Calderón y su némesis

Gregorio Ortega Molina / La Costumbre Del Poder

¿Cuántos mexicanos están enterados y además son conscientes de las consecuencias de que el presidente Calderón Hinojosa no siempre diga la verdad, o de plano mienta con todo desparpajo?

La respuesta es sencilla: no los suficientes como para incidir en las próximas elecciones presidenciales. En consecuencia, el derecho al pataleo ejercido por el PRI nada significa, pero sí lo exhibe, porque quienes ni siquiera se enteraron de las no probables afirmaciones de Calderón acerca de la complicidad entre cárteles y priistas por la difusión de los medios, lo hicieron gracias a la reacción de los difamados.

El daño, entonces, está hecho, pues el Estado cuenta con los instrumentos para hacer prevalecer la opinión de sus celosos guardianes. ¿Cuántos tienen tiempo, ganas o necesidad profesional de navegar en la red, buscar la página electrónica del diario neoyorquino y leer, de cabo a rabo, la transcripción completa y en español, para enterarse de que Felipe Calderón Hinojosa da a la publicidad, entre incontrovertibles y profundas verdades acerca de la complicidad de los autoridades estadounidenses en el narcotráfico, insidiosas mentiras para contribuir al descrédito del PRI?

Quienes así procedan pasarán por encima de la información y, dentro de 8 meses, a la hora de acudir a la urna para depositar su voto, quizá se acuerden, o no, pero cruzarán lo boleta electoral imbuidos del hálito de la duda sembrada por el presidente de los mexicanos, pero nadie podrá reclamarle de inequidad.

Es cierto que en la escuela fundada por Vicente Fox -con el propósito de impedir a cualquier costo la llegada de Andrés Manuel López Obrador al poder, como el ex presidente lo ha reiterado: “hice lo que debí hacer hasta inclinar inequitativamente la balanza”- procede hoy el señor Calderón, como ya lo hizo durante 2009. Las declaraciones de Gustavo Madero así lo confirman, como los titubeos de Alejandra Sota y José Francisco Blake Mora.

Bueno sería que el NY Times informara cómo se pactó la entrevista, quién la solicitó y en qué momento y por quiénes se decidió el día de su publicación, pues esos datos permitirán corroborar la alevosía con la que procede el presidente Calderón, con el propósito de inclinar la balanza, aunque a él nada le ocurrirá por violar la ley electoral, incumplir su mandato constitucional.

Creo que la reacción de los priistas peca de prudente, pues mientras se comprometen a no hacer olas, el presidente de la República ha incumplido todos y cada uno de los compromisos adquirido con ellos; en ese tenor continuará hasta dejarlos tendidos en la lona, preguntándose cuándo pasó sobre ellos la fuerza del poder presidencial, pues el PAN es hoy la agrupación política que tiene la sartén por el mango en la relación con la delincuencia organizada, como está documentado.

Se pacta con quien tiene el poder de hacerlo, no se equivoquen.

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