¿Es lícito adular, engañar y matar?

Rubén Cortés

El presidente Obama, quien olvida a menudo que dirige un imperio y se cree pastor almas, dijo, sobre el cruento fin de El Khadafi, que éste mereció decoro a la hora de morir.

Entonces también lo mereció Osama Bin Laden, a quien mandó matar en su casa, delante de sus esposas e hijos: vio en directo el asesinato mediante una transmisión de video, como hacían en su palco los emperadores romanos durante los espectáculos del Coliseo.

La diferencia entre las maneras de morir de El Khadafi y Osama fue que la primera se produjo en el caos de una guerra civil y la otra fue preparada con delectación de artista por la tecnología de la nación más poderosa.

Es hipócrita el reclamo de “decoro” para El Khadafi, quien fue el propio responsable de su muerte, tras construir durante 42 años un país sin más ley que la suya, sin códigos de ética, honor ni sentido de justicia.

Que cometió el crimen de la mayoría de los dictadores: no preparó una sucesión civilizada. Se apropió solo de una de las frases de Juan de Salisbury en el Policraticus: tyrannum licet adulari (es lícito adular al tirano).

Y despreció las otras: tyrannum licet decipere (es licito engañar al tirano) y tirannum licet occidere (es lícito matar al tirano).
Hizo un país sin más Constitución que un texto que escribió tomando leche de camella: el Libro Verde, que lo autorizó, por inspiración divina, a controlar prensa, bancos, jueces, vidas y haciendas.

Así crecieron bajo su sistema totalitario cuatro generaciones adoctrinadas en la delación y la simulación para poder sobrevivir, la cimentación del odio, el rencor, el deseo de venganza y el desprecio por la justicia.

Murió como creían sus gobernados que merecía y, también, como Obama creyó que merecía Bin Laden: “Esta noche informo a los americanos que hemos matado a Osama Bin Laden, responsable del asesinato de miles de hombres, mujeres y niños inocentes”.

No hay mucha desemejanza entre que los estadunidenses liberaran al mundo de un terrorista y los libios se libraran de asesino de millones de ellos. La única sería que Estados Unidos no divulgó la imagen del cadáver de Osama y los libios sí el de El Khadafi. ¿Solo eso es “decoro”?

La diferencia es nimia, si leemos que hasta la Biblia de Obama justifica la muerte al menos 10 veces por jurar en vano, servir a dioses distintos de Yahvé, para los sodomitas, adúlteros, homicidas, secuestradores, los enemigos del pueblo elegido, los padres desobedecidos por sus hijos, las mujeres que se casan sin ser vírgenes y quienes dan falso testimonio.

Además, Estados Unidos no puede juzgar cómo Libia sale de sus problemas. Porque nunca la ayudó a resolverlos.

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