Itinerario Político / Ricardo Alemán
Seguramente no cayó nada bien en los equipos políticos de Enrique Peña Nieto y de Andrés Manuel López Obrador, el desplegado periodístico en el que políticos, gobernantes e intelectuales, se manifiestan a favor de la reglamentación constitucional que avala los llamados gobiernos de coalición.
En el documento en cuestión –avalado por políticos y gobernantes del PRI, PAN y PRD– los “abajo firmantes” exponen que resulta urgente establecer las reglas constitucionales que garanticen la posibilidad de construir gobiernos de coalición –mediante mayorías legislativas pactadas– para acabar con la parálisis del Congreso y con el estancamiento del país.
Llama la atención que, por un lado, el desplegado aparece apoyado por tres precandidatos presidenciales; Manlio Fabio Beltrones, Marcelo Ebrard y Santiago Creel, quienes compiten por el PRI, PRD y PAN, pero cuyas posturas resultan divergentes de las expresadas, en ese tema, por los punteros de sus respectivos partidos políticos.
Y, por otro lado, resulta notoria la ausencia de firmas de apoyo al desplegado –que por cierto, promovió Manuel Camacho– provenientes de los grupos políticos de Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador. ¿Por qué no están como parte de los “abajo firmantes” de esa convocatoria los señores Peña Nieto y López Obrador, o representantes de sus respectivos establos políticos?. En efecto, porque el mexiquense y el tabasqueño representan las posturas ideológicas y partidistas más atrasadas; más cercanas al PRI vertical y autoritario, que pretende regresar.
Por eso, el desplegado, su contenido y propuesta, y el peso de los firmantes, debe entenderse como un golpe demoledor a los precandidatos presidenciales, Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador. ¿Por qué?. Porque en los dos casos –y más allá de las posturas alegres de sus apologistas– todos saben que el mexiquense y el tabasqueño son políticos educados o construidos en la cultura de los gobiernos autoritarios, verticales y más bien antidemocráticos.
Peña Nieto ha dejado huellas claras de que su formación política es de viejo cuño. Y el mejor ejemplo lo vemos en la argumentación empleada para responder a la propuesta de gobiernos de coalición, empujada por el senador Manlio Fabio Beltrones. ¿Y cuál es la argumentación de Peña Nieto a esa propuesta?. Sí, la vieja fórmula de la cláusula de gobernabilidad que utilizó el PRI en los tiempos previos a la transición democrática mexicana.
Peor aún es el caso de Andrés Manuel López Obrador, quien en tanto Jefe de Gobierno del DF, dio muestras abundantes de su autoritarismo y amor por el gobierno vertical. ¿Se imaginan a López Obrador compartiendo el poder con una coalición?. Resulta impensable. Y por eso el tabasqueño no ha abierto la boca en este tema, ya que en su formación política el Congreso es más bien un estorbo.
Y si tienen dudas, van las evidencias contundentes. ¿Por qué creen que al inicio de su gestión como Jefe de Gobierno del DF, López Obrador se aventó la puntada de promover los “Bandos de Gobierno”?. Pues sí, porque era la única forma en que podía gobernar sin tomar en cuenta al Congreso local, o si se quiere, la llamada Asamblea Legislativa del Distrito Federal.
Pero qué vemos en la razón que animó a Manuel Camacho a detonar la propuesta de elevar a rango constitucional los gobiernos de coalición. Vale la pregunta, porque el punto de arranque de la propuesta no fue Manlio Fabio Beltrones, no Camacho ni Marcelo. ¿Qué quiere decir eso?.
Que Camacho y Marcelo parecen convencidos de presentarse como políticos modernos, progresistas y preocupados por los gobiernos eficaces.
A esa tendencia –y con la misma intención de aparecer como un político moderno e impulsor de la eficacia en el Gobierno– también se subió el precandidato Santiago Creel, en tanto sus adversarios, Ernesto Cordero y Josefina Vázquez Mota, parecen no entender lo vendible que puede resultar el tema de los gobiernos de coalición. Nadie sabe qué va a pasar con esa iniciativa. Lo cierto –y lo bueno–, es que por lo menos ya se discute el tema de la parálisis del Gobierno, y que existen alternativas en el papel. Al tiempo.
EN EL CAMINO.
Por cierto, dice Marcelo Ebrard que el regreso del PRI sería “un desastre político”. ¿Será que quiere acuñar la nueva versión del “peligro para México?.... Una disculpa a todos. En efecto, ayer hablamos de “parcialidad”, cuando debimos decir “imparcialidad”, al referirnos a los principios que regulan las elecciones federales mexicanas.
Seguramente no cayó nada bien en los equipos políticos de Enrique Peña Nieto y de Andrés Manuel López Obrador, el desplegado periodístico en el que políticos, gobernantes e intelectuales, se manifiestan a favor de la reglamentación constitucional que avala los llamados gobiernos de coalición.
En el documento en cuestión –avalado por políticos y gobernantes del PRI, PAN y PRD– los “abajo firmantes” exponen que resulta urgente establecer las reglas constitucionales que garanticen la posibilidad de construir gobiernos de coalición –mediante mayorías legislativas pactadas– para acabar con la parálisis del Congreso y con el estancamiento del país.
Llama la atención que, por un lado, el desplegado aparece apoyado por tres precandidatos presidenciales; Manlio Fabio Beltrones, Marcelo Ebrard y Santiago Creel, quienes compiten por el PRI, PRD y PAN, pero cuyas posturas resultan divergentes de las expresadas, en ese tema, por los punteros de sus respectivos partidos políticos.
Y, por otro lado, resulta notoria la ausencia de firmas de apoyo al desplegado –que por cierto, promovió Manuel Camacho– provenientes de los grupos políticos de Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador. ¿Por qué no están como parte de los “abajo firmantes” de esa convocatoria los señores Peña Nieto y López Obrador, o representantes de sus respectivos establos políticos?. En efecto, porque el mexiquense y el tabasqueño representan las posturas ideológicas y partidistas más atrasadas; más cercanas al PRI vertical y autoritario, que pretende regresar.
Por eso, el desplegado, su contenido y propuesta, y el peso de los firmantes, debe entenderse como un golpe demoledor a los precandidatos presidenciales, Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador. ¿Por qué?. Porque en los dos casos –y más allá de las posturas alegres de sus apologistas– todos saben que el mexiquense y el tabasqueño son políticos educados o construidos en la cultura de los gobiernos autoritarios, verticales y más bien antidemocráticos.
Peña Nieto ha dejado huellas claras de que su formación política es de viejo cuño. Y el mejor ejemplo lo vemos en la argumentación empleada para responder a la propuesta de gobiernos de coalición, empujada por el senador Manlio Fabio Beltrones. ¿Y cuál es la argumentación de Peña Nieto a esa propuesta?. Sí, la vieja fórmula de la cláusula de gobernabilidad que utilizó el PRI en los tiempos previos a la transición democrática mexicana.
Peor aún es el caso de Andrés Manuel López Obrador, quien en tanto Jefe de Gobierno del DF, dio muestras abundantes de su autoritarismo y amor por el gobierno vertical. ¿Se imaginan a López Obrador compartiendo el poder con una coalición?. Resulta impensable. Y por eso el tabasqueño no ha abierto la boca en este tema, ya que en su formación política el Congreso es más bien un estorbo.
Y si tienen dudas, van las evidencias contundentes. ¿Por qué creen que al inicio de su gestión como Jefe de Gobierno del DF, López Obrador se aventó la puntada de promover los “Bandos de Gobierno”?. Pues sí, porque era la única forma en que podía gobernar sin tomar en cuenta al Congreso local, o si se quiere, la llamada Asamblea Legislativa del Distrito Federal.
Pero qué vemos en la razón que animó a Manuel Camacho a detonar la propuesta de elevar a rango constitucional los gobiernos de coalición. Vale la pregunta, porque el punto de arranque de la propuesta no fue Manlio Fabio Beltrones, no Camacho ni Marcelo. ¿Qué quiere decir eso?.
Que Camacho y Marcelo parecen convencidos de presentarse como políticos modernos, progresistas y preocupados por los gobiernos eficaces.
A esa tendencia –y con la misma intención de aparecer como un político moderno e impulsor de la eficacia en el Gobierno– también se subió el precandidato Santiago Creel, en tanto sus adversarios, Ernesto Cordero y Josefina Vázquez Mota, parecen no entender lo vendible que puede resultar el tema de los gobiernos de coalición. Nadie sabe qué va a pasar con esa iniciativa. Lo cierto –y lo bueno–, es que por lo menos ya se discute el tema de la parálisis del Gobierno, y que existen alternativas en el papel. Al tiempo.
EN EL CAMINO.
Por cierto, dice Marcelo Ebrard que el regreso del PRI sería “un desastre político”. ¿Será que quiere acuñar la nueva versión del “peligro para México?.... Una disculpa a todos. En efecto, ayer hablamos de “parcialidad”, cuando debimos decir “imparcialidad”, al referirnos a los principios que regulan las elecciones federales mexicanas.
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