Jorge Fernández Menéndez
Hace casi exactamente un año, la Cámara de Diputados tendría que haber cumplido con su obligación constitucional de designar a tres consejeros electorales del IFE, para reemplazar a los tres salientes y completar el número de nueve consejeros que integran esa instnacia. No lo hicieron: no se pusieron de acuerdo con los nombres y postergaron las designaciones. Hace unas semanas, intentaron nuevamente sacar una terna y una vez más no se obtuvo los dos terceras partes de los votos suficientes para llegar a un acuerdo.
El propio presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Chauyffet reconoció que los diputados estaban violando la Constitución al no cumplir con los plazos legales para completar el Consejo General del IFE. Pero no pasó nada. Algunos legisladores y analistas han dicho que no importa, que el IFE de todas maneras puede seguir funcionando sin completar los nueve consejeros. Y es verdad, puede seguir funcionando, pero se olvidan en el camino algunas cosas básicas. Primero y principal que el que el IFE tenga nueve consejeros no es un capricho: así lo establecieron desde hace años las fuerzas políticas para tener mayor pluralidad en su conformación pero también para evitar empates en las votaciones.
El IFE actual, que proviene de la tristemente célebre reforma del 2007 que lo descabezó y rompió con uno de sus principios básicos, que era el que sus consejeros fueran inamovibles, garantizando así su independencia, fue conformado cada vez más por cuotas de los partidos, pero ahora, para colmo ni siquiera se han podido poner de acuerdo con esa distribución de cuotas. Pero en el camino se olvida que la legitimidad del propio Instituto ha sido puesta en debate y al dejarlo incompleto, sin todos sus consejeros, esa legitimidad se erosiona aún más.
Pero hay otros problemas graves. Imaginemos por un momento que el IFE tenga que tomar, como lo está haciendo, decisiones controvertidas en la precampaña. Imaginemos que tenga que sancionar o que deje de hacerlo a un aspirante que ha roto las reglas. Imaginemos, por ejemplo, que el PRD no pueda completar la elección de sus consejeros y congresistas antes del 15 de noviembre como se lo ordenó el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Imaginemos que en ese contexto se tenga que quitar el registro a un partido o a un aspirante. ¿Usted cree que este IFE, incompleto, con seis de sus nueve consejeros, podría hacerlo sin sumir las elecciones en un caos?
Dejemos atrás esa posibilidad, pero entonces imaginemos el conflicto que el propio IFE trae con los medios electrónicos, empeñado como está en sacar un nuevo reglamento de radio y televisión que los medios consideran imposible de aplicar en los términos en los que lo está planteando el IFE. ¿Usted cree que un consejo del IFE incompleto y sin renovación podría cumplir con esas responsabilidades sin generar conflictos?¿se imagina qué sucederá, por ejemplo, si ese reglamento se aprueba por los actuales consejeros cuando hay tres espacios vacíos y los medios no pueden cumplir con él? Vayamos a otro escenario. Imagínese usted algo muy probable: que el crimen organizado penetre a los partidos políticos con candidatos involucrados con las organizaciones criminales. ¿Cree usted que un consejo del IFE incompleto tendrá legitimidad para descalificar a esos candidatos, para recopilar los datos, los antecedentes, para establecer con claridad quién puede o no ser un aspirante a un puesto de elección popular?. Imaginemos por un momento que se producen hechos de violencia en la campaña ¿cree usted que un consejo del IFE con sólo seis miembros tendrá la credibilidad para orientar las elecciones sin ser acusado de favorecer a un partido u otro, a un candidato u otro, sobre todo en un contexto de violencia?
Vayamos a la jornada electoral y supongamos, lo que es difícil, que ninguna de las otras opciones se dieron, o que se dieron pero no terminaron de reventar el proceso electoral. Imaginemos entonces tener, otra vez, una elección federal cerrada, con diferencias muy pequeñas entre el primer y el segundo contendiente.
¿usted cree que el hecho de que se esté violando la constitución, que no se tenga completo al consejo general, que las leyes electorales no se hayan aplicado ya no sólo para los participantes sino para el propio árbitro no será un argumento para demandar la anulación de las elecciones o para denunciar su ilegitimidad?
Todo eso posible y probable. Completar el consejo general del IFE con los tres consejeros que faltan, no sólo es un acto de responsabilidad y una obligación legal de nuestros legisladores, es un tema que afecta a la gobernabilidad y la propia seguridad nacional. No se puede violar la Constitución y pensar que no pasa nada.
Hace casi exactamente un año, la Cámara de Diputados tendría que haber cumplido con su obligación constitucional de designar a tres consejeros electorales del IFE, para reemplazar a los tres salientes y completar el número de nueve consejeros que integran esa instnacia. No lo hicieron: no se pusieron de acuerdo con los nombres y postergaron las designaciones. Hace unas semanas, intentaron nuevamente sacar una terna y una vez más no se obtuvo los dos terceras partes de los votos suficientes para llegar a un acuerdo.
El propio presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Chauyffet reconoció que los diputados estaban violando la Constitución al no cumplir con los plazos legales para completar el Consejo General del IFE. Pero no pasó nada. Algunos legisladores y analistas han dicho que no importa, que el IFE de todas maneras puede seguir funcionando sin completar los nueve consejeros. Y es verdad, puede seguir funcionando, pero se olvidan en el camino algunas cosas básicas. Primero y principal que el que el IFE tenga nueve consejeros no es un capricho: así lo establecieron desde hace años las fuerzas políticas para tener mayor pluralidad en su conformación pero también para evitar empates en las votaciones.
El IFE actual, que proviene de la tristemente célebre reforma del 2007 que lo descabezó y rompió con uno de sus principios básicos, que era el que sus consejeros fueran inamovibles, garantizando así su independencia, fue conformado cada vez más por cuotas de los partidos, pero ahora, para colmo ni siquiera se han podido poner de acuerdo con esa distribución de cuotas. Pero en el camino se olvida que la legitimidad del propio Instituto ha sido puesta en debate y al dejarlo incompleto, sin todos sus consejeros, esa legitimidad se erosiona aún más.
Pero hay otros problemas graves. Imaginemos por un momento que el IFE tenga que tomar, como lo está haciendo, decisiones controvertidas en la precampaña. Imaginemos que tenga que sancionar o que deje de hacerlo a un aspirante que ha roto las reglas. Imaginemos, por ejemplo, que el PRD no pueda completar la elección de sus consejeros y congresistas antes del 15 de noviembre como se lo ordenó el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Imaginemos que en ese contexto se tenga que quitar el registro a un partido o a un aspirante. ¿Usted cree que este IFE, incompleto, con seis de sus nueve consejeros, podría hacerlo sin sumir las elecciones en un caos?
Dejemos atrás esa posibilidad, pero entonces imaginemos el conflicto que el propio IFE trae con los medios electrónicos, empeñado como está en sacar un nuevo reglamento de radio y televisión que los medios consideran imposible de aplicar en los términos en los que lo está planteando el IFE. ¿Usted cree que un consejo del IFE incompleto y sin renovación podría cumplir con esas responsabilidades sin generar conflictos?¿se imagina qué sucederá, por ejemplo, si ese reglamento se aprueba por los actuales consejeros cuando hay tres espacios vacíos y los medios no pueden cumplir con él? Vayamos a otro escenario. Imagínese usted algo muy probable: que el crimen organizado penetre a los partidos políticos con candidatos involucrados con las organizaciones criminales. ¿Cree usted que un consejo del IFE incompleto tendrá legitimidad para descalificar a esos candidatos, para recopilar los datos, los antecedentes, para establecer con claridad quién puede o no ser un aspirante a un puesto de elección popular?. Imaginemos por un momento que se producen hechos de violencia en la campaña ¿cree usted que un consejo del IFE con sólo seis miembros tendrá la credibilidad para orientar las elecciones sin ser acusado de favorecer a un partido u otro, a un candidato u otro, sobre todo en un contexto de violencia?
Vayamos a la jornada electoral y supongamos, lo que es difícil, que ninguna de las otras opciones se dieron, o que se dieron pero no terminaron de reventar el proceso electoral. Imaginemos entonces tener, otra vez, una elección federal cerrada, con diferencias muy pequeñas entre el primer y el segundo contendiente.
¿usted cree que el hecho de que se esté violando la constitución, que no se tenga completo al consejo general, que las leyes electorales no se hayan aplicado ya no sólo para los participantes sino para el propio árbitro no será un argumento para demandar la anulación de las elecciones o para denunciar su ilegitimidad?
Todo eso posible y probable. Completar el consejo general del IFE con los tres consejeros que faltan, no sólo es un acto de responsabilidad y una obligación legal de nuestros legisladores, es un tema que afecta a la gobernabilidad y la propia seguridad nacional. No se puede violar la Constitución y pensar que no pasa nada.
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