, de Jacques Attali, y su análisis matemático de las coaliciones.
Un grupo de políticos, intelectuales, académicos y activistas descubren ahora, con sorpresa, que el país necesita un acuerdo conjunto para realizar las reformas. AS lo largo de diez años de alternancia, México no pudo completar el ciclo de las transiciones con la instauración de la democracia porque el PRI no quiso o regateó las reformas, el PAN no supo definir el proyecto de reformas y el PRD se la pasó rumiando su derrota y desconociendo la legitimidad constitucional del presidente de la república.
Si deveras la idea de coaliciones es seria, entonces los jefes de los partidos deben hacer la propuesta formal. Y entonces sentarse a diseñar los Pactos de la Moncloa que exige la sociedad mexicana para salir del hoyo de una transición atorada.
Luego de haber fracasado en el congreso la reforma del Estado y de haber prohijado una chiquirreforma política, ahora se aparece el gobierno de coalición legislativa como la solución a todos los problemas políticos.
Pero el gobierno de coalición es un asunto demasiado serio como para dejarlo en manos de los políticos. De ahí que no puede apoyarse un pronunciamiento de apenas trece líneas o una propuesta formal en el senado de casi tres mil palabras con un sí o un no. Pero lo que menos quieren sus promotores es justamente el debate o la discusión.
Lo que no se aclara fehacientemente --a pesar de que en los abajofirmantes del desplegado aparecen algunos politólogos y sociólogos-- es qué tipo de gobierno de coalición se propone. Porque hay, cuando menos, tres conjuntos de tipos de gobiernos de coalición:
1.- Entre quienes:
--Coalición entre partidos para ganar el poder.
--Coalición entre un partido en el gobierno con otro partido para mantener el poder.
--Coalición entre un partido en el poder pero para llevar a otro partido al poder.
--Coalición entre partidos para gobernar.
--Coalición en el gobierno o en el congreso, o en ambos como en los tiempos del PRI.
--Coalición para realizar un proyecto general de gobierno.
--Coalición para transitar de un régimen dictatorial a la construcción de un sistema democrático.
2.- Para qué:
--Para mantener el poder ante el acoso de otro partido a punto de desbancarlo.
--Para formar una mayoría contra otro partido poderoso.
--Para gobernar en aspecto total.
--Para realizar cierto tipo de reformas, aunque sea total para mantener o ganar el poder.
--Para fusionarse en un nuevo partido.
--Sólo para ejercer el poder sin proyecto de gobierno y nada más para evitar el regreso al poder de otro partido.
3.- Y la coalición en el esquema de Vernon Bogdanor aplicado a los países del Este europeo:
--El gobierno de unidad nacional.
--El gobierno de coalición previo a la fusión de los partidos gobernantes.
--La coalición basada en el principio del poder compartido.
De ahí el desplegado deba seguir el camino de la iniciativa de reforma política del gobierno de López Portillo: Foros, debates, propuestas, una comisión recolectora, una comisión redactora, un consenso mínimo en el congreso y de parte de los gobiernos estatales, entre otros pasos a seguir.
El gobierno de coalición forma parte de la teoría de los juegos, es decir, de modelos matemáticos que prevén agrupamientos sociales. Asimismo, el gobierno de coalición tiene una paradoja de origen: Convertir los preferencias individuales en decisiones colectivas, pero definidas y administradas por élites oligárquicas agrupadas en --Gaetano Mosca dixit-- en una clase política con autonomía de sus electores y de la sociedad.
Las coaliciones exigen previamente, por tanto, entender la naturaleza de las élites políticas que dirigen los partidos. Y ya desde 1912 Robert Michels, uno de los primeros teóricos de los partidos, estableció lo que llamó “la ley de hierro de la oligarquía”: Las dirigencias de los partidos son oligarquías que representan sus propios intereses y no los de la sociedad. De ahí la apreciación de Francisco Llera que resume Josep María Reniu en el Diccionario Crítico de Ciencias Sociales de que “la política de coalición debe entenderse como una serie de círculos concéntricos que puede comenzar con el equilibrio interno entre las facciones partidistas, la coalición electoral entre dos o más partidos, los acuerdos de investidura, presupuestarios y/o puntuales en el parlamento, los pactos más o menos estables de legislatura y, finalmente, la coalición de gobierno propiamente dicha y que constituirá el núcleo central de esta dinámica política, con implicaciones muy distintas sobre la gobernabilidad y el funcionamiento del sistema político en su conjunto”.
El debate previo debe ser amplio: La quiebra de las democracias, de Juan Linz, el libro simiente The theory of political coalitions, de William Riker de 1962, el modelo matemático de Anthony Downs en Teoría económica de la democracia y El cálculo del consenso, el indispensable partidos y sistemas de partidos de Giovanni Sartori, el marco teórico Modelos de democracia, de David Helds, sobre todo el fundamental Modelos de democracia de Arend Lijphart --de donde parece que tomaron el esquema los abajofirmantes-- y la propuesta provocadora de Angelo Panebianco en Modelos de partido donde caracteriza a las dirigencias de partido como “coaliciones dominantes”, es decir, el primer círculo señalado por Llera. Y desde luego Los modelos políticos, de Jacques Attali, y su análisis matemático de las coaliciones.
Un grupo de políticos, intelectuales, académicos y activistas descubren ahora, con sorpresa, que el país necesita un acuerdo conjunto para realizar las reformas. AS lo largo de diez años de alternancia, México no pudo completar el ciclo de las transiciones con la instauración de la democracia porque el PRI no quiso o regateó las reformas, el PAN no supo definir el proyecto de reformas y el PRD se la pasó rumiando su derrota y desconociendo la legitimidad constitucional del presidente de la república.
Si deveras la idea de coaliciones es seria, entonces los jefes de los partidos deben hacer la propuesta formal. Y entonces sentarse a diseñar los Pactos de la Moncloa que exige la sociedad mexicana para salir del hoyo de una transición atorada.
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