Itinerario Político / Ricardo Alemán
En cuestión de horas –el próximo viernes–, inicia de manera formal y legal el proceso electoral federal de 2012. Sin embargo, y contrario a las dos elecciones presidenciables recientes, en esta ocasión, el peligro de que el proceso pudiera desbarrancar no está en los partidos y tampoco en los candidatos. No, el riesgo está en el árbitro. ¿Por qué?
Porque salvo un milagro de última hora –que obligara a la Cámara de Diputados a seleccionar a los tres consejeros del IFE faltantes–, la contienda federal y la elección presidencial podrían arrancar no sólo con un árbitro electoral cojo, sino que sus auxiliares –el resto de consejeros–, alardean de su parcialidad por los partidos que los promovieron, y apuestan claramente al fracaso de la contienda electoral.
A manera de ejemplo, podemos suponer que en el clásico Chivas-América, se anuncia que el árbitro del cotejo correrá los 90 minutos sin una pierna, pero además pitará las incidencias del juego con un criterio a favor de la escuadra americanista. ¿Cuál sería el resultado? ¿Alguien creería que se trata de una contienda seria, confiable y creíble? ¿Se podría dar crédito al resultado de ese juego?
Está claro que un juego como ese no sería otra cosa que un fraude, una burla para los aficionados. Bueno, pues algo así podría ocurrir en la elección presidencial que arrancará de manera legal y formal este viernes.
Y es que, como todos saben, los partidos representados en la Cámara de Diputados, han sido omisos en su responsabilidad constitucional de elegir a tres consejeros del IFE faltantes, que debieron estar en funciones desde el 30 de octubre de 2010. En otras palabras, que los diputados, sus respectivos partidos y el IFE, hoy no sólo operan de manera ilegal, sino en forma inconstitucional.
Pero además de esa grave falta, los seis consejeros que hasta el día de hoy están en funciones obedecen a los partidos que los impusieron en el cargo. Por el PAN, están los consejeros Macarita Elizondo y Benito Nacif; por el PRD el consejero presidente, Leonardo Valdés y Alfredo Figueroa, y por el PRI, Marco Antonio Baños y Javier Guerrero. Cualquiera podría decir que se trata de un reparto equitativo y que, por tanto, de los tres restantes, le corresponderían uno a cada partido, para que el reparto del IFE sea equilibrado.
Pero lo que pocos saben es que los cuatro primeros, los consejeros afines al PAN y el PRD, actúan como mafia que mayoritea todos los días a los dos del PRI. En otras palabras, que gracias a la reforma electoral de noviembre de 2007, los partidos demolieron la ciudadanización del IFE y se apropiaron, de manera grosera, inmoral y nada democrática, de los conejeros que, por esa razón, son consejeros de partido. Lo anterior explica la razón por la que hasta hoy ha sido imposible designar a los tres consejeros faltantes.
Pero lo explicamos con peras y manzanas. Resulta que entre 2006 y 2009, el PAN y el PRD eran la primera y segunda mayoría en la Cámara de Diputados. Por esa razón se repartieron cuatro de los primeros seis consejeros partidistas –que no ciudadanos–, del nuevo IFE. También por esa razón –y en su condición de minoría–, al PRI le correspondió tomar sólo dos posiciones.
Pero en 2009, el PRI y su aliado, el PVEM, se convirtieron en la fuerza mayoritaria en San Lázaro y, por ello, los tricolores y los verdes reclamaron los tres lugares de los consejeros a elegir en octubre de 2010. El acuerdo de origen –de 2007, cuando el PRI era la tercera fuerza en Sal Lázaro–, establecía que al PRI le correspondía sólo un consejero durante el reparto previsto para octubre de 2010. Sin embargo, el tricolor desconoció ese pacto y con su nueva mayoría reclamó los tres consejeros, a fin de que, sumados a los dos que ya tiene, pidiera llegar a cinco.
El jaloneo sobre ese nuevo reparto empantanó las negociaciones y hasta hoy están paradas, sin que a nadie le importe que la elección presidencial se pueda desbarrancar, en tanto pretende ser reventada por los consejeros aliados del PAN y el PRD. Es probable que en las próximas horas, el PRI y el PVEM consigan dos de los tres consejeros que reclaman, con lo que tendrían cuatro consejeros, contra cinco de la dupla PAN-PRD.
El PRI está en desventaja frente a los aliados PAN y PRD. Pero esas son las reglas que aprobaron los partidos, cuando quitaron a los ciudadanos el control del árbitro. Por eso existe el riesgo de que la elección sea reventada. Al tiempo.
EN EL CAMINO.
En Veracruz la culpa no es del indio, sino del que lo hizo compadre.
En cuestión de horas –el próximo viernes–, inicia de manera formal y legal el proceso electoral federal de 2012. Sin embargo, y contrario a las dos elecciones presidenciables recientes, en esta ocasión, el peligro de que el proceso pudiera desbarrancar no está en los partidos y tampoco en los candidatos. No, el riesgo está en el árbitro. ¿Por qué?
Porque salvo un milagro de última hora –que obligara a la Cámara de Diputados a seleccionar a los tres consejeros del IFE faltantes–, la contienda federal y la elección presidencial podrían arrancar no sólo con un árbitro electoral cojo, sino que sus auxiliares –el resto de consejeros–, alardean de su parcialidad por los partidos que los promovieron, y apuestan claramente al fracaso de la contienda electoral.
A manera de ejemplo, podemos suponer que en el clásico Chivas-América, se anuncia que el árbitro del cotejo correrá los 90 minutos sin una pierna, pero además pitará las incidencias del juego con un criterio a favor de la escuadra americanista. ¿Cuál sería el resultado? ¿Alguien creería que se trata de una contienda seria, confiable y creíble? ¿Se podría dar crédito al resultado de ese juego?
Está claro que un juego como ese no sería otra cosa que un fraude, una burla para los aficionados. Bueno, pues algo así podría ocurrir en la elección presidencial que arrancará de manera legal y formal este viernes.
Y es que, como todos saben, los partidos representados en la Cámara de Diputados, han sido omisos en su responsabilidad constitucional de elegir a tres consejeros del IFE faltantes, que debieron estar en funciones desde el 30 de octubre de 2010. En otras palabras, que los diputados, sus respectivos partidos y el IFE, hoy no sólo operan de manera ilegal, sino en forma inconstitucional.
Pero además de esa grave falta, los seis consejeros que hasta el día de hoy están en funciones obedecen a los partidos que los impusieron en el cargo. Por el PAN, están los consejeros Macarita Elizondo y Benito Nacif; por el PRD el consejero presidente, Leonardo Valdés y Alfredo Figueroa, y por el PRI, Marco Antonio Baños y Javier Guerrero. Cualquiera podría decir que se trata de un reparto equitativo y que, por tanto, de los tres restantes, le corresponderían uno a cada partido, para que el reparto del IFE sea equilibrado.
Pero lo que pocos saben es que los cuatro primeros, los consejeros afines al PAN y el PRD, actúan como mafia que mayoritea todos los días a los dos del PRI. En otras palabras, que gracias a la reforma electoral de noviembre de 2007, los partidos demolieron la ciudadanización del IFE y se apropiaron, de manera grosera, inmoral y nada democrática, de los conejeros que, por esa razón, son consejeros de partido. Lo anterior explica la razón por la que hasta hoy ha sido imposible designar a los tres consejeros faltantes.
Pero lo explicamos con peras y manzanas. Resulta que entre 2006 y 2009, el PAN y el PRD eran la primera y segunda mayoría en la Cámara de Diputados. Por esa razón se repartieron cuatro de los primeros seis consejeros partidistas –que no ciudadanos–, del nuevo IFE. También por esa razón –y en su condición de minoría–, al PRI le correspondió tomar sólo dos posiciones.
Pero en 2009, el PRI y su aliado, el PVEM, se convirtieron en la fuerza mayoritaria en San Lázaro y, por ello, los tricolores y los verdes reclamaron los tres lugares de los consejeros a elegir en octubre de 2010. El acuerdo de origen –de 2007, cuando el PRI era la tercera fuerza en Sal Lázaro–, establecía que al PRI le correspondía sólo un consejero durante el reparto previsto para octubre de 2010. Sin embargo, el tricolor desconoció ese pacto y con su nueva mayoría reclamó los tres consejeros, a fin de que, sumados a los dos que ya tiene, pidiera llegar a cinco.
El jaloneo sobre ese nuevo reparto empantanó las negociaciones y hasta hoy están paradas, sin que a nadie le importe que la elección presidencial se pueda desbarrancar, en tanto pretende ser reventada por los consejeros aliados del PAN y el PRD. Es probable que en las próximas horas, el PRI y el PVEM consigan dos de los tres consejeros que reclaman, con lo que tendrían cuatro consejeros, contra cinco de la dupla PAN-PRD.
El PRI está en desventaja frente a los aliados PAN y PRD. Pero esas son las reglas que aprobaron los partidos, cuando quitaron a los ciudadanos el control del árbitro. Por eso existe el riesgo de que la elección sea reventada. Al tiempo.
EN EL CAMINO.
En Veracruz la culpa no es del indio, sino del que lo hizo compadre.
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