José Carreño Figueras
La escasa atención que tuvo en México la muerte de George Cade Price, el miércoles pasado en su natal Belice a los 92 años de edad, es un mucho un motivo de reproche y aún mas una alegoría del desconocimiento voluntario que como país, como sociedad, tenemos de las naciones centroamericanas y de sus luchas.
Price es considerado como el héroe nacional beliceño y el “Padre de la Independencia” de su país, una independencia que no fue conseguida con luchas violentas sino a base de trabajo político y tesón.
Price fue el hombre que llevó los primeros pasos de su país como nación independiente, fue su primer gobernante y en mucho quien logró establecer las bases para que la pequeña nación tuviera no sólo una transición pacífica sino una convivencia con sus vecinos, México y Guatemala, una tarea especialmente delicada por cuanto el territorio de Belice fue creado por los ingleses a costa de Guatemala, que todavía reclama soberanía sobre parte del territorio beliceño.
Pero dicho sea en honor de los guatemaltecos, a pesar de las tentaciones y los amagos no sólo han llevado una relación pacífica con su vecino sino reconocieron su independencia y mantienen una embajada en la capital beliceña.
A primera vista Belice no parecería ser importante para México y digno de atención. Sus 23 mil kilómetros cuadrados de superficie y algo mas de 321 mil habitantes, con un Producto Nacional Bruto que en 2010 fue estimado en 2,650 millones de dólares estadounidenses y el turismo como principal industria, son pequeños aún en comparación con sus vecinos centroamericanos.
Pero a diferencia de naciones mucho mas grandes, a las que Mexico brinda mas atención, de España y Francia a China y Brasil, es un país con el que México comparte una frontera de 193 kilómetros en tierra y miles de kilómetros en límites marinos. Y por tanto, junto con Estados Unidos, Guatemala y Cuba, uno de los cuatro países con los que se comparten límites geográficos.
Esa situación de vecindad lo hace uno de los cuatro países mas importantes del mundo para México. Es un vecino pacífico y estable. Y eso, en gran parte, se debe a Price.
No sería correcto decir que George Price haya sido un hombre exento de defectos, pero también es cierto que cualesquiera hayan sido sus problemas personales, la suma de su trabajo lo hace uno de los personajes de un continente mas acostumbrado a celebrar la grandilocuencia y la “pose” políticas que al trabajo acucioso y laborioso.
Price fue sobre todo un trabajador de la política, uno que desempeñó un papel que los mexicanos deberíamos apreciar: el de constructor de un país, que por mas pequeño que sea es una nación independiente, orgullosamente descendiente de indios mayas, esclavos africanos y algunos blancos e hindúes.
El que los ignoremos Belice, a pesar de ser tan importante para nosotros, no es mas que un reflejo de una actitud similar a la que México y los países latinoamericanos criticamos a los Estados Unidos: de ver en cualquier dirección menos al sur.
La indiferencia sobre la muerte de Price -pese al cable de condolencias de la Secretaría de Relaciones Exteriores- es otra muestra de la deliberada ignorancia con que México, país y sociedad, vemos al sur.
La escasa atención que tuvo en México la muerte de George Cade Price, el miércoles pasado en su natal Belice a los 92 años de edad, es un mucho un motivo de reproche y aún mas una alegoría del desconocimiento voluntario que como país, como sociedad, tenemos de las naciones centroamericanas y de sus luchas.
Price es considerado como el héroe nacional beliceño y el “Padre de la Independencia” de su país, una independencia que no fue conseguida con luchas violentas sino a base de trabajo político y tesón.
Price fue el hombre que llevó los primeros pasos de su país como nación independiente, fue su primer gobernante y en mucho quien logró establecer las bases para que la pequeña nación tuviera no sólo una transición pacífica sino una convivencia con sus vecinos, México y Guatemala, una tarea especialmente delicada por cuanto el territorio de Belice fue creado por los ingleses a costa de Guatemala, que todavía reclama soberanía sobre parte del territorio beliceño.
Pero dicho sea en honor de los guatemaltecos, a pesar de las tentaciones y los amagos no sólo han llevado una relación pacífica con su vecino sino reconocieron su independencia y mantienen una embajada en la capital beliceña.
A primera vista Belice no parecería ser importante para México y digno de atención. Sus 23 mil kilómetros cuadrados de superficie y algo mas de 321 mil habitantes, con un Producto Nacional Bruto que en 2010 fue estimado en 2,650 millones de dólares estadounidenses y el turismo como principal industria, son pequeños aún en comparación con sus vecinos centroamericanos.
Pero a diferencia de naciones mucho mas grandes, a las que Mexico brinda mas atención, de España y Francia a China y Brasil, es un país con el que México comparte una frontera de 193 kilómetros en tierra y miles de kilómetros en límites marinos. Y por tanto, junto con Estados Unidos, Guatemala y Cuba, uno de los cuatro países con los que se comparten límites geográficos.
Esa situación de vecindad lo hace uno de los cuatro países mas importantes del mundo para México. Es un vecino pacífico y estable. Y eso, en gran parte, se debe a Price.
No sería correcto decir que George Price haya sido un hombre exento de defectos, pero también es cierto que cualesquiera hayan sido sus problemas personales, la suma de su trabajo lo hace uno de los personajes de un continente mas acostumbrado a celebrar la grandilocuencia y la “pose” políticas que al trabajo acucioso y laborioso.
Price fue sobre todo un trabajador de la política, uno que desempeñó un papel que los mexicanos deberíamos apreciar: el de constructor de un país, que por mas pequeño que sea es una nación independiente, orgullosamente descendiente de indios mayas, esclavos africanos y algunos blancos e hindúes.
El que los ignoremos Belice, a pesar de ser tan importante para nosotros, no es mas que un reflejo de una actitud similar a la que México y los países latinoamericanos criticamos a los Estados Unidos: de ver en cualquier dirección menos al sur.
La indiferencia sobre la muerte de Price -pese al cable de condolencias de la Secretaría de Relaciones Exteriores- es otra muestra de la deliberada ignorancia con que México, país y sociedad, vemos al sur.
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