Jenaro Villamil
Carlos Salinas de Gortari “debería empezar a rendir cuentas”. Por lo menos “debería abrirse alguna averiguación previa o reabrirse aquella que se inició, pero no culminó, sobre las sustracciones de la llamada partida secreta”, advierte la periodista Carmen Aristegui, una de las comunicadoras criticadas por el expresidente en su libro ¿Qué hacer? La alternativa ciudadana.
En entrevista con Proceso, Aristegui subraya que la presencia pública de Salinas “es nociva porque alienta la instauración del cinismo en la vida social mexicana”; “es la expresión máxima de la desfachatez”, porque “aparece como si nada a repartir lecciones, como si su enorme descrédito pudiera desaparecer a punta de desmemoria.
“Salinas apuesta a la desmemoria para recuperar una presencia pública que le permita borrar o diluir la pésima imagen que quedó de él y de su gestión entre millones de mexicanos. Salinas le achaca a Zedillo esa mala fama que tanto le pesa, comprensible, por supuesto, en términos humanos”, reflexiona.
–¿Cree en la versión insistente del complot en su contra del que ahora se hace víctima Salinas en dos libros?
–No dudo que Zedillo haya hecho lo posible para destrozar el prestigio de Salinas con lo que estuviera a su alcance. Sin embargo, eso no es suficiente para explicar el grado de aversión popular que concita su figura.
“No sólo es la marca de la corrupción en su sexenio lo que impera e irrita. Es el recuerdo de la mayor debacle bancaria y financiera de la que tengamos memoria. Él sabe el daño inmenso que causó a millones de familias, negocios y patrimonios por el derrumbe estrepitoso del castillo de naipes que construyó en su sexenio.
“Por eso arrastra como fantasma sus explicaciones. ‘Yo no fui, fue Zedillo’, dice una y otra vez. Supone que se ha olvidado lo que hizo con los Tesobonos, esa bomba de tiempo que nos reventó entre las manos”, argumenta Aristegui.
Silenciamiento
Dos episodios periodísticos recientes vienen a la memoria de la conductora de MVS Radio y de CNN en Español: la grabación del exsecretario de Comunicaciones y Transportes, Luis Téllez, quien acusó a Salinas de haberse robado la mitad de la “partida secreta” y las declaraciones de su antecesor Miguel de la Madrid, durante una entrevista con Aristegui para el libro Transición.
“Miguel de la Madrid, hace menos de dos años, dijo lo que quiso decir sobre Salinas y sobre su familia. De la Madrid quiso dar cuenta de su pesar por esa ‘normalización’ de la presencia de Salinas en la escena pública.
“Para De la Madrid el sexenio de Carlos Salinas terminó muy mal porque permitió una gran corrupción. La de sus hermanos Raúl y Enrique. De la Madrid se dijo muy decepcionado del presidente que dejó a la nación mexicana. ‘Me equivoqué’, recuerdo que me dijo en la conversación sostenida en su casa de Coyoacán.”
–¿Percibió alguna alteración en sus facultades mentales como dijeron luego sus hijos y el propio Salinas?
–Para nada. A manera de disculpa el expresidente me dijo: “En aquel entonces no tenía elementos de juicio sobre la moralidad de los Salinas”. ¡Imagínate! El expresidente hablando así de su sucesor y ahora Salinas nos viene con el cuento de su Alternativa Ciudadana.
“¿Qué le pasa a Salinas? ¿Qué le pasa a los que hoy le hacen la corte? ¡Qué amnesia, qué cortedad, qué cinismo!”, exclama Aristegui.
–¿Volvió a tener alguna información o declaración de Miguel de la Madrid después de la entrevista y de aquella carta para desdecirse?
–Salinas quiso brutalmente anular a De la Madrid declarándolo incapacitado, después de una humillante operación para su silenciamiento.
“De la Madrid me mandó una carta que fue opacada, porque se divulgó el mismo día del michoacanazo. Lo enfermaron”.
–¿Buscó a Salinas antes o después de esa entrevista?
–Lo busqué para el libro de Transición, a través de la editorial que lo publica. La respuesta fue un no categórico.
“El expresidente De la Madrid dijo sobre Raúl Salinas que conseguía contratos del gobierno; que tenía vínculos con narcotraficantes. ¿Qué ya nadie se acuerda de ello?”, remata Aristegui.
El otro episodio fueron las declaraciones de Luis Téllez, grabadas en un teléfono celular, donde acusó a Salinas de haberse quedado con la “mitad de la partida secreta”. Téllez renunció meses después a su cargo como titular de Comunicaciones y Transportes y ahora es presidente de la Bolsa Mexicana de Valores. Antes de eso se disculpó y afirmó que no tenía pruebas de sus afirmaciones contra Salinas.
“Lo más lamentable de esta historia es que, a pesar de las investigaciones en el extranjero sobre la fortuna de los Salinas, de una forma de vida como la suya, incompatible para quien sólo ha sido funcionario público, pero vive como magnate, de las declaraciones de un expresidente como De la Madrid y de un exfuncionario como Téllez, Salinas vuelva aquí y tan campante”, advierte la periodista.
Salinas endereza sus críticas contra tres “editorialistas”, como les llama: Miguel Ángel Granados Chapa, autor de Plaza Pública, dos veces Premio Nacional de Periodismo y galardonado por el Senado con la Medalla Belisario Domínguez; contra Carmen Aristegui, reconocida también internacionalmente por su papel a favor de la difusión de los derechos humanos en México, y contra Denise Dresser, colaboradora también del espacio de análisis político en MVS Radio y articulista de Proceso.
De Carmen Aristegui, señala, entre otras cosas, su tendencia a “victimizarse” y “su actitud incondicional ante López Obrador”.
Para la conductora, las acusaciones de Salinas son “francamente patéticas”. “Está en un road show, con entrevistas a modo, presentando este libro lastimoso”, subraya.
Y para “no apostar a la desmemoria”, Aristegui recuerda que “tal como dicen los estudiosos que han analizado la crisis del 94, lo más notable fue que no hubiera estallado antes. El daño causado por Salinas es inconmensurable”.
Carlos Salinas de Gortari “debería empezar a rendir cuentas”. Por lo menos “debería abrirse alguna averiguación previa o reabrirse aquella que se inició, pero no culminó, sobre las sustracciones de la llamada partida secreta”, advierte la periodista Carmen Aristegui, una de las comunicadoras criticadas por el expresidente en su libro ¿Qué hacer? La alternativa ciudadana.
En entrevista con Proceso, Aristegui subraya que la presencia pública de Salinas “es nociva porque alienta la instauración del cinismo en la vida social mexicana”; “es la expresión máxima de la desfachatez”, porque “aparece como si nada a repartir lecciones, como si su enorme descrédito pudiera desaparecer a punta de desmemoria.
“Salinas apuesta a la desmemoria para recuperar una presencia pública que le permita borrar o diluir la pésima imagen que quedó de él y de su gestión entre millones de mexicanos. Salinas le achaca a Zedillo esa mala fama que tanto le pesa, comprensible, por supuesto, en términos humanos”, reflexiona.
–¿Cree en la versión insistente del complot en su contra del que ahora se hace víctima Salinas en dos libros?
–No dudo que Zedillo haya hecho lo posible para destrozar el prestigio de Salinas con lo que estuviera a su alcance. Sin embargo, eso no es suficiente para explicar el grado de aversión popular que concita su figura.
“No sólo es la marca de la corrupción en su sexenio lo que impera e irrita. Es el recuerdo de la mayor debacle bancaria y financiera de la que tengamos memoria. Él sabe el daño inmenso que causó a millones de familias, negocios y patrimonios por el derrumbe estrepitoso del castillo de naipes que construyó en su sexenio.
“Por eso arrastra como fantasma sus explicaciones. ‘Yo no fui, fue Zedillo’, dice una y otra vez. Supone que se ha olvidado lo que hizo con los Tesobonos, esa bomba de tiempo que nos reventó entre las manos”, argumenta Aristegui.
Silenciamiento
Dos episodios periodísticos recientes vienen a la memoria de la conductora de MVS Radio y de CNN en Español: la grabación del exsecretario de Comunicaciones y Transportes, Luis Téllez, quien acusó a Salinas de haberse robado la mitad de la “partida secreta” y las declaraciones de su antecesor Miguel de la Madrid, durante una entrevista con Aristegui para el libro Transición.
“Miguel de la Madrid, hace menos de dos años, dijo lo que quiso decir sobre Salinas y sobre su familia. De la Madrid quiso dar cuenta de su pesar por esa ‘normalización’ de la presencia de Salinas en la escena pública.
“Para De la Madrid el sexenio de Carlos Salinas terminó muy mal porque permitió una gran corrupción. La de sus hermanos Raúl y Enrique. De la Madrid se dijo muy decepcionado del presidente que dejó a la nación mexicana. ‘Me equivoqué’, recuerdo que me dijo en la conversación sostenida en su casa de Coyoacán.”
–¿Percibió alguna alteración en sus facultades mentales como dijeron luego sus hijos y el propio Salinas?
–Para nada. A manera de disculpa el expresidente me dijo: “En aquel entonces no tenía elementos de juicio sobre la moralidad de los Salinas”. ¡Imagínate! El expresidente hablando así de su sucesor y ahora Salinas nos viene con el cuento de su Alternativa Ciudadana.
“¿Qué le pasa a Salinas? ¿Qué le pasa a los que hoy le hacen la corte? ¡Qué amnesia, qué cortedad, qué cinismo!”, exclama Aristegui.
–¿Volvió a tener alguna información o declaración de Miguel de la Madrid después de la entrevista y de aquella carta para desdecirse?
–Salinas quiso brutalmente anular a De la Madrid declarándolo incapacitado, después de una humillante operación para su silenciamiento.
“De la Madrid me mandó una carta que fue opacada, porque se divulgó el mismo día del michoacanazo. Lo enfermaron”.
–¿Buscó a Salinas antes o después de esa entrevista?
–Lo busqué para el libro de Transición, a través de la editorial que lo publica. La respuesta fue un no categórico.
“El expresidente De la Madrid dijo sobre Raúl Salinas que conseguía contratos del gobierno; que tenía vínculos con narcotraficantes. ¿Qué ya nadie se acuerda de ello?”, remata Aristegui.
El otro episodio fueron las declaraciones de Luis Téllez, grabadas en un teléfono celular, donde acusó a Salinas de haberse quedado con la “mitad de la partida secreta”. Téllez renunció meses después a su cargo como titular de Comunicaciones y Transportes y ahora es presidente de la Bolsa Mexicana de Valores. Antes de eso se disculpó y afirmó que no tenía pruebas de sus afirmaciones contra Salinas.
“Lo más lamentable de esta historia es que, a pesar de las investigaciones en el extranjero sobre la fortuna de los Salinas, de una forma de vida como la suya, incompatible para quien sólo ha sido funcionario público, pero vive como magnate, de las declaraciones de un expresidente como De la Madrid y de un exfuncionario como Téllez, Salinas vuelva aquí y tan campante”, advierte la periodista.
Salinas endereza sus críticas contra tres “editorialistas”, como les llama: Miguel Ángel Granados Chapa, autor de Plaza Pública, dos veces Premio Nacional de Periodismo y galardonado por el Senado con la Medalla Belisario Domínguez; contra Carmen Aristegui, reconocida también internacionalmente por su papel a favor de la difusión de los derechos humanos en México, y contra Denise Dresser, colaboradora también del espacio de análisis político en MVS Radio y articulista de Proceso.
De Carmen Aristegui, señala, entre otras cosas, su tendencia a “victimizarse” y “su actitud incondicional ante López Obrador”.
Para la conductora, las acusaciones de Salinas son “francamente patéticas”. “Está en un road show, con entrevistas a modo, presentando este libro lastimoso”, subraya.
Y para “no apostar a la desmemoria”, Aristegui recuerda que “tal como dicen los estudiosos que han analizado la crisis del 94, lo más notable fue que no hubiera estallado antes. El daño causado por Salinas es inconmensurable”.
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