¿Cómo gobernarán?

Gregorio Ortega Molina / La Costumbre Del Poder

La situación en la que Felipe Calderón Hinojosa dejará al país fundamenta una pregunta y una certeza compartidas por millones de mexicanos: ¿Hay condiciones para gobernar con el modelo político actual? Quien llegue a convertirse en presidente de la República se verá incapacitado para, al menos, poner orden, porque el presidencialismo mexicano se agotó y parece no haber quien convoque y convenza para unir voluntades en el Congreso.

Nada importa que Acción Nacional permanezca u otro partido se haga con el poder. Para contar con las voluntades necesarias a la solución de los problemas urgentes e ingentes de la nación sólo tienen dos vías: a) Regresar a la cláusula de gobernabilidad, que es el equivalente político a la cláusula de exclusión sindical; es decir, quien no se somete queda fuera de la jugada, pierde todos sus derechos; b) Gobierno de coalición, que es muy distinto a las coaliciones electorales.

Los argumentos usados a favor o en contra de alguno de los modelos, recuerdan a la lechera: hacen cuentas antes de llegar al poder. En cualquiera de ambos casos se requiere de reformas legales y constitucionales, lo que únicamente podrá hacerse si se logra una mayoría en el Congreso en la elección de julio de 2012, o mediante una coalición transitoria para lograr un objetivo común. Pero, ¿quién se va a aliar con tal o cual partido, para regalar la cláusula de gobernabilidad y ceder sus derechos? Es el dilema bíblico de Jacob y Esaú. Hoy nadie quiere ceder lo que tiene en materia de privilegios políticos.

En cuanto a la coalición, difiero de la opinión de Héctor Aguilar Camín, pues hoy el poder sí se comparte, desde hace mucho. Dejemos de lado el que usufructúan los delincuentes, hablemos del legal, del que no está penado pero no es legítimo: el de los poderes fácticos, que son los que mandan, los que imponen agenda y determinan qué sí y qué no.

Difiero también de Rafael Segovia, la coalición nunca equivale a emascular ideológicamente a uno u otro de los aliados -como si lo hace la gobernabilidad a güevo-, sino que se establecen acuerdos para agendas comunes en políticas públicas que destrabarían el “impasse” en que se encuentra la transición.

Me desconcierta el simplismo conservador de Jacobo Zabludovski: apoyan la colación los que se quedarán fuera.

México y los mexicanos son distintos a los que poblaban este país en 1929. Es posible, parece estar ya escrito, que la elección presidencial la arrase el PRI, pero el elector es distinto al de ayer, razona su voto, no le cederá el Congreso, por lo que Francisco Rojas obtiene antes de septiembre del 2012 la cláusula de gobernabilidad, o a Enrique Peña Nieto le ocurrirá lo que a Felipe Calderón: no podrá gobernar. La opción es que él camine al poder junto con Manlio Fabio Beltrones y ambos construyan la coalición, de otra manera entregarán el triunfo a Andrés Manuel López Obrador, como lo afirmé el viernes anterior.

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