Los fundamentos, una vez más
Alimentos: del SAM al tío Sam
Carlos Fernández-Vega / México SA
Lejos de asentarse el polvo (Carstens dixit) de la depreciación del peso frente al dólar, ayer el tipo de cambio de la moneda mexicana frente al billete verde se elevó a 14.15, mientras el gobernador del Banco de México garantizaba a propios y extraños que la cosa es calmada (Clavillazo dixit). Tengan la seguridad de que dicha cotización en el mediano plazo está fuertemente anclada a niveles más bajos de los actuales por los fuertes fundamentos económicos que tenemos, explicó, una vez más, el doctor catarrito, el mismo que tres años atrás, pero desde la Secretaría de Hacienda, también presumía los ya famosos fundamentos.
Es el cuento de nunca acabar, pero en eso de ser tercos y agarrar una frase de caballito de batalla nadie les gana a los tecnócratas autóctonos. Con los calzones agujereados, los mexicanos escuchan cotidia- namente aquello de los fuertes fundamentos económicos que tenemos. Lo dicen en Los Pinos, y lo repiten, un día sí y el siguiente también, en la Secretaría de Hacienda y en el Banco de México, pero de plano el respetable no alcanza a entender qué pasa, pues si tales fundamentos son tan sólidos, si son la envidia de la comunidad internacional (siempre según la versión oficial), si son la octava maravilla del planeta, por qué la economía nacional se mantiene en el suelo, con un promedio anual de crecimiento de 2 por ciento en los últimos 30 años; por qué existen 57 millones de pobres; por qué a 28 millones de connacionales no les alcanza para comer; por qué los salarios son miserables y el empleo cada día más escaso, y tantos otros por qué que no explica el machacón discurso de los fundamentos.
Tengan la seguridad, dice el gobernador del Banco de México, pero el tipo de cambio del peso sigue debilitándose, lo que no representaría mayor drama si no fuera porque entre las patas se lleva a millones de mexicanos que sobreviven en un país que cada día produce menos, y que cada día importa más, es decir, productos pagaderos en dólares. La zarandeada en tal cotización podría beneficiar al súper concentrado sector exportador y al sector turístico (un México más barato para los visitantes extranjeros, que pagan con centavos lo que en sus países de origen pagan con enteros).
Lamentablemente, el grueso de los mexicanos pagan las consecuencias con sus de por sí mermados bolsillos. ¿Es entendible, por ejemplo (y sólo por citar un par de casos), que un país con 11 mil kilómetros de litorales importe pescados y mariscos? ¿Lo es que cada día importe más alimentos, a pesar de contar con un extensísimo territorio cultivable? Desde luego que no, pero el hecho es que el estómago nacional depende, cada vez en mayor medida, de lo que se produce fuera de las fronteras nacionales, es decir productos que se pagan principalmente con dólares, esos mismos billetitos que no alcanzan a comprender aquello de los tan presumidos fundamentos económicos mexicanos. Sube el tipo de cambio, en demérito del peso, y en automático aumenta el precio de los alimentos. Así de sencillo, con o sin fundamentos
En espera de que mañana repitan la citada frase, el Fondo Monetario Internacional ofrece un paseo, nada grato por cierto, sobre la realidad internacional del mercado de los alimentos, donde los precios, más allá de devaluaciones, se mantienen por las nubes. De hecho, el organismo indica que tales precios se mantienen muy elevados en comparación con los registrados en la primera década del siglo. El índice de precios de los alimentos elaborado por el FMI correspondiente a lo que va del tercer trimestre de 2011 es alrededor de 20 por ciento más alto que el mismo trimestre de 2010, y está significativamente por encima del precio real promedio de los 10 últimos años.
Como se observa, el mercado de alimentos tampoco entiende de qué se trata el discurso de los fundamentos. El FMI apunta que los precios de cereales y semillas oleaginosas “son particularmente altos, pero los de otros grupos de alimentos, incluida la carne, también se encuentran muy por encima de los promedios históricos. Los inventarios que funcionan como amortiguadores son muy bajos en el caso de algunos cultivos importantes –sobre todo el maíz– (ojo México) y en consecuencia los precios serán muy sensibles a variaciones de las perspectivas de la oferta y la demanda. El riesgo más inmediato es que algunos cultivos fundamentales sufran otra ronda de shocks de la oferta causados por las condiciones meteorológicas”.
El patrón reciente de condiciones meteorológicas extremas en grandes regiones de cultivo parece continuar: tras las sequías que sufrieron Europa y China, Estados Unidos (el granero de México) ha experimentado una primavera muy lluviosa seguida de elevadas temperaturas en el tercer trimestre, lo cual redujo el rendimiento proyectado de maíz. Incluso otro deterioro ligero de las perspectivas de la oferta podría provocar una fuerte reacción de los precios, efectos de contagio entre distintas materias primas y agudización de la volatilidad, como ocurrió a comienzos de 2011. Por ejemplo, el recrudecimiento de la incertidumbre en torno a la oferta incrementó drásticamente la demanda precautoria en los mercados físicos de grandes economías importadoras de alimentos durante el primer trimestre de 2011, como reflejaron las ventas de exportaciones de Estados Unidos.
Los precios de los alimentos, puntualiza el FMI, se mantendrán elevados en términos reales hasta 2012, cuando menos, suponiendo una normalización de las condiciones meteorológicas y la estabilización de los precios de la energía, que afectan a los de los alimentos a través de los costos de los biocombustibles y de la producción. Este escenario está incluido en los precios de los futuros de algunos cultivos críticos, notablemente el maíz, que actualmente reflejan cierta moderación en función de cada cosecha nueva. La oferta está respondiendo al alza de los precios, pero con rezago. En particular, la expansión de la superficie mundial cultivada debería compensar la moderación a mediano plazo del crecimiento de los rendimientos. No obstante, los riesgos para los precios de los alimentos aún se inclinan al alza.
Las rebanadas del pastel
En fin, tengan la seguridad (Carstens dixit) de que al zarandeo cambiario le valen gorro los fundamentos, y que en materia alimentaria México pasó del SAM (Sistema Alimentario Mexicano) a depender del tío Sam.
Alimentos: del SAM al tío Sam
Carlos Fernández-Vega / México SA
Lejos de asentarse el polvo (Carstens dixit) de la depreciación del peso frente al dólar, ayer el tipo de cambio de la moneda mexicana frente al billete verde se elevó a 14.15, mientras el gobernador del Banco de México garantizaba a propios y extraños que la cosa es calmada (Clavillazo dixit). Tengan la seguridad de que dicha cotización en el mediano plazo está fuertemente anclada a niveles más bajos de los actuales por los fuertes fundamentos económicos que tenemos, explicó, una vez más, el doctor catarrito, el mismo que tres años atrás, pero desde la Secretaría de Hacienda, también presumía los ya famosos fundamentos.
Es el cuento de nunca acabar, pero en eso de ser tercos y agarrar una frase de caballito de batalla nadie les gana a los tecnócratas autóctonos. Con los calzones agujereados, los mexicanos escuchan cotidia- namente aquello de los fuertes fundamentos económicos que tenemos. Lo dicen en Los Pinos, y lo repiten, un día sí y el siguiente también, en la Secretaría de Hacienda y en el Banco de México, pero de plano el respetable no alcanza a entender qué pasa, pues si tales fundamentos son tan sólidos, si son la envidia de la comunidad internacional (siempre según la versión oficial), si son la octava maravilla del planeta, por qué la economía nacional se mantiene en el suelo, con un promedio anual de crecimiento de 2 por ciento en los últimos 30 años; por qué existen 57 millones de pobres; por qué a 28 millones de connacionales no les alcanza para comer; por qué los salarios son miserables y el empleo cada día más escaso, y tantos otros por qué que no explica el machacón discurso de los fundamentos.
Tengan la seguridad, dice el gobernador del Banco de México, pero el tipo de cambio del peso sigue debilitándose, lo que no representaría mayor drama si no fuera porque entre las patas se lleva a millones de mexicanos que sobreviven en un país que cada día produce menos, y que cada día importa más, es decir, productos pagaderos en dólares. La zarandeada en tal cotización podría beneficiar al súper concentrado sector exportador y al sector turístico (un México más barato para los visitantes extranjeros, que pagan con centavos lo que en sus países de origen pagan con enteros).
Lamentablemente, el grueso de los mexicanos pagan las consecuencias con sus de por sí mermados bolsillos. ¿Es entendible, por ejemplo (y sólo por citar un par de casos), que un país con 11 mil kilómetros de litorales importe pescados y mariscos? ¿Lo es que cada día importe más alimentos, a pesar de contar con un extensísimo territorio cultivable? Desde luego que no, pero el hecho es que el estómago nacional depende, cada vez en mayor medida, de lo que se produce fuera de las fronteras nacionales, es decir productos que se pagan principalmente con dólares, esos mismos billetitos que no alcanzan a comprender aquello de los tan presumidos fundamentos económicos mexicanos. Sube el tipo de cambio, en demérito del peso, y en automático aumenta el precio de los alimentos. Así de sencillo, con o sin fundamentos
En espera de que mañana repitan la citada frase, el Fondo Monetario Internacional ofrece un paseo, nada grato por cierto, sobre la realidad internacional del mercado de los alimentos, donde los precios, más allá de devaluaciones, se mantienen por las nubes. De hecho, el organismo indica que tales precios se mantienen muy elevados en comparación con los registrados en la primera década del siglo. El índice de precios de los alimentos elaborado por el FMI correspondiente a lo que va del tercer trimestre de 2011 es alrededor de 20 por ciento más alto que el mismo trimestre de 2010, y está significativamente por encima del precio real promedio de los 10 últimos años.
Como se observa, el mercado de alimentos tampoco entiende de qué se trata el discurso de los fundamentos. El FMI apunta que los precios de cereales y semillas oleaginosas “son particularmente altos, pero los de otros grupos de alimentos, incluida la carne, también se encuentran muy por encima de los promedios históricos. Los inventarios que funcionan como amortiguadores son muy bajos en el caso de algunos cultivos importantes –sobre todo el maíz– (ojo México) y en consecuencia los precios serán muy sensibles a variaciones de las perspectivas de la oferta y la demanda. El riesgo más inmediato es que algunos cultivos fundamentales sufran otra ronda de shocks de la oferta causados por las condiciones meteorológicas”.
El patrón reciente de condiciones meteorológicas extremas en grandes regiones de cultivo parece continuar: tras las sequías que sufrieron Europa y China, Estados Unidos (el granero de México) ha experimentado una primavera muy lluviosa seguida de elevadas temperaturas en el tercer trimestre, lo cual redujo el rendimiento proyectado de maíz. Incluso otro deterioro ligero de las perspectivas de la oferta podría provocar una fuerte reacción de los precios, efectos de contagio entre distintas materias primas y agudización de la volatilidad, como ocurrió a comienzos de 2011. Por ejemplo, el recrudecimiento de la incertidumbre en torno a la oferta incrementó drásticamente la demanda precautoria en los mercados físicos de grandes economías importadoras de alimentos durante el primer trimestre de 2011, como reflejaron las ventas de exportaciones de Estados Unidos.
Los precios de los alimentos, puntualiza el FMI, se mantendrán elevados en términos reales hasta 2012, cuando menos, suponiendo una normalización de las condiciones meteorológicas y la estabilización de los precios de la energía, que afectan a los de los alimentos a través de los costos de los biocombustibles y de la producción. Este escenario está incluido en los precios de los futuros de algunos cultivos críticos, notablemente el maíz, que actualmente reflejan cierta moderación en función de cada cosecha nueva. La oferta está respondiendo al alza de los precios, pero con rezago. En particular, la expansión de la superficie mundial cultivada debería compensar la moderación a mediano plazo del crecimiento de los rendimientos. No obstante, los riesgos para los precios de los alimentos aún se inclinan al alza.
Las rebanadas del pastel
En fin, tengan la seguridad (Carstens dixit) de que al zarandeo cambiario le valen gorro los fundamentos, y que en materia alimentaria México pasó del SAM (Sistema Alimentario Mexicano) a depender del tío Sam.
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