Consejeros por “suerte política”

Carlos Ramírez / Indicador Político

Para Federico Gómez Pombo, con un abrazo, y a la memoria de Luisa María

La selección de consejeros del IFE se ha trabado por dos razones:

1.- La partidización de los consejeros y del Instituto en sí mismo.

2.- Cada uno de los tres principales partidos que tiene dos consejeros actuales a su favor quiere imponer otros dos de los tres nuevos para lograr una mayoría de cuatro consejeros de los nueve existentes.
Hasta ahora, los actuales seis consejeros tienen la marca del partido que los promovió:

--Leonardo Valdés Zurita y Alfredo Figueroa Fernández, del PRD.

--Marco Antonio Baños Martínez y Francisco Javier Guerrero Aguirre, del PRI.

--Y María Macarita Elizondo Gasperín y Benito Nacif Hernández, del PAN.

Como la clave de las votaciones se localiza en la tendencia del voto de los consejeros, cada partido necesita dos consejeros más para obtener la mayoría.

El problema radica en el hecho de que el IFE logró su paso cualitativo cuando salió del control del gobierno en 1996 y asumió la condición de organismo electoral ciudadanizado, aunque varios de sus consejeros ciudadanos no ocultaron su militancia política. De la primera salieron a diputaciones del PRI, PAN y PRD.

En el 2003 comenzó la fase de partidización de los consejeros del IFE a partir del criterio de que las designaciones se hicieron en la Cámara de Diputados en función de cuotas de poder a los partidos. En el 2006 hubo otra reforma del Instituto y la partidización fue profundizada. La terminación del periodo de tres consejeros en el 2010 metió al Congreso y al IFE en una lucha por posiciones de poder a favor de los partidos.

Los tres asientos vacíos, que debieron de llenarse por ley hace meses, no han podido llenarse justamente porque lo que está en juego no es la imparcialidad del organismo ni la responsabilidad legislativa con la ciudadanía para garantizar funcionarios electorales sin militancia partidista, sino por una triple intervención negativa de los partidos en el consejo general que toma todas las decisiones:

--A través de los representantes de siete partidos políticos.

--A través de los siete representes del poder legislativo, uno --otra vez-- por cada uno de los siete partidos políticos.

--Y a través de los nueve consejeros electorales --ya sin el apellido de ciudadanos-- representando a los tres principales partidos políticos.

Por tanto, la designación de consejeros electorales del IFE tiene que ver con una distribución del poder electoral con miras a las elecciones presidenciales y federales del 2012: los votos de los consejeros en el consejo electoral --los partidos no tienen voto-- podrían decidir la elección del próximo presidente de la república.

Pero como ninguno de los tres principales partidos quiere ceder y cada uno de ellos quiere imponer a dos de los tres cargos en disputa para obtener una mayoría de cuatro de los nueve, entonces el proceso de designación quedó trabado. De ahí que el único camino de salida sea un proceso de selección conocido como volado --una moneda al aire--, pero que en la historia político-electoral de México --antigua y reciente-- ha sido utilizado: la suerte política. En Puebla, por ejemplo, hubo selección de consejeros estatales a través de papeletas con nombres y una urna de la que se sacó a la suerte el nombre del ganador.

Más atrás, la Constitución de Cádiz de marzo de 1812 --que es la base del constitucionalismo mexicano y la simiente del sistema de representación política-- contenía justamente el mecanismo de la “suerte política” en temas electorales:

--Artículo 46 para la designación de miembros populares de las juntas electorales de parroquia.

--Artículo 74, para la designación de miembros populares de las juntas electorales de partido (distritos).

--Artículo 89, para las juntas electorales de provincia.

--Artículo 157, para la designación de los diputados permanentes para las Cortes.

--Y numeral 5º del artículo 261 para jueces de los tribunales de justicia.

El proceso de “suerte política” tomó, con la reforma política de 1977, el concepto de insaculación, definido por el diccionario de la Real Academia como la acción de “poner en un saco, cántaro o urna, cédulas o boletas con números o con nombres de personas o cosas para sacar una o más por suerte”. Los funcionarios electorales ciudadanos que ayudan en las casillas se obtienen por apellido vía un proceso de letra al azar.

En todo caso, el proceso de selección de consejeros hizo ya inoperativo al IFE porque el organismo electoral mexicano pasó del control absoluto del ejecutivo hasta 1996 al dominio absolutista actual de los partidos pero en un sistema de partidos con tres mayoritarios, además de la triple presencia partidista en el consejo general.

Por lo pronto, el congreso no tiene más camino que la “suerte política” para designar a los tres consejeros pendientes o repartir un nuevo consejero a cada uno de los tres principales partidos y luego entrar a las negociaciones debajo de la mesa a ver qué partido logra cooptar a un consejero que le permita la mayoría.

La crisis en la selección de consejeros electorales está dejando en claro que el IFE no es la autoridad calificada para manejar las elecciones del 2012. Y más si hasta Televisa quiere poner un consejero electoral asociado a su preferencia mediática por el precandidato priísta Enrique Peña Nieto.

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